La escuela pija de Pablo Iglesias

En la escala de dureza de los materiales la jeta de Pablo Iglesias marca el máximo nivel. Ríanse ustedes del diamante. Tras el apasionante «siempre viviré en mi piso de Vallecas» llega el «los papás pijos mandan a sus nenes rubios a los colegios privados para no juntarse con niños gitanos e inmigrantes». Ya solo falta que se descubra que en la taberna progresista del líder de Canal Red hay un taller clandestino de trabajadoras infantiles orientales cosiendo a máquina durante dieciséis horas diarias.
Llevar a tus hijos a una escuela concertada o privada no es nada malo. Ni merece ningún tipo de reproche social. Pero tras años de darnos la turra con la educación pública por narices para todos merecemos cachondearnos de Iglesias, la ex ministra sueltavioladores y de todo su entorno político. Me recuerda a todos los líderes separatistas y socialistas empeñados en que los niños catalanes sufran una empobrecedora inmersión lingüística en catalán mientras ellos llevan a los suyos a escuelas de élite donde la inmersión ni se la ve ni se la espera.
Es la actitud tradicional de la presunta izquierda, que receta aceite de ricino para todos, pero ellos se evitan mucho de probarlo. Degradan los servicios públicos que dicen defender y que no usan. Todavía recuerdo a Carmen Calvo salvando su vida en la clínica Ruber, que muy pública no es. Cobrando noventa o cien mil euros al año de dinero de nuestros impuestos es muy sencillo que estos políticos de presunta izquierda recurran a los servicios privados mientras obligan a todos los ciudadanos que quieran tener una mutua o una escuela concertada, para poder disfrutar de una sanidad y una educación con un mínimo de calidad, a pagar doblemente por la educación y la sanidad.
Es como lo de encerrar a la gente en su casa e irte de copas en medio de la pandemia. Cómo hizo la actual tercera autoridad del Estado, la siempre fiel al sanchismo ‘cariño’ Armengol. Son tantos los casos de doble rasero que darían para llenar la enciclopedia Espasa Calpe. Para los lectores más jóvenes era un compendio del saber que estaba en buena parte de las bibliotecas españolas y que tenía más de 100 volúmenes. Se quedarían cortos para detallar todas las incoherencias de Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y otros héroes del progresismo mundial.
Como Ada Colau y su heroica flotilla de la libertad que parece más un crucero de estudiantes de viaje de paso del ecuador que unos héroes progresistas dispuestos a poner sus cuerpos para defender a todos esos niños palestinos que, según ellos y la propaganda de Hamas, se mueren de hambre mientras Netanyahu se bebe su sangre. La guerra en Gaza es un tema demasiado complejo para dejarlo en manos de estos propagandistas cuyos rostros son de cemento armado. Espero que les hicieran descuentos en los cubatas que muchos de ellos se tomaron en Menorca. Estos valientes luchadores merecen, como mínimo, un dos por uno en sus consumiciones de whiskies madurados en barrica de roble venezolano.
Que Pablo Iglesias e Irene Montero matriculen a sus hijos en una escuela privada demuestra que se preocupan por ellos. Su partido y el resto de partidos de izquierda han degradado tanto la educación pública que, si quieres un poco a tus chavales y tienes un mínimo de dinero disponible o te puedes endeudar, es obligatorio llevarlos a algún centro donde puedan aprender algo útil para que sean personas de provecho. Y me parece razonable que Pablo Iglesias quiera que sus hijos sean ciudadanos bien formados y que puedan tener un futuro profesional fuera del activismo institucional a cargo de los impuestos de todos los españoles.
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