Detrás de ese sello infame hay un reguero interminable de cadáveres

Detrás de ese sello infame hay un reguero interminable de cadáveres

Que Correos, empresa pública, haya lanzado un sello conmemorativo del Partido Comunista de España (PCE) con motivo de su centenario deja bien a las claras que este Gobierno hace apología de una ideología causante de millones de muertes en el mundo. Y lo hace con el dinero de todos los españoles, exhibiendo un grimoso sectarismo, seña de identidad de un Ejecutivo que mientras impulsa la Memoria Democrática en homenaje a las víctimas del franquismo rinde tributo a un atroz pensamiento político incompatible con la dignidad humana.

No hay precedentes de que una democracia occidental dedique un homenaje al comunismo en un sello oficial, lo que demuestra que el Ejecutivo de Pedro Sánchez se ha erigido en abanderado de una ideología criminal que dejó un reguero interminable de cadáveres. En nombre del comunismo que ahora ensalza el Gobierno se llevaron a cabo infames genocidios. Es, sencillamente, nauseabundo, pero al mismo tiempo revelador del grado de perversión moral de un Ejecutivo que no es capaz, siquiera, de disimular.

Detrás de ese sello miserable hay asesinatos en masa, deportaciones y crímenes contra la humanidad. El Parlamento Europeo equiparó al comunismo con el nazismo, por lo que el sello constituye en sí mismo un reconocimiento explícito a una ideología perversa en contra del criterio de la UE. Los sellos del PCE comenzarán a circular a partir del próximo lunes, 14 de noviembre, debido a que, según Correos, ese mismo día de 1921 surgió el Partido Comunista de España «tras la intervención de la Internacional Comunista» para unir al Partido Comunista Español y al Partido Comunista de España. «Una historia -dice- con muchos rostros de mujeres y hombres que decidieron comprometerse para cambiar la realidad de un país injusto y desigual». De Paracuellos nada, claro está. Provoca vergüenza comprobar cómo el Gobierno de España se ha subido a lomos del sectarismo más ignominioso y galopa a toda prisa enarbolando los símbolos -la hoz y el martillo- de una ideología mortal.

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