La España de Hasél

Eduardo Inda Hasél

Hubo un tiempo en que en España lo normal era lo normal y lo anormal lo anormal. Esta elemental premisa, perogrullesca apostillaría yo, empezó a incumplirse con un Zapatero que pensábamos inempeorable y se ha multiplicado exponencialmente con la llegada de los maleantes podemitas al máximo órgano de gobierno de la nación. Anteayer charlaba con un ilustre miembro del Tribunal Supremo precisamente de esta esquizofrenia que padecemos de 15 años a esta parte. Y me soltó la frase que en apenas unos meses se ha convertido en máxima: “Nunca pensé que en España veríamos lo que estamos viendo”.

La España del 78 está siendo asesinada por este Gobierno socialcomunista de la mano de sus socios proetarras y golpistas y de ese 80% de medios de comunicación antaño vendidos al razonable PSOE felipista y ahora pasados con armas y bagajes a ese imperio del mal que es Podemos. Al punto que en estos momentos lo normal es lo anormal y lo anormal lo normal. En el plano legal, moral, ético y hasta estético. Vamos, que lo moral es lo amoral y lo amoral lo moral; lo legal lo ilegal y lo ilegal lo legal; lo ético lo indecente y lo indecente lo ético; lo bello lo feo y lo feo lo bello; y la verdad la mentira y la mentira la verdad.

Es lo que yo he dado en denominar la España de Hasél, una España que ha robado con premeditación, alevosía y cero nocturnidad nuestros ideales, nuestra moralidad, nuestra ética y, basta con mirarles, hasta nuestra estética. Una España de Hasél que recuerda peligrosamente a esa Italia de las Brigadas Rojas en la que se justificaba, relativizaba o banalizaba ese mal absoluto que constituyen el asesinato, la extorsión, las amenazas y el acoso. Aquí, de momento, no estamos en eso pero padecimos esa disfunción moral durante los 50 años que actuó la banda terrorista ETA con numerosos personajes e instituciones vascas y navarras justificando el tiro en la nuca, el secuestro o el coche-bomba. Viendo el curso que están tomando los acontecimientos, no descarto que volvamos por esos aberrantes fueros. Es más, estoy seguro de que desgraciadamente acabaremos en el abismo moral y ético, si no unos centímetros más allá, estampándonos contra el suelo tras una breve y aterradora caída a plomo. Nada me gustaría más que equivocarme.

Hasél es el símbolo más reciente, más patente y más cantoso de lo que estoy contando. Una España que resumo en 12 puntos, que bien podrían ser 30, 50, 100 ó 150. Porque maldad hay para dar y tomar:

1.-Mismamente, el propio Hasél. Comenzaré por el malnacido que da nombre a esta España que ni en la peor de nuestras pesadillas pudimos atisbar, especialmente, los que ni nos acordamos de la dictadura porque éramos muy niños cuando espichó Franco o, simplemente, porque no la hemos vivido. Lo del niño de papá ilerdense es para mear y no echar gota. Ahora resulta que lo encarcelan por rapear. Pues mire, oiga, no. Lo han metido en la trena por instar a poner un coche-bomba a Patxi López, por pedir que claven un piolet en la cabeza a José Bono al más puro estilo Ramón Mercader y por jalear los tiros en la nuca a los dirigentes del PP. Y no sólo por eso: también por apalear y lanzar lejía al rostro de un reportero de TV3 y por amenazar y pegar al testigo en un juicio contra un amigo suyo. Tal y como apuntaba tres párrafos atrás, la mentira ha suplantado el rol de verdad y la mentira el de verdad. El fin justifica los medios por muy repugnantes y falsarios que sean.

2.-Barra libre para el mal. Suma y sigue con Hasél. Hay quien, aun con todo, exige que se eliminen del Código Penal las penas de cárcel para los que incitan a la violencia y al terrorismo como este hijo de Satanás. Olvidan estos falsos demócratas que a la violencia física siempre le antecede la verbal. Aquí, allá y acullá. En Madrid, en Barcelona y en Sebastopol. Aconteció con el leninismo, con el fascismo, con el nazismo y con el estalinismo y, por desgracia, continúa sucediendo en nuestro mundo contemporáneo en Venezuela, en Cuba, en Irán y especialísimamente en esa Corea del Norte en la que una simple admonición del tan enano y feo como rechoncho tirano es sinónimo de muerte segura. Si Iglesias consigue que se despenalice la incitación o el enaltecimiento del terrorismo, volveremos a la ley de la selva, a la del más fuerte, a la del Talión.Y el Estado de Derecho se habrá ido al carajo para siempre.

