Europa ante la consecuencia de un error histórico

Ahora resulta que la cumbre europea para fijar una estrategia contra Trump y expresar el «total» apoyo a Zelenski se convoca en Londres y la convoca el primer ministro laborista, Keir Starmer. Todo sería hasta aquí absolutamente normal sino fuera porque las autoridades comunitarias y los dirigentes europeos son convocados por el primer ministro del Reino Unido, el país protagonista del Brexit. Es decir, que para hablar en nombre de Europa y hacer frente «a la amenaza de Rusia» promoviendo un acuerdo para acabar con la guerra en Ucrania, quien convoca es el Reino Unido, histórico aliado de Estados Unidos y que abandonó la Unión Europea.
Todo muy «normal», tanto como convocar a Canadá , también otro país europeo, al parecer. Que no haya ningún comunicado oficial al igual que sucedió la pasada semana en la cumbre convocada en París por Emmanuel Macron, es la prueba evidente de la carencia de liderazgo europeo. Todo ello, por desgracia, debido a la desorientación en la que se encuentra la actual Europa -otrora la Cristiandad- fruto de la pérdida de su identidad, hoy sumida en la cultura woke radicalmente contraria a sus raíces históricas.
Europa ha permanecido bajo la protección de EEUU desde su entrada en la Segunda Guerra Mundial el 8 de diciembre de 1941 tras el bombardeo por Japón de su base naval de Pearl Harbour. Esa incorporación marcó en noviembre de 1942, un cambio drástico de la situación militar, hasta ese momento de una clara superioridad del eje sobre el bando de los aliados, y que culminaría con su victoria final en 1945.
La posterior expansión soviética por la Europa Oriental motivó la creación de la OTAN en 1949 en la que Europa desde entonces ha delegado su seguridad y defensa. Esa situación permaneció inalterable hasta 1991, si cuando al desaparecer su potencial enemigo (la URSS) -que motivó su creación-, se hubiese planteado la posibilidad de similar decisión para la alianza militar defensiva frente a ella. Lo que no sólo no se hizo sino que, contrariando las promesas efectuadas a Rusia, se expandió hasta su frontera incorporando a ella a los países que conformaban la OTAN soviética conocida como el Pacto de Varsovia.
Esa situación se ha mantenido básicamente por la incapacidad de hacerle frente por parte de una Rusia sumida en el shock de la fulminante desaparición de la URSS entonces bajo el mando de Moscú. El error histórico de la Europa occidental fue considerar a Rusia como sucesora de la URSS en lugar de establecer lazos económicos y políticos con ella, lo que hubiese significado reconocerla no identificándola con el comunismo, sino con su recuperada identidad histórica nacida de raíces de la ortodoxia cristiana. Ese error histórico -supuesto fuera eso y no una deliberada decisión- no lo cometió Metternich, que en 1815 entendió la derrota de Napoleón (tras su Waterloo) como la de la Francia revolucionaria y expansionista, incorporándola a la construcción de Europa de la que es indisociable.
Por algo De Gaulle, gran conocedor de la Historia, defendió en todo momento una Europa «desde el Atlántico hasta los Urales» retirándose Francia con él de presidente, incluso del aparato militar de la OTAN. La actual Europa occidental, organizada políticamente como la UE, puede considerarse como un cuerpo sin alma en la medida que, salvo contadas excepciones, se ha separado de sus raíces y perdido su identidad histórica, que la hizo respetada en todo el mundo y considerada «grande entre las naciones».
En la práctica, aquel error de 1991 lo está pagando desde entonces, expulsando a Rusia de ella, para virtualmente echarla en brazos del gigante asiático de China. Al tiempo que hacía eso, se volcaba en convertirse en un gran mercado único con un elevado desarrollo económico mientras se convertía en un satélite de EEUU que le garantizaba su defensa. El transcurso del tiempo permitiría a Rusia recuperarse de su shock y a China alcanzar su actual desarrollo tecnológico y militar en gran parte con patentes estadounidenses. Así pactaron en febrero de 2022 su Tratado bilateral de cooperación calificado por ellos de «histórico» abogando por un nuevo orden «multipolar», y cuya inmediata secuencia temporal fue la invasión de Ucrania. Europa tiene ahora ante sí la oportunidad de no volver a cometer aquel error histórico de 1991.