Con la Constitución y contra quienes la atacan

Con la Constitución y contra quienes la atacan

Este pasado sábado se produjo una gran concentración en Madrid, en la plaza de Cibeles, para denunciar la política del presidente Sánchez y su deriva autoritaria, apoyado en los enemigos de la libertad y de la Constitución. Pese a posibles triquiñuelas del Gobierno, impidiendo que se celebrase en una zona más amplia, como es la plaza de Colón, miles de personas acudieron a la llamada de las asociaciones convocantes y llenaron Cibeles y todas sus calles adyacentes.

Esa concentración es la reacción de una sociedad que no quiere ver cómo se fulmina el valor de la Transición, la reconciliación de todos los españoles que hizo modélico nuestro paso de un régimen autoritario a otro democrático y que fue el origen -tras las bases del desarrollismo español de los años sesenta- al gran crecimiento económico de España y a su incorporación al grupo de grandes naciones desarrolladas. Nada de ello habría sido posible sin la monarquía parlamentaria, encarnada entonces por don Juan Carlos y ahora por don Felipe, cuyo papel arbitral y su enorme prestigio han sido la herramienta clave para impulsar nuestra expansión. Todo ello, conseguido gracias al espacio de libertad que la Constitución nos trajo.

Pues bien, Constitución, Monarquía, Libertad y la propia unidad de España se encuentran comprometidas, pues hay un grupo no numeroso, pero sí muy influyente en las decisiones que se toman, que trata de acabar con ellos. Los independentistas, el antiguo brazo político de ETA y los golpistas que fueron condenados por sedición -y que, probablemente, había motivos jurídicos para condenarlos por rebelión- trabajan constantemente para debilitar todo nuestro entramado constitucional, para derribar la monarquía parlamentaria, para terminar con la unidad de España y para cercenar también nuestra libertad.

El gran drama se encuentra en que Sánchez, en lugar de combatir a todos esos grupos e impedir sus propósitos, se alía a ellos para gobernar. Él, que prometió «guardar y hacer guardar la Constitución», va de la mano de quienes quieren derruirla sólo para permanecer en el poder.

No se puede convocar un referéndum de autodeterminación o independencia en Cataluña. Si se quiere modificar la Constitución, que trate de hacerlo por los cauces legales establecidos para ello, donde tendríamos que opinar todos los españoles. No puede seguir en permanentes concesiones para comprar cinco minutos más de tiempo en La Moncloa. No puede seguir acercando a los asesinos etarras a las cárceles del País Vasco, donde el gobierno vasco probablemente les concederá rápidamente beneficios penitenciarios. No puede seguir gobernando con un partido político como Podemos, cuyo ejemplo son dictaduras camufladas como las de Maduro en Venezuela, que sólo puede llevarnos a una pérdida de libertades y a la miseria económica.

Todos esos grupos atacan a la Constitución, atacan a la Monarquía, atacan a la Libertad y atacan a España. Sánchez, al aliarse con ellos, se convierte en uno de ellos, con el agravante de que es el presidente del Gobierno. Todavía está a tiempo de rectificar antes de perder las próximas elecciones -cosa que parece que ocurrirá- y romper con esas terribles amistades, porque de lo contrario será recordado como el aliado de todos ellos y quien desde la presidencia del Gobierno debilitó a España. La economía la va a dejar mal, muy mal, estructuralmente, pero siendo grave, será casi el daño menos importante del conjunto de quebrantos que infligirá a España. Mientras, el grueso de ciudadanos ha de seguir defendiendo la Constitución, como este sábado, aunque Sánchez los insulte y desprecie diciendo que quieren una España excluyente. No, lo que quieren es vivir en libertad, prosperidad y armonía, en su país, que es España, defendiendo la Constitución de todos los que la atacan y, de momento, Sánchez, para mantenerse en el poder, se ha situado del lado de los enemigos de la Constitución.

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