Ceuta está siendo invadida

Ceuta está siendo invadida

La ministra Arancha González Laya era una gris funcionaria de comercio hasta que Pedro Sánchez le aplicó el famoso principio de incompetencia de Peter según el cual, en cualquier organización jerarquizada, todo empleado tiende a ascender hasta alcanzar su nivel de incompetencia. En su currículum figuran estudios de Derecho Internacional y desempeños en la Organización Mundial del Comercio y el Centro de Comercio Internacional de Naciones Unidas en los que la inutilidad de González Laya pasaba más o menos inadvertida cuando se entretenía con sus enredos con el comercio internacional, embarullándolo con el cambio climático y engatusando con el empoderamiento de las mujeres empresarias. Frivolidades que malgastaban el presupuesto público, aunque poco más daño podían hacernos. Pero nada más tomar posesión de su cartera ministerial ya amenazó con los desbarajustes de los que iba a ser capaz al prometer que pensaba dedicarse a “defender sin complejos los derechos humanos y el multilateralismo”.

Y así, en apenas un año, ha sido ya capaz de malbaratar la negociación de Gibraltar tras el Brexit con su vergonzoso «encuentro bilateral» con el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo; hacer que pasen tres meses desde que Joe Biden es presidente de los EEUU, sin haber conseguido que Pedro Sánchez hable con él; demostrarse incapaz de que España adquiriese los equipos de protección necesarios durante la primera ola de la pandemia, etc. Y ayer sale diciendo que la masiva llegada de inmigrantes «no es fruto de un desencuentro con Marruecos» como consecuencia de la crisis diplomática abierta a raíz de la acogida en España del líder del Polisario, Brahim Ghali, para ser tratado del coronavirus tras ser trasladado desde Argelia, pese a que el Gobierno marroquí informa de que «la actitud de España suscita una gran incomprensión» así como algunas «dudas legítimas» como el hecho de que Ghali viajara a «escondidas y con un pasaporte falso» o que el Ejecutivo «consideró útil no avisar a Marruecos».

Nos posicionan así González Laya y Pedro Sánchez en el eje Polisario–Argelia–Rusia, colocándonos enfrente del más tradicional para España eje Marruecos–Estados Unidos. Un cambio estratégico que resultaría más comprensible si la ministra de Exteriores y el presidente del Gobierno estuvieran afiliados al partido de sus socios de Podemos, que son los que siempre han demostrado sus simpatías hacia la causa del Sáhara Occidental. Y este giro en la política internacional está teniendo las consecuencias que niega la ministra con los más de 6.000 inmigrantes marroquíes que ayer invadieron Ceuta, organizados por las fuerzas de seguridad del país vecino quienes, no sólo no impiden el paso de sus compatriotas, sino que organizan su bajada hasta la playa para darles paso franco hasta la valla que deberán rodear nadando. Invasión que ya había sido anunciada por Marruecos cuando amenazó a España con las «consecuencias» que tendría para nosotros acoger al líder del Frente Polisario sin haberles informado y usando una identidad falsa con la que, según Marruecos, se pretendía burlar a la justicia española, dado que Brahim Ghali está denunciado en nuestro país por graves violaciones contra los derechos humanos.

La ministra Arancha González Laya y el presidente Pedro Sánchez han puesto así en peligro nuestra soberanía. Hoy el ejército se ha visto obligado a desplegar efectivos del Grupo de Regulares y de la Legión en la frontera con Marruecos, para conseguir poner freno a la entrada masiva, al tiempo que han comenzado a ser devueltos un puñado de los que entraron ayer. Estas personas no huyen de una guerra, ni de una tiranía, ni de una sequía o hambruna, estos invasores que asaltan nuestras fronteras están siendo utilizados por el Gobierno marroquí para presionar a las autoridades españolas y torcer así nuestra política internacional por lo que resulta fundamental que todas y cada una de ellas, de forma inmediata y sin excepción, sean devueltas por donde han entrado para poner fin al ‘efecto llamada’ que supondría consentir que muchos de ellos se quedasen y el descrédito internacional que esta nueva victoria de Marruecos supondría. Arancha González Laya ya ha demostrado sobradamente su incapacidad; antes de que el daño sea irreversible hay que devolverla a su puesto de funcionaria gris del que nunca debió ser ascendida.

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