Alejo Stivel: «Era un animal, no me arrepiento de nada»
El líder de Tequila lo tuvo todo: dinero, fans, excesos y escenarios

Yo Quería Ser Normal, gritaba Alejo Stivel, alma de Tequila, en una de sus canciones. Pero en su vida casi nada lo fue. Madre actriz, Zulema Katz, un padre ausente durante años y el poeta y guerrillero, Paco Urondo, como padrastro. De niño, correteó en las tertulias que su familia organizaba con, entre otros, Borges; de adolescente, se rebeló contra el poder, hasta que, para salvar la vida, tuvieron que huir de Argentina. El refugio: Madrid.
Tocaba en casa; con 20 años montó una banda (iba para guitarrista rítmico y terminó cantante) y en cuatro días llenaron estadios. Su fama explotó en 1976. Vivió el vértigo de la fama y la resaca que vino después. Ídolo de masas, con él saltaron los jóvenes españoles en plena transición, saltaron sus canciones.
Lo tuvo todo: dinero, fans, excesos, escenarios… Y se apagó todo. Luego, a los años, llegó el Alejo productor, el que renació haciendo grandes a otros, puliendo, definiendo estilos, como a Sabina y su 19 días y 500 noches. Nos cuenta de él.
Hoy, en EL FOCO, hablamos con este auténtico superviviente del rock. De los hits que marcaron una generación, de la fama, las drogas, la oscuridad del pozo y del renacer, de cómo se vive después de haber sido una estrella, y de lo que le diría a aquel Alejo de veinte años.