La «amenaza fascista» fue obra de un jubilado comunista y un perturbado

jubilado comunista

Todas las cartas recibidas por miembros del Gobierno -aquellas con navajas manchadas de rojo simulando ser sangre en vísperas de las elecciones a la Comunidad de Madrid en 2021 o las últimas con explosivos de hace unos meses- no eran «amenazas de la extrema derecha» -eso dijo la izquierda en vísperas de los comicios autonómicos y eso sugirió la candidata del PSOE a la alcaldía de Madrid, Reyes Maroto-, sino obra de un desequilibrado y de un jubilado fascinado por el régimen comunista soviético que coleccionaba recortes de Dolores Ibarruri, La Pasionaria. El jubilado de 74 años detenido este miércoles en Miranda de Ebro (Burgos) como presunto autor del envío de seis cartas con artefactos explosivos es un prorruso, nostálgico de la grandeza de la Unión Soviética, que guardaba, además, artículos laudatorios de la banda asesina ETA. O sea, que muy de extrema derecha no era, más bien todo lo contrario.

Pompeyo González Pascual no es un «loco», según las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sino alguien fanatizado por la ideología comunista. Es -pues-, siguiendo el patrón marcado en su día por el Gobierno, lo contrario de lo que entenderíamos como un «fascista». En su casa se encontró material explosivo para elaborar otros artefactos. La conclusión es que todos los intentos iniciales del Ejecutivo por rentabilizar políticamente el envío de las cartas amenazantes han terminado por volverse en su contra. El perturbado mental que mandó la navaja en 2021 distaba muchísimo de ser alguien de «extrema derecha» (recuerden que el Gobierno llegó a hablar, incluso, de una «amenaza fascista») y el tal Pompeyo González parece más bien un nostálgico del comunismo más ortodoxo. De modo que si lo que buscaba el Ejecutivo es tensar la situación advirtiendo sobre la presencia de fantasmas fascistas lo cierto es que los hechos le han dejado en evidencia. La moraleja que cabe extraer de todo esto es que ya puede ir inventándose otra historia, porque las elecciones están a la vuelta de la esquina.

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