3.-El terrorismo callejero es guay. Terminamos el apartado de este rapero que ha tenido que llamar la atención por la letra de sus canciones porque si fuera por su oído estaría muriéndose de hambre. Bueno, lo de palmarla por inanición es metáfora pura porque el tiparraco es un cayetanito de la vida. Escucharle cantar es un ejercicio de masoquismo: desafina que da gusto, al punto que no descarto que haya dejado sordo a más de un fan. Definitivamente, no es Jay-Z o Eminem. Que se permita incendiar Barcelona y Madrid por este indeseable significa, ni más ni menos, que hemos perdido el oremus. Y que haya gente que mueva un dedo por esta basura es para entrar en estado de shock pensando qué sociedad estamos dejando a nuestros hijos y nietos. Peor aún que todo esto es que haya periodistas que sigan diciendo que las manifestaciones son pacíficas.

4.-Los gobernantes con la kale borroka. Porque no son pacíficas. Alarma ver el contraste entre la actuación de la Policía en Madrid, respaldada por el Ministerio del Interior, y la de los Mossos en Barcelona, cuestionada por su mandos políticos. Los antidisturbios de la Generalitat son tremendamente eficaces, el problema es que si se les pone el freno de mano y se les sitúa como poco menos que unos torturadores al final pasan de actuar como marcan los más elementales protocolos en la materia. Y pasa lo que pasa: que llevamos dos semanas de kale borroka con saqueos a diario que dañan aún más un tejido comercial catatónico por culpa de la pandemia.

5.-ETA es normal (o ETA no existió). Si hay algo que me pone a mil es la normalización de ETA. Un proceso que inició el desvergonzado de Zapatero y que alcanza su máxima expresión con un Sánchez al que le da igual ocho que ochenta con tal de que él, Begoña y las niñas sigan viviendo en Palacio y volando en Falcon. Pactar con Arnaldo Otegi, el jefe de la banda que asesinó a 856 compatriotas, 11 de ellos socialistas, es una inmoralidad imbatible. Viendo cómo nos lava el pensamiento único el cerebro parece como si ETA no hubiera existido jamás. Por no hablar de un presidente del Gobierno que rompió en mil pedazos esa práctica consuetudinaria que prescribía no pactar jamás con etarras ni con independentistas. Independentistas que, para más inri, perpetraron un golpe de Estado hace tres años, no hace 30 ni 300.

6.-Anormalización de Vox. La campaña que por tierra, mar y aire se desarrolla contra Vox sí que es una anormalidad democrática y no ésa de la que habla el ciniquillo marqués de Galapagar. Contemplar a los muy mayoritarios medios y periodistas socialpodemitas, y muy especialmente a sus caudillos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, anatematizar a un partido impecablemente constitucional como es Vox mientras relativizan o justifican a ETA es vomitivo. Claro que esta gentucilla no da puntada sin hilo: el objetivo es alzaprimar mediática y socialmente a Vox para jibarizar sin prisa pero sin pausa al PP. El apedreamiento sistemático de los de Abascal en la campaña catalana tenía más que ver con este último objetivo que con el hecho de que sean unos fascistas, porque no lo son y los malos saben que no lo son. Item más: el objetivo ulterior es marear aún más a un PP, que no sabe por dónde le da el aire, e impedir que si llega el caso de formar Gobierno porque salen los números, que llegará, se vea impelido a no hacerlo por el qué dirán. “En Europa no se pacta con la ultraderecha”, repiten cual loritos políticos socialpodemitas y plumillas de argumentario.

7.-La propiedad privada es inmoral. ¿Qué es, si no, en la España de Pablo Hasél esa figura recogida como derecho fundamental en el artículo 33 de la Constitución? En la España de Hasél un piojoso okupa tu casa y no lo puedes echar al instante salvo que llames a los eficaces chicos de Desokupa. Porque la Policía se lavará las manos basándose con razón en una ley kafkiana y el juez te invitará con buenas maneras a ponerte a la cola. Y cuando resuelva, tu propiedad privada estará hecha unos zorros: habrán destrozado la cocina, se habrán llevado los sanitarios, te habrán levantado el parqué, los armarios estarán reventados y habrá mierda para dar y tomar. Los medios están normalizando la Ley de Vivienda que promueve el sujeto que mora en un casoplón en Galapagar de 280 metros cuadrados, 2.500 de parcela, piscinaco, casa de invitados y decenas de guardias civiles custodiándola. El pollo de la coletita y los pendientitos quiere decidir por cuánto tienes que alquilar tu casa y, si Ábalos no le para los pies, que en ello está, obligarte a destinar a fines sociales todas las viviendas que poseas a partir de la quinta. Es decir, que si gozas de la suerte de poseer 20 viviendas en la zona más cara de Barcelona o Madrid podrás alquilar al precio que te venga en gana las cinco primeras pero desde la sexta hasta la vigésima será al que establezca el Ejecutivo. Sobra decir que, si se sale con la suya, el mercado inmobiliario se irá a tomar por saco. Por cierto: lo de la okupación es sencillamente escandaloso. En España se allanaron 7.450 moradas el año pasado. Cataluña, con la gran Colau al frente, es el paraíso de estos delincuentes: se okuparon 3.611 propiedades, seis veces más que en la Comunidad de Madrid y el triple que en Andalucía. No comentaré estos datos porque se comentan por sí solos.

