British chapuza
Las autoridades británicas están dando una auténtica exhibición de incompetencia desde el pasado sábado por la noche hasta hoy. En primer lugar, por su negligencia con los terroristas de Londres, ya que todos ellos estaban fichados por su extrema radicalidad sin que nadie tomara medidas. Por otra parte, la falta de diligencia en la identificación de las víctimas roza el maltrato psicológico hacia sus seres queridos. Una chapuza impropia de un país tan relevante. Lejos de acelerar unos trámites que mantienen en vilo a la opinión pública —al menos de manera oficial hay tres personas desaparecidas entre las que figuran dos franceses y un británico—posponen cualquier comunicado oficial hasta dentro de 24 ó 48 horas. Una maniobra carente de humanidad que levanta las más que lógicas sospechas. Esta estrategia de desinformación tiene un objetivo: evitar que trascienda detalle alguno hasta que se celebren las elecciones generales de mañana jueves. Desgraciadamente, el disloque de este contexto lo ejemplifica a la perfección el caso de Ignacio Echeverría.
A pesar de que la muerte del joven español es un hecho, nadie en Reino Unido ha tenido la deferencia de comunicárselo a sus familiares más cercanos. Todos ellos se encuentran allí en estos momentos, a la búsqueda de las respuestas que no obtenían desde España. El silencio ha sido por ahora la única explicación de la Policía londinense. Incomprensible si tenemos en cuenta que saben desde el lunes la identidad del español tras hacerle la prueba de las huellas dactilares. Tanto es así que incluso llamaron al Ministerio de Asuntos Exteriores de España para decirles que era él y que también querían efectuarle una prueba de ADN para tener otra certificación más.
El héroe del monopatín es un ejemplo de valentía. Fue asesinado por los terroristas cuando intentaba salvar a una mujer. Tanto por su memoria como por la paz y el dolor de sus seres queridos, lo mínimo que podrían hacer desde el Gobierno británico es permitir que la familia repatríe el cuerpo y pueda darle sepultura. Lejos de eso, los mantienen en un insoportable compás de espera sin permitirles, ni siquiera, poder reconocer el cadáver del joven. Intolerable chapuza British a la que el Ejecutivo español debe dar una réplica.