El escrutinio bananero del presidente que intentó un pucherazo
En la tarde del sábado 1 de octubre de 2016 los partidarios de Pedro Sánchez fueron sorprendidos escondidos detrás de una cortina, votando en una urna que nadie sabe de dónde había salido ni qué tenía dentro, durante el Comité Federal de un PSOE roto por los intentos de su Secretario General de pactar con podemitas, independentistas y proetarras, para ser investido Presidente. Los gritos de “pucherazo” se escucharon entre lágrimas e insultos de unos militantes socialistas que no se podían creer lo que estaba ocurriendo. Sin ningún control, sin reglas, sin censo, sin urna verificada, sin interventor y tras un panel blanco, los pedristas intentaban convocar de forma secreta un Congreso extraordinario exprés. A Sánchez no le quedó más remedio que dimitir y una gestora se hizo cargo del partido. Un intento de pucherazo no menos tramposo que la tesis doctoral que le ha hecho acreedor del poco honroso título de doctor ‘Cum Fraude’.
Unos meses después Sánchez le ganó las primarias a Susana Díaz, pactó la moción de censura con proetarras vascos, golpistas catalanes y chavistas venezolanos, mintió asegurando que se trataba sólo de convocar elecciones y se pasó casi un año entero usando toda la maquinaria del Gobierno para hacer campaña electoral desde la presidencia. Lo que nos trajo a las elecciones generales del pasado 28 de abril y a las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo. Elecciones que se han caracterizado por tantos escándalos e irregularidades que, como mínimo, hacen que se las califique como “escrutinios bananeros” que, casualmente, han beneficiado en todos los casos al PSOE de Pedro Sánchez, otorgándole la posibilidad de mantener grandes cuotas de poder y convirtiéndolo a él en el vencedor indiscutible de los comicios.
En Ibiza ganó el PP y de repente, se dan cuenta de que habían hecho mal el recuento, cambian tres concejales y pasa a gobernar el PSOE. En León miembros del PSOE convencieron a dos vocales para que rectificaran un acta que habían firmado por triplicado y así otorgarle la Alcaldía de la ciudad al PSOE, tras arrancar el concejal a VOX. En Badajoz al menos un interventor del PSOE fue sorprendido votando dos veces, una en la mesa en la que estaba censado y otra en la que ejercía como ayudante socialista, sospechando el PP que esto mismo lo pueden haber hecho otros de los más de 200 interventores del PSOE en la capital pacense. La Junta Electoral revisó 800 mesas en Zaragoza por irregularidades el 26-M, después de que se aceptase un recurso de la Chunta Aragonesista, quienes habían perdido un diputado en favor, otra vez, del PSOE. Múltiples errores que huelen a pucherazo que apesta y que han hecho que el Gobierno se escude detrás de la empresa adjudicataria del escrutinio, Scytl.
Lo que llama poderosamente la atención es que en anteriores elecciones municipales, autonómicas, europeas ni en las generales, nunca se han denunciado tantísimos fallos en el escrutinio como los que están siendo noticia desde la llegada de Pedro Sánchez al poder. El Pedro Sánchez que intentó mantenerse de Secretario General de su partido dando un “pucherazo” en su Comité Federal, el que es doctor ‘Cum Fraude’ gracias a una tesis “fake” con un alto porcentaje de párrafos plagiados, el que ha firmado un libro autobiográfico escrito por otra persona, el que prometió que su moción de censura era para convocar elecciones de forma inmediata. El problema es que el presidente del Gobierno de España no tiene ninguna credibilidad y debería haber dimitido al demostrarse que es un reputado tramposo. Pero como no lo hizo, todos los escándalos e irregularidades del escrutinio bananero nos hacen sospechar de él.
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