Aunque Sánchez se invente fantasmas, los que hay están en la Moncloa

El Gobierno de Sánchez, para tratar de esconder su impericia -que roza la negligencia- ha decidido trasladar a la opinión pública la idea de que detrás del apagón que dejó sin luz a España o del robo de cobre que causó el caos en el AVE puede haber una mano negra dispuesta a todo con tal de erosionar al Gobierno. Se han inventado la existencia de supuestos sabotajes para erigirse en víctimas políticas de lo ocurrido, una maniobra de tintes conspiranoicos con los que tapar su falta de diligencia.
No es por casualidad que el Gobierno siga sin descartar un sabotaje en el apagón ni es casualidad que lo primero que dijo el ministro de Transportes, Óscar Puente, cuando los trenes se quedaron varados en la mitad de la nada, es que el robo de cobre tenía como objetivo último sabotear la red ferroviaria.
Por supuesto, la Policía no está siguiendo la línea de un Ejecutivo que se ha inventado la existencia de un supuesto complot para eludir su culpa en el apagón y en el caos ferroviario del pasado domingo y que lo único que está haciendo es generar incertidumbre con la esperanza de que pase el tiempo y los españoles, alguno por partida doble, olviden lo vivido.
Pedro Sánchez necesita culpables y como nadie es más culpable que el Gobierno ha ordenado fabricar fantasmas de forma artificial en una estrategia mezquina y ruin a partes iguales que busca generar dudas. Por supuesto, es un plan condenado al fracaso, porque los presuntos sabotajes a los que alude al Gobierno no son más que una obscena maniobra de defensa política y algún día se sabrá lo ocurrido.
Eso sí, el Gobierno sigue insistiendo en que la investigación del apagón llevará tiempo. Y tiempo es lo que necesita para que el impacto de lo ocurrido en esa semana negra se vaya diluyendo. Y, entretanto, Sánchez finge que hay fantasmas. Los hay, pero están en la Moncloa.