El Banco Central Europeo empieza a dudar

El Banco Central Europeo empieza a dudar

El Banco Central Europeo (BCE) vuelve a tener ciertas dudas sobre qué hacer con la política monetaria. En julio de 2012, se metió en un laberinto en el que es muy sencillo entrar pero muy difícil salir, que es el de la gran expansión monetaria a través del programa extraordinario de liquidez que puso en marcha. Entonces, a razón de 60.000 millones de euros al mes, inyectó una gran cantidad de dinero en el sistema para tratar de que el crédito fluyese.

Sin embargo, no logró su objetivo hasta muchos meses después, debido a que no había demanda solvente que solicitase financiación. Es verdad que ello sostuvo la financiación de las entidades financieras en difíciles momentos, pero también lo es que ha cortado su margen de intermediación, que es la base de su cuenta de resultados, de manera que ahora giran hacia un incremento de las comisiones.

Con todo, ante la mejora de la economía y ante la situación poco habitual de tipos a cero, con índices de referencia en negativo y con penalización abultada a las entidades financieras por exceso de liquidez —lo que está llevando a otra nueva guerra del activo, especialmente en captación de hipotecas, que esperemos no desemboque en precios muy bajos para un riesgo elevado—, el BCE ha ido reduciendo esa liquidez extraordinaria, primero a 30.000 millones al mes y, ahora, planea disminuirlo a 15.000 millones al mes, manteniendo tipos hasta junio de 2019.

El BCE duda y se pone de manifiesto en las medidas que está tomando. Sabe que debe volver a una ortodoxia monetaria, pero también comprueba ahora que es muy difícil salirse del camino que emprendió a mediados de 2012, especialmente con la desaceleración que se está produciendo en la economía. Habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos, pero, sin duda, el emisor se encuentra ante una situación compleja.

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