8.-Podemos sí que es inviolable. Otra anormalidad democrática es que Podemos se haya ido hasta ahora de rositas de todos los marrones judiciales en que se ha visto envuelto. Bien por presiones del sorayismo en su tiempo para continuar inflando el globo e impedir la vuelta al poder del PSOE, bien por el miedo invencible que les entra a algunos jueces cuando se topan con un caso de estos maleantes. Si al PP le trincan con una financiación como la venezolana o la iraní de Podemos, lo de Gürtel se queda corto. Hubiera ido palante hasta el botones de Génova 13. Veremos cómo concluyen las instrucciones de Manuel García-Castellón y Juan José Escalonilla. Por lo que veo, son jueces decentes, impecablemente respetuosos con la legalidad. La gran pregunta es si por arriba harán luz de gas. De momento, en ese Supremo que no procesa ni condena a un aforado ni por equivocación, se repite esa triste historia de siempre, que confirma que la ley no es igual para todos. Podemos es más inviolable que el jefe del Estado, que ya es decir.

9.-Los maleantes en el Consejo de Ministros. Hablando de maleantes, en los 40 años de democracia lo normal es que en el Gobierno estuvieran los defensores del Estado de Derecho y en las calles, en el lumpen o en las cloacas los malhechores. Lo normal en la democracia española y en cualquiera digna de tal nombre. Ahora, no, ahora los maleantes están sentados en el Consejo de Ministros. Lo digo por Pablo Iglesias e Irene Montero, no por Yolanda Díaz o Manuel Castells que, por muy equivocados que estén, que lo están, son gente honorable. Esta semana y la anterior, Hasél estaba en la calle por terroristas callejeros y en el Ejecutivo a través de sus embajadores podemitas.

10.-Ministerio de Desigualdad. Un departamento de Igualdad nunca está de más. Lo tienen o lo han tenido históricamente las democracias de más calidad de Europa. Desde las escandinavas hasta la alemana, pasando por la francesa o la holandesa. Eso es una cosa y otra montar un chiringuito dotado con 450 millones de euros para que la enchufada compañera sentimental del machistoide número 2 del Gobierno nos diga que los niños son niñas y las niñas, niños. O para que nos retrate a todos los hombres como maltratadores por el mero hecho de ser hombres. O para que envíe cartas amenazantes a los fabricantes de juguetes para que eliminen el color rosa en las muñecas. O para que forre el lomo a asociaciones que defienden a esos delincuentes de tomo y lomo que son los okupas.

11.-Cuando la caza de brujas es ley. La ley del “sólo sí es sí” es otra viva expresión de la España de Pablo Hasél. Una norma que el Consejo General del Poder Judicial ha descalificado por unanimidad. ¿Es obligatorio el “sí” en los prolegómenos del acto sexual? ¿Qué ocurrirá si una mujer se inventa que no hubo “sí”? ¿Cómo demostrará el hombre que la anuencia se produjo? ¿Habrá que grabar todas las relaciones sexuales por si acaso? Esto es macarthysmo puro y duro. Una caza de brujas sin sentido. Cuando, como mantenía con todo el sentido del mundo Cayetana Álvarez de Toledo, el silencio es en el 99% de las ocasiones sinónimo de consentimiento. En lugar de satanizar al hombre, en lugar de enfrentarlo con la mujer, Irene Montero debería cambiar el orden de prioridades y meter en clases de Igualdad a su pareja, a un indeseable que manifestó que le encantaría “azotar hasta que sangre” a Mariló Montero y que en sede parlamentaria ofreció su despacho a Andrea Levy para que “se entienda” con el diputado podemita Miguel Vila.

12.-Falseamiento de la historia. La España de Hasél es también la que reescribe nuestro pasado a través de una Ley de Memoria Histórica/Democrática que ignora un hecho elemental: la Guerra Civil fue una contienda de malos contra malos, la peor que se pueda librar porque enfrentó a hermanos y amigos en una espiral de sangre que se cobró medio millón de almas. Por otra parte ilegalizar la Fundación Franco o perseguir penalmente la apología de la dictadura es un agravio comparativo cuando Otegi campa a sus anchas, cuando el brazo político de lo que fue ETA (Bildu) es legal y cuando no se ha puesto fuera de la ley a las formaciones protagonistas del 1-O.

Cuando una nación, un proyecto colectivo o incluso algo tan pequeño como es un núcleo familiar pierde sus valores y deroga de facto o de iure las normas más elementales, llega el imperio del mal. El totalitarismo. El pensamiento único. La anarquía. La ley del más fuerte y la del Talión, que sustituyen al Código Civil, el Penal, el Mercantil y la Constitución. Cuando el bien es el mal y el mal, el bien, ganan los malos. Siempre. Absolutamente siempre. En el momento en el que agredir, injuriar, calumniar, acosar, amenazar, poner en la diana, robar e incluso matar sale gratis o muy baratito, la democracia desaparece. La España de Hasél no es para tomársela a broma.

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