La fiesta nacional ¿patrimonio de las derechas?

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Ayer se celebraba el día de la Hispanidad, llamado en varias naciones de América (como antes en España) día de la raza. Este mismo día es la fiesta litúrgica de la Virgen del Pilar, patrona de Aragón y la Guardia civil. Como es sabido, el 12 de Octubre contiene la importante efeméride de haber sido tal día cuando se divisaron por vez primera las tierras de América sobre las que España ha dejado tanto influjo (más allá de los años imperiales). Además de todas estas cosas, y en parte por ellas, el 12 de Octubre se celebra la fiesta nacional de España desde 1987. Por entonces, una Ley “socialista” eligió este día porque “simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos” (Exposición de Motivos de la Ley 18/1987).

Aunque apenas nadie cuestiona el acierto de que el 12-O la fecha de la fiesta nacional, no han faltado algunas voces sugiriendo otras. Íñigo Errejón propuso el 19 de Marzo en honor a la importancia de la Constitución de Cádiz en el constitucionalismo español. Quienes tienen más “memoria histórica” consideran que el día más apropiado sería el 8 de Mayo, día se conmemora la conversión de Recaredo y el III Concilio de Toledo, acontecimiento que marcó por primera vez la unidad católica de España. La fecha hoy elegida se aproxima más a esto que a la propuesta del Dr. Errejón: hace referencia más a la constitución histórica de las Españas, que las estrictas constituciones liberales escritas desde 1812.

Y es que, pese al esfuerzo neutralizador de la ley felipista hablando de lo cultural y lingüístico cuando todos sabemos que lo fundamental fue lo religioso, el desfile militar que suele tener lugar en Madrid acostumbra a ser frecuentado sobre todo por “gente de orden”. A falta de gran desfile, en el día de ayer la fiesta nacional se convirtió en un acto de afirmación callejera de votantes de derechas, apuntándose sólo Vox el tanto. Y así, al igual que el 11 de Septiembre en Cataluña viene siendo patrimonio de los independentistas, el 12 de Octubre corre el riesgo de convertirse en patrimonio de las derechas.

Una buena cohesión y una deseable concordia aconsejarían que el 12 de Octubre acostumbrase a ser de todos. Para ello, las izquierdas deberían adueñarse un poco de la fiesta, tal como lo ha sabido hacer por ejemplo el nacionalismo gallego del 25 de Julio. La coexistencia de celebraciones oficiales o religiosas con reivindicaciones de partido permiten que la fiesta sea en cierto modo de todos. Seguir como hasta ahora, sobre todo si el desfile no vuelve a “tapar” la orientación política de quienes más efusivamente lo celebran, puede hacer degenerar con los años la fiesta en la desafección de una parte importante de la población, pues es evidente que las izquierdas, pese a haber amoldado el régimen a sus reivindicaciones durante 40 años, están ahora en la estrategia de bajarse del carro.

Dicho sea esto en tanto la fiesta nacional todavía tiene algún valor simbólico-político. Pues a efectos prácticos, pese a la propaganda oficial, es evidente que las fiestas forman parte de un orden cultural declarado a extinguir, ya que en el nuevo orden digital este tipo de cosas importan poco (como me recuerda cada semana un lector).

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