El comunismo en España, anomalía en Europa

El comunismo en España, anomalía en Europa
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La semana pasada tuvo lugar en las Cortes valencianas un episodio que da que pensar: David García, el diputado obrero de Vox, exhibió tachadas una esvástica y una hoz con un martillo como muestra de rechazo a los regímenes totalitarios. Hay que recordar que una resolución reciente del Parlamento europeo (resolución 2019/2819) condena el comunismo (equiparándolo con el nazismo como ideología igualmente abominable), exige memoria histórica con las víctimas, y pide que no se haga homenaje alguno a los verdugos. Ante el gesto del diputado de Vox, algunos diputados de izquierdas se levantaron y se fueron, otros dieron la espalda y el Presidente de la asamblea exigió retirar el símbolo. Toda la polémica se centró en la aparición de la esvástica. Apenas se reparó en que estaba tachada y que llevaba al lado la hoz y el martillo. De estos últimos ni se habló, descartando naturalmente toda posible equiparación.

La anécdota es bien expresiva de nuestro sistema político: en la España del régimen del 78 el comunismo está siendo blanqueado (como se dice ahora). El hecho de que el comunismo fuese la principal fuerza de oposición al régimen anterior, unido al patriotismo del PCE en la transición, hacen que aquí nadie se plantee condenar al comunismo como en otros países. En España, durante Franco y después de Franco, ha habido una legitimación blanqueadora del comunismo debido a su condición de victima de la dictadura.

Con todo, no ha sido este blanqueamiento reparador de la víctima lo único que ha permitido pervivir al comunismo en España indemne de condenas. Junto a la victimización, ha habido una utilización consciente y malintencionada del comunismo por establishment: al igual que durante el franquismo el régimen supo aprovechar que la única alternativa (la comunista) era peor que lo que había para perpetuarse, la casta del régimen actual ha sabido dejar al comunismo como casi única alternativa al régimen, evitando siempre el cambio con la excusa de que la alternativa es muy peligrosa. El último gran episodio ha sido el tiempo político reciente marcado por Podemos. En unos tiempos caracterizados por una fuerte demanda de regeneración democrática, el poder político y mediático favoreció que Podemos/IU patrimonializasen la alternativa. Y con la excusa del peligro comunista, ni se dio paso a listas abiertas, ni se potenciaron consultas directas, ni se cambio de la ley electoral, ni se acabó con el nombramiento político de los Jueces, ni se abordaron las cesiones a los nacionalistas, ni hubo pacto educativo. Paralelamente, a quien tenía un programa más consistente para la regeneración de nuestra democracia como fue UPyD, se le hizo el vacío mediático propiciando a cambio el surgimiento de una fuerza, Ciudadanos, que de momento no sabemos para que ha servido.

El viernes se cumplen 41 años de la Constitución. Sigue habiendo quien piensa que nuestra democracia tiene no pocas anomalías derivadas de ser en realidad una post-dictadura. Creo que a esas anomalías habría que añadir sin duda el anómalo estatus que el comunismo tiene en nuestro país. Un estatus impropio de una democracia europea normal. Un estatus que, con todo, no es sólo mérito de los comunistas, sino que en buena medida procede del establishment bipartidista post-dictatorial, que ha sabido blanquear al comunismo en su propio provecho para evitar los cambios democráticos que una alternativa liberal si que hubiese conquistado.

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