El fracaso de los fondos europeos

Pedro Sánchez, PSOE, fondos europeos

En julio de 2020, tuvo lugar la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea que se fijó para tratar de resolver el reparto del fondo no reembolsable de 750.000 millones de euros, de los que 500.000 millones tuvieron la forma de transferencias no reembolsables, es decir, subvenciones a fondo perdido, y 250.000 serán préstamos que los Estados tendría que devolver, con carencia de principal hasta 2028, a pagar en un máximo de treinta años. Con ello, se completaban las tres partes de lo que se llamó «reconstrucción», junto con la recapitalización de empresas en dificultades y el programa SURE ligado a los programas de suspensión de empleo, como los ERTE’s.

Dicho fondo se nutrió del presupuesto de la UE en el período 2021-2027, dotado con 1,1 billones de euros. Para financiar dicho fondo, la Comisión emitió deuda en el mercado directamente, con la calidad crediticia de la UE (AAA), y amplió su techo de recursos propios, para que no sea necesaria una elevación de la aportación de los países.

Así, España fue el segundo país que más fondos brutos tuvo asignados, pues le adjudicaron 77.324 millones a fondo perdido y la concesión de préstamos por valor de 63.122 millones de euros, más los incrementos posteriores por ir más rezagada nuestra economía que la de la media de la UE, que, por cierto, con las revisiones extraordinarias del INE quizás habría que devolver.

Ahora bien, como siempre, nada era gratis, hay dos matices importantes: una cosa es que se eleve el techo de recursos para no tener que elevar más las aportaciones y otra que los países no realicen sus aportaciones al presupuesto, de manera que de esos 140.446 millones que le correspondían a España, tras las aportaciones españolas a los distintos organismos resultó un saldo neto de entre unos 30.000 millones y 35.000 millones de euros.

Sin embargo, en su aplicación nos encontramos con tres grandes errores en el caso español: España debía intensificar las reformas, cosa que no ha hecho y que, sorprendentemente, la Comisión Europea ha dejado pasar por alto. Eso ha sido un gran error. Eso no era malo para España sino todo lo contrario, era sumamente positivo, porque sólo con reformas podríamos recuperar un crecimiento sostenible en el tiempo. Sin embargo, al no hacerlas, se ha camuflado la caída de la economía con los fondos recibidos, pero cuando se acaben volverá la caída de actividad económica porque no se habrá solucionado el problema estructural. El segundo error ha sido la malísima ejecución que ha tenido España en dichos fondos, llegando a renunciar a parte de los préstamos, probablemente, por incapacidad en la gestión. En tercer lugar, por la poca eficiencia en la mencionada gestión de los mismos, que no ha logrado cotas de eficiencia al entrometerse en todo el sector público. Ha sido una gran oportunidad perdida para la economía española. Una pena.

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