Candilazos

El caso Joker

El caso Joker
Segundo Sanz

La pieza de Tándem sobre un supuesto robo a la asesora de Pablo Iglesias se ha vuelto en contra del líder comunista porque ni hubo sustracción parapolicial ni la acusación ejercida por la formación morada se habría ajustado a Derecho, al contar con una presunta revelación de secretos por parte de los fiscales, según recogen los chats internos del antiguo equipo jurídico de Podemos que vienen publicándose estos días.

En esos mensajes, el que era abogado jefe del partido del círculo, José Manuel Calvente, reconoce que no hubo ningún robo del teléfono móvil de Bousselham, sino una «filtración» de «pantallazos» a la prensa. Nada de montaje policial. Y lo que resulta especialmente grave en un Estado de derecho, queda constancia de que el fiscal Ignacio Stampa se habría extralimitado al suministrar información secreta y «extraoficial» a la entonces abogada de Iglesias, Marta Flor, como ella misma admitió en el chat, sobre el curso de la investigación seguida por el juez instructor.

Haciendo uso de un lenguaje en clave, la letrada podemita Flor llamaba ‘Iron Man’ a ese fiscal, pero podría haberlo bautizado como ‘Dos Caras’, apodo del afamado fiscal Harvey Dent de la ciudad de Batman al que Joker gangrenó el alma y adentró en la noche tenebrosa. Queda por saber en esta oscura red de influencias, qué grado de conocimiento tuvo Pablenin de la «relación íntima», según Calvente, que mantuvieron Flor y Stampa, algo que refleja la propia abogada en el chat interno aparecido en los medios: «A este paso lo primero es averiguar si está casado», se proponía. ¿Estaba Iglesias al tanto de esta estrategia de información vaginal, como diría Villarejo?

La respuesta deja escaso margen para la equivocación si se tiene en cuenta que el vicepandemias, que se autoidentifica con el payaso enfermizo Joker, ofreció su despacho a Andrea Levy desde la tribuna del Congreso para que la diputada del PP y un parlamentario de Podemos «se conocieran». Machismo repugnante, feministra Montero.

Hay que tener una mente muy enrevesada y bastante endemoniada para construir toda una campaña contra una cabecera y su director —así se presentó Iglesias a las elecciones de abril de 2019 y el batacazo fue de órdago— a partir de un robo que no fue tal. De una mentira por la que el maquinador deja de figurar como perjudicado para ser visto como presunto autor de un delito de obstrucción a la Justicia y revelación de secretos.

Tanta patraña orquestada, una tarjeta SIM quemada y tal connivencia con los fiscales no puede quedar impune tratándose de un representante público que ahora ocupa la Vicepresidencia segunda del Gobierno y tiene acceso al CNI. Stampa tal vez llevaba una trayectoria brillante como el Harvey Dent de Gotham cuando recaló en Anticorrupción, pero jugó con fuego al acercarse tanto a la letrada de un Iglesias que es quien convierte en desgracia lo que toca y cada vez suma más cadáveres en el armario. El caso Dina es ya el caso Joker. Y debe dirimirse en el Tribunal Supremo porque la Fiscalía General, ¿de quién depende…? Pues eso.

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