Boeing y Airbus: el eterno dilema sobre la centralización
Las historias de Boeing y Airbus son muy parecidas pese a tener modelos de producción opuestos, aunque ambas terminan en problemas. Por un lado, Boeing mantiene un sistema muy descentralizado, dependiente de numerosos proveedores, que les ha llevado a polémicas como todo lo relacionado con el 737 MAX. Por otro, Airbus ha querido tener el control de todo el proceso, pero el que mucho abarca poco aprieta, y esta misma semana ha anunciado que padece de escasez de materiales necesarios para la fabricación de aviones.
La Bolsa reaccionó con una caída de más del 8% del precio de las acciones de Airbus a esta noticia. Tener todo centralizado les ha conducido a la falta de material, algo que no sucede con Boeing, pues tiene numerosos proveedores que le permiten esquivar con mayor eficacia los vaivenes de los mercados.
Claro, esto tampoco ha sido la panacea. De hecho, le ha costado al fabricante más de un disgusto. Tanto es así que su siguiente movimiento está siendo intentar comprar a su principal proveedor, Spirit AeroSystems. Con esta operación, la multinacional busca acabar con la polémica del 737 MAX.
Boeing y Airbus
El 737 MAX no es más que el resultado de una disputa empresarial entre Boeing y Airbus. Cuando este último crea la familia A320 NEO (new engine option, por sus siglas en inglés, porque montan motores nuevos), Boeing se ve apresurado a ampliar su 737 con celeridad. El A321 XLR es la última iteración de la familia NEO, un transoceánico de pasillo único.
Así, Boeing crea el 737 MAX con tal rapidez que provoca numerosos problemas. Para empezar, ocasiona varios accidentes con cientos de fallecidos por un problema relacionado con el software. Un programa de ordenador que no obedece al piloto y que corregía el vuelo en el despegue porque interpretaba que el avión estaba cayendo.
Corregido ese problema, el modelo volvió a salir en las noticias por sucesos como el de Alaska. En aquella ocasión, una puerta del avión salió expedida en el aire, aunque no hubo fallecidos. Todo esto puso al 737 MAX en el foco mediático. Es verdad que, en la actualidad, los pilotos declaran no tener ningún miedo a conducir estos aviones y, estadísticamente, sus fallos no son relevantes si se comparan con cualquier otro tipo de avión, pero su sentencia en el ámbito popular ya está dictada.
Los reiterados accidentes, según Boeing, han sido causa de fallos de control en el proceso de montaje, es decir, culpa de sus proveedores. La empresa tiene tal cantidad de cesiones a otras compañías que esto se volvió un problema. Evidentemente, las autoridades estadounidenses han apretado para que se incrementaran las inspecciones, que ahora son omnipresentes.
La otra salida es la de Airbus, con un proceso productivo centralizado. Sin embargo, sus títulos acumulan una caída semanal de cerca del 15%. ¿La razón? Problemas de abastecimiento y de costes. La cadena de suministro, completamente monopolizada internamente, colapsa.
Esto es algo parecido a lo que le pasó a la vieja Pescanova. Cuando una compañía busca controlar toda la cadena de producción, los costes reales se difuminan en un mar burocrático. Esto tiene relación con lo que Mises llamaba imposibilidad del cálculo económico en el socialismo.
Esto es fácil de entender si atendemos a la teoría de precios. Si yo tengo una cadena de producción con varias fases, la demanda de la fase siguiente me enviará información acerca del nivel de costes que puedo asumir. Así se conforma el precio entre fases.
Ahora, si una empresa asume dos fases, el precio desaparece, pues se transmite el recurso internamente para la fase siguiente. Si desaparece el precio, desaparece la información necesaria para conocer cuál es el nivel de costes máximo que puedo asumir. En definitiva, se elimina la información necesaria para adaptar el proceso productivo a la demanda real del bien.
Esto es algo que han entendido grandes economistas de la historia, como Milton Friedman -con todos sus errores- y la Escuela Austriaca: ¡Los precios son información! Sin ellos, no sabemos cómo, qué, cuándo o a quién producir.
En una industria como la de la fabricación de aviones, tener todo el proceso controlado puede ser positivo para asegurarse un resultado seguro y que encaja a la perfección, tanto con la normativa como en sí mismo. Sin embargo, las ventajas de la ingeniería se vuelven desventajas en la economía.
Si existe un mercado propio de construcción de alas de aviones, ese mercado debe de estar expuesto a la compra venta y no estar sujeto a la instancia última de toda la cadena, es decir, al avión en sí mismo. El producto en sí es tan complicado que necesita estas particularidades.
No obstante, el caso de Boeing ha demostrado traer incidencias por el otro lado: la ingeniería. Así, tanto Boeing como Airbus han tenido problemas por sus modelos de producción. Quizás la virtud esté en el punto medio, ni centralizarlo todo, ni descentralizarlo. Puede que esto sea consecuencia, también, del duopolio Airbus-Boeing, ¿quién sabe?