Ciudadanos, ¿pilla lo que puedas y corre?

Ciudadanos, ¿pilla lo que puedas y corre?

No fui de las que se rasgó las vestiduras cuando Arrimadas apoyó al gobierno en la anterior petición de prórroga. Lo puse entre paréntesis por si se trataba de una jugada de billar en la que los socios independentistas de Sánchez pudieran quedarse, en un grado que veríamos, fuera de juego. Un movimiento que podría desordenar un tablero que se daba ya por cerrado y definitivo.

Este vago optimismo quedó desarbolado por el pacto del gobierno con este partido del oscurantismo y el fanatismo asesino que es Bildu. Ese con el que nunca jamás un demócrata debería tener algo que ver. La línea roja entre las rojas. Inés, decían, “ha sido engañada”. Yo no sé si se la colaron, pero su grito de indignación no se oyó en el Cielo. Pero ahora ya no hay engaño posible, y esta sexta prórroga que Ciudadanos volverá a apoyar es cristalina en cuanto a pista y participantes. Ahora ya no es superchería, es traficar en los bajos fondos a sabiendas. Si en la anterior negociación supo, una vez que se votó en el Congreso, que Sánchez había acordado con los proetarras de Bildu la derogación de la reforma laboral del PP, ahora su representante Edmundo Bal firma una desescalada idéntica en toda España cuando el Presidente ya tiene el acuerdo con el PNV para que el País Vasco vaya por libre y también ECR para Cataluña. No se sabe bien cuál ha sido la ventaja de asociarse, aunque sea por un tiempo concreto, con un partido golpista que era su adversario más directo en el Parlamento de Cataluña.

Ah, Ciudadanos. De entrada, parece el socio más “virtuoso”. No se piden “cosas” para ellos, tipo mesa de negociación, reformas laborales corrosivas o reparto sin controles estatales de los dineros de Europa. Pero, como la mujer del César que, además de ser irreprochable tenía que dar esa impresión, da mala espina que reciban justo ahora el regalito de obtener un puesto en la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia (CNMC). Lo aprobó el Consejo de Ministros, a propuesta de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y habrá un bonito reparto del que quedará fuera el PP (de Vox ya ni hablamos). Se codearán los naranjas con Esquerra, PNV y Podemos. No puede ser un sueño que embelese a los votantes y afiliados de todos estos años.

Aunque ese acuerdo despertase el recelo del PNV y de ERC, ya lo han repasado todo y comprobado que se cumplen «letra por letra» sus condiciones. Hasta ERC, pasado ya aquel sofoco, se permite sarcasmos y dice que su acuerdo con el Ejecutivo vuelve a convertir al partido liberal en «irrelevante».

Pero Ciudadanos está satisfecho porque dicen que han servido para erosionar más al Gobierno por las claras reticencias de Podemos, ERC o PNV a pactar con ellos. No como el PP o Vox, que han “cohesionado” a Sánchez.  Alardean de su vuelta al centro y del fin del “frentismo”. Hasta hablan de hacerlo «por la política útil y por la moderación». Penoso. “En el medio del camino hay una línea amarilla y un armadillo muerto”, decía un político americano poco amigo de medias tintas y de puntos medios. ¿Desde cuándo Ciudadanos se vanagloria de la nada? Nada se ha conseguido cuando están los separatistas y comunistas tan satisfechos. Hasta el ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha sugerido la posibilidad de sentarse con Cs a negociar unos presupuestos porque «Hay mucho margen de entendimiento». Madre mía. El Gobierno vuelve a tener vía libre y puede dedicarse a hacerse publicidad y a sostener a sus ministros (presuntamente) prevaricadores.

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