Especie invasora

Parece inofensivo, pero este diminuto animal es una especie invasora capaz de alterar los ríos españoles

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Dreissena bugensis. Imagen: Motte123.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

Las especies invasoras son aquellas que llegan sin hacer mucho ruido y terminan desestabilizando todo. Hay algunas que se notan, se ven y se sienten, pero hay otras que casi nadie toma en cuenta. Son pequeñas, discretas, y nadie cree que puedan llegar a suponer un problema grave… hasta que lo son.

Este es el caso de un mejillón diminuto. Es originario de las cuencas del mar Negro y del Caspio. Y si bien todavía no ha aparecido en España, podría convertirse en una amenaza seria para los ecosistemas acuáticos del país. No hay medidas concretas para prevenir su entrada, y eso, a estas alturas, debería preocuparnos más de lo que parece.

Este es el mejillón invasor que podría alterar los ríos españoles

Este pequeño mejillón se mueve sin hacer ruido, pero con eficacia. Este molusco ha ido avanzando por Europa desde mediados del siglo XX, aprovechando canales artificiales y obras hidráulicas. Nada de tráfico comercial o escapes accidentales: simplemente se ha subido a la infraestructura humana y ha seguido el cauce.

Así ha llegado a países como Hungría, Alemania, Moldavia o Rumanía. En América del Norte también ha cruzado, probablemente en las aguas de lastre de grandes barcos.

Mejillón, molusco
Dreissena bugensis. Imagen: Motte123.

Su nombre es Dreissena bugensis, aunque también es conocido como mejillón quagga. Aparece en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, y con razón. Aunque aquí no se ha detectado aún, su historial en otros países demuestra lo que puede pasar cuando se asienta, coloniza rápido, resiste mucho, y altera los entornos que invade.

Además, es difícil de identificar a tiempo. Sus larvas se parecen tanto a las del mejillón cebra, (otro invasor ya presente en nuestros embalses) que distinguirlas a simple vista es casi imposible. Y como ambos comparten gustos por las aguas tranquilas, los lagos y los embalses con estructuras duras, el terreno en España no le resultaría nada ajeno.

¿Cómo invade este molusco y por qué es tan difícil de frenar?

Este mejillón no pasa de los 4 centímetros, pero cuando se instala, lo cubre todo. Se adhiere a superficies duras con un biso (una especie de hilo pegajoso) y forma racimos densos que llenan compuertas, motores, tuberías y fondos lacustres. Su concha, triangular y de colores variables, se camufla con facilidad. No necesita mucho más que agua y una base firme para empezar a reproducirse.

El problema no es sólo cuánto ocupa, sino lo que cambia. Al alimentarse filtrando fitoplancton, deja el agua más clara, pero elimina una parte clave de la cadena alimentaria. Esto altera todo el ecosistema, reduce la biodiversidad y puede provocar el colapso de especies autóctonas. Además, la materia que se acumula en el fondo por su presencia agota el oxígeno disponible y transforma los hábitats colonizados.

También afecta de forma directa a infraestructuras humanas: tapona conducciones de agua, daña turbinas, obstruye sistemas de riego y redes industriales. Las limpiezas cuestan dinero y tiempo, y no garantizan que el problema no vuelva a aparecer.

Pese a todo, en España no existe aún una estrategia clara para prevenir su llegada. No hay datos, ni protocolos definidos, ni un plan de acción. La única vía realista hoy es la prevención, pero no se está aplicando con la contundencia que se necesita.

Lavar y secar las embarcaciones antes de cambiarlas de embalse, evitar el traslado de agua de una zona a otra, formar a quienes trabajan cerca de entornos acuáticos… Son medidas básicas que pueden hacer la diferencia.

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