¡Dios nos proteja, Zapatero en La Mareta!

Zapatero

Que Pedro Sánchez disponga del complejo de La Mareta para su uso y disfrute exclusivo, incurriendo en elevados gastos para el mantenimiento y adaptación a sus gustos y necesidades, no resulta muy edificante; que haya programado pasarse de vacaciones 23 días consecutivos, emulando a cualquier empleado cuya empresa cierra en agosto, no resulta muy ejemplarizante; pero de todo su plan vacacional es la proximidad a un Rodríguez Zapatero, rehabilitado en su versión de desvergonzado valedor de ilegalidades y autoritarismos, lo que resulta más inquietante.

El ex presidente ya ha sido formal e informalmente convocado a La Mareta, que le pilla a escasos quince minutos de su residencia en la Caleta de Famara, una de las zonas más bellas y exclusivas de la isla de Lanzarote (por cierto, una solución habitacional más de José Luis y Sonsoles, que, entre otras, tienen un chalet en Valdemarín con un valor por encima de los tres millones de euros y que hace poco se han trasladado a otra residencia en Puerta de Hierro).

Este país de memoria de pez se empeña en recordar lo que pasó hace 80 años, eso sí, selectivamente, pero no quiere saber nada de las barbaridades que han hecho la actual generación de políticos, aún a riesgo de que se pongan en disposición de repetirlas. Y es que el desempeño de Rodríguez Zapatero al frente del gobierno fue un despropósito desde el primer al último día de los larguísimos siete años que se extendió; desde la precipitada derogación del Plan Hidrológico y la desleal repatriación de las tropas que formaban parte de la misión de la ONU en Irak, hasta la bajada de pensiones y de salarios a que le obligó Obama en mayo de 2010.

Entre medias jugó a estadista visionario, tanto fuera como dentro de España: para acabar con los conflictos y hermanar definitivamente a los pueblos del mundo, abrazó aquella estupidez aspiracional de la Alianza de Civilizaciones; y aquí en nuestro país, apresuró el inevitable fin de la lucha armada de ETA a cambio de concederles una victoria política, dio alas a la deslealtad catalana abriendo la puerta al procés y, sobre todo, impulsó un revisionismo revanchista y sectario que desvalorizó la pax democrática de la transición y contribuyó a la polarización de nuestra sociedad.

Pero fue en la gestión de la crisis económica donde mostró la más absoluta inutilidad. El déficit alcanzado fue tan tremendo que llevó las cuentas del Estado a una bancarrota virtual, con la consiguiente amenaza de contagio a la economía europea. El presidente español fue abiertamente reconvenido por los líderes mundiales y no tuvo más remedio que intentar cambiar el rumbo y precipitar su salida, dejando a nuestra economía, y en general a nuestro país, en una situación de completa vulnerabilidad.

Muy certero fue un chiste de Mingote que evidenciaba su descalificación. Dos personas parecían repasar la difícil situación y uno de ellos preguntaba:

– Si tú fueras Zapatero, ¿qué harías?

Y el otro contestaba:

– Zapatos.

Entendámonos, las compañías de Sánchez en sus vacaciones o incluso sus entretenimientos o lecturas, suponiendo que las tenga, nos caen bastante de refilón, lo que preocupa es que el tardosanchismo vuelva a echar mano de tan nefando personaje. Porque no es lo malo lo que ya hizo Zapatero, sino lo que todavía puede hacer. Su trayectoria durante estos últimos años espanta cualquier convicción democrática y aún cualquier sensibilidad humanitaria; y más allá de una ideología cada vez más radical, no se entienden conexiones tan vergonzantes sin mediar intereses espurios de naturaleza económica y patrimonial.

Y es esa trayectoria la que augura las atrocidades que todavía le quedan por hacer al sanchismo en su obsesión con permanecer. Como ha ocurrido hasta ahora, el más exigente de los acreedores de Sánchez va a ser Puigdemont, y para la tarea de apaciguarle nadie como el trencilla de Zapatero que fue colaborador necesario en el proceso de convertir en independentista el supremacismo catalán. Sobre la mesa estará la justicia y la hacienda catalanas, la suspensión por el Tribunal Constitucional de la orden de detención del Supremo, la consulta-referéndum, el encuentro directo del presidente con el prófugo y mucho mucho dinerito…

Bien sabe Sánchez que para este nuevo asalto a la igualdad, a la soberanía y a la dignidad de los españoles, necesita a alguien que, como bien ha acreditado en Venezuela, es capaz de obviar cualquier límite ético, legal e institucional. ¡Asombrados pueden quedar hasta los supporters de la ceja, que son cromos coleccionables incluidos en el paquete!

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