Trump prohíbe la entrada a EEUU a ciudadanos de Burkina Faso, Mali, Níger, Sudán del Sur y Siria

La Administración de Donald Trump ha ampliado de forma significativa su política de restricciones migratorias al imponer un veto casi total a la entrada en Estados Unidos de ciudadanos procedentes de Burkina Faso, Mali, Níger, Sudán del Sur y Siria. La medida, anunciada por la Casa Blanca, supone que los nacionales de estos países no podrán inmigrar ni acceder al país, salvo contadas excepciones.
Además del veto total impuesto a cinco países, la Administración Trump ha aprobado restricciones parciales para otros 15 Estados, cuyos ciudadanos verán severamente limitado su acceso a Estados Unidos. Se trata de Angola, Antigua y Barbuda, Benín, Costa de Marfil, Dominica, Gabón, Gambia, Malawi, Mauritania, Nigeria, Senegal, Tanzania, Tonga, Zambia y Zimbabue.
En estos casos, el Gobierno estadounidense no ha decretado un bloqueo absoluto, pero sí ha suspendido la concesión de visados de turista y de estudiante, lo que en la práctica impide la entrada legal de la mayoría de los ciudadanos de estos países mientras el veto esté en vigor. Las autoridades han señalado que la medida forma parte de una estrategia preventiva de seguridad y control migratorio, aunque no han especificado una fecha concreta para su levantamiento.
Con esta ampliación de las restricciones, la Casa Blanca refuerza su ofensiva contra la inmigración legal procedente de África, el Caribe y otras regiones, consolidando uno de los giros más duros de la política migratoria estadounidense en las últimas décadas.
La decisión se enmarca en el endurecimiento de la política migratoria impulsada por Trump, quien ha reiterado su intención de frenar la llegada de inmigrantes procedentes de lo que ha denominado “países del Tercer Mundo”. Según el Gobierno estadounidense, la ampliación del veto responde a motivos de seguridad nacional y control fronterizo.
El anuncio llega tras un incidente ocurrido en Washington en el que un ciudadano afgano fue acusado de disparar contra dos miembros de la Guardia Nacional. A raíz de ese suceso, Trump afirmó públicamente que planeaba “pausar de forma permanente la migración desde todos los países del Tercer Mundo para permitir que el sistema estadounidense se recupere”.
Además de estos cinco países, la Administración ha endurecido también las restricciones para otros Estados, aunque en este caso mediante vetos parciales que afectan principalmente a la concesión de visados de turista y estudiante. Sin embargo, para Burkina Faso, Mali, Níger, Sudán del Sur y Siria, el bloqueo es prácticamente total.
Desde el Departamento de Seguridad Nacional, la secretaria Kristi Noem respaldó públicamente la decisión tras reunirse con el presidente, defendiendo la necesidad de aplicar un veto amplio como respuesta a lo que considera una amenaza para la seguridad interna del país.
La medida ha generado críticas por parte de organizaciones de derechos humanos y expertos en inmigración, que advierten de que el veto afecta a miles de personas que buscan reunificación familiar, estudios o protección internacional. Aun así, la Casa Blanca sostiene que se trata de una acción necesaria dentro de su estrategia de control migratorio.
Con esta ampliación del veto, Estados Unidos refuerza una de las políticas más controvertidas del mandato de Trump, consolidando un giro aún más restrictivo en materia de inmigración legal y acceso al país.