La cortina de humo de Biden para ignorar a Sánchez
Esta semana trascendió que el motivo por el que el presidente de los EE.UU sigue ignorando, cinco meses después, a Pedro Sánchez hay que encontrarlo en la apretada agenda política española, siempre de cita en cita electoral. Pero no es esa la verdadera razón. No es más que una cortina de humo de las autoridades estadounidenses con la que intentar frenar las constantes preguntas de los periodistas españoles intrigados ante tal histórico desprecio diplomático.
Las elecciones catalanas son las únicas celebradas hasta la fecha desde que Joe Biden fuera elegido nuevo inquilino de la Casa Blanca. Pero realmente dichas elecciones no fueron convocadas hasta bien entrados en el mes de diciembre. Por lo tanto, desde los días posteriores al 3 de noviembre -día electoral en EE.UU- hasta el 21 de diciembre -cuando el separatista Pere Aragonés firmó el decreto de la convocatoria de las elecciones- transcurrió un mes y medio en el que Biden ya se había entrevistado con los líderes de las grandes potencias europeas y con los líderes de los países aliados más relevantes en el mundo, desde Francia o Alemania y Reino Unido pasando por Israel o Japón.
Incluso los presidentes de países mucho más irrelevantes en la escena internacional fueron atendidos al teléfono por el presidente Biden, como son los casos de Argentina, Costa Rica, Chile, Sudáfrica, Kenia, Nueva Zelanda, Jordania o Costa Rica. El hecho cobra mayor relevancia si se considera que el dirigente español y el estadounidense están teóricamente muy cerca en lo ideológico, aunque muy lejos en lo práctico.
El presidente estadounidense no se fía de su colega español, ni se fía del gobierno que tiene con los comunistas de Podemos al frente. Por mucho que lo quieran maquillar los estadounidenses con la excusa de las elecciones, en 2008, cuando Obama se proclamó vencedor por primera vez, también había unas elecciones a la vista como lo fueron las del País Vasco en marzo de 2009. Pero no por ello, se aparcó la llamada de cortesía entre el flamante presidente y el inicuo Zapatero. Las elecciones madrileñas actuales tampoco pueden servir de excusa porque fueron convocadas casi dos meses después de Biden llegara a la Casa Blanca tras jurar su cargo como presidente. En ese ínterin, el mandatario de la primera potencia tuvo tiempo para contactar con decenas de dirigentes internacionales de menor peso diplomático que el español, pero Sánchez volvió a quedarse fuera.
No quiero ni pensar lo que estarían escribiendo las terminales mediáticas de la Moncloa si el desprecio diplomático procediese no ya de Biden sino de su antecesor, Donald Trump. Irrespetuoso sería lo menos que le habrían dicho. Pero ya tenemos experiencia en como la ley del embudo es ancha para ellos y estrecha para los demás. La doble vara de medir con la que la izquierda trata siempre a quienes no piensan como ellos.
La no llamada de Biden a Sánchez como la no conferencia de Sánchez a cuenta de la Cumbre del Clima no son temas baladíes. Por un lado, muestra las ansias y las prisas de un presidente de medio pelo, como es visto Sánchez en la comunidad internacional, por hacerse la foto con Biden. Los suyos se consuelan con su inglés leído en el teleprompter pero que no sirve de nada. Rajoy no hablaba inglés, pero devolvió a España el prestigio internacional que había minado Zapatero. Ahora estamos en las mismas. El prestigio de un presidente en el mundo no se mide por el tamaño de su país o el tamaño de la economía, sino por los resultados de la gestión. Y ahí Sánchez sólo puede exhibir muertos, miseria y ruina.