Parecen algas normales y corrientes, pero son una especie invasora tóxica que destroza el fondo marino español

Las especies invasoras llegan a un ecosistema y van cambiando todo a su paso. Hay algunas con apariencia inofensiva y, cuando se trata de plantas (sin colmillos, sin pelaje, sin nada que asuste), cuesta aún más verlas como una amenaza. Pero lo cierto es que muchas veces son letales.
Este es el caso de un alga verde, linda, casi ornamental, que sin embargo está transformando los fondos marinos españoles. Y lo hace con rapidez, cubriendo todo lo que encuentra a su paso. Por eso desde 2013 figura en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. Su nombre lo dice todo: la llaman el alga asesina.
Esta es la especie invasora que está devorando el Mediterráneo
Su nombre científico es Caulerpa taxifolia, y a primera vista parece una simple planta submarina de acuario. Tiene un color verde claro, frondes en forma de pluma y unas pequeñas ramificaciones laterales llamadas pinnulas. Crece a lo largo de un estolón que se arrastra por el fondo marino y puede alcanzar más de medio metro. Pero su apariencia engaña.
Original del trópico (Caribe, África oriental, sudeste asiático), acabó en el Mediterráneo por accidente, tras escapar de un tanque del Museo Oceanográfico de Mónaco en 1984. Esta planta se expandió en la costa francesa, luego en Italia, Croacia y, por supuesto, en España: sobre todo en las Islas Baleares.
Esta alga no se reproduce sólo por esporas, basta con que un pequeño fragmento se enganche en un ancla o una red de pesca para que colonice otra zona. Le da igual el tipo de fondo, puede ser roca, arena, fango, incluso estructuras artificiales como tuberías o boyas.
Además, es muy resistente, aguanta la contaminación, poca luz, y hasta 10 días fuera del agua si hay humedad. Crece rápido (más de tres centímetros al día) y forma densas alfombras vegetales que lo cubren todo.
¿Cómo es la amenaza de esta alga invasora?
Donde se instala, desplaza a las algas nativas y se apodera de praderas submarinas como las de Posidonia oceanica. En sólo un año puede afectar hasta al 45 % de estas praderas, esenciales para la biodiversidad marina del Mediterráneo.
Forma tapices densos que impiden el paso del oxígeno al sedimento, lo que vuelve tóxico el entorno para muchas especies marinas. Su impacto va más allá de lo físico: produce toxinas que afectan a moluscos, peces herbívoros, erizos de mar y al fitoplancton, una pieza clave de la cadena trófica marina.
La biodiversidad se reduce de golpe. Y no es sólo una cuestión ecológica, también hay consecuencias económicas. Las zonas de pesca costera están en riesgo, y con ellas, los medios de vida de muchas comunidades.
¿Qué se hace para detener a esta planta invasora?
Eliminar esta alga no es sencillo. Se ha probado casi de todo: succión, hielo seco, agua caliente, electrólisis, incluso cloro líquido. Pero los métodos más agresivos matan también a otras especies. En algunos casos se han usado lonas para aislarla y aplicar productos químicos, pero con resultados agridulces.
También se ha planteado el uso de predadores naturales, como ciertos moluscos, aunque la efectividad aún es limitada. Y lo más común, el arranque manual, apenas funciona y tiene un riesgo evidente: liberar fragmentos que colonizarán nuevas zonas.
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