Te la encuentras en el campo y no le prestas atención, pero es una especie invasora muy resistente en Canarias
Parece inofensiva, pero es una de las peores especies invasoras de España y está alterando los cauces de los ríos
La comes en la ensalada y la compras en Mercadona, pero es una especie invasora que altera los ecosistemas
La encuentras en cualquier jardín, pero es una dañina especie invasora y Canarias ya está plagada

En España hay cerca de 200 especies invasoras. Algunas son animales: peces, aves, mamíferos. Otras son plantas que, aunque no llamen la atención, avanzan poco a poco y terminan alterando los ecosistemas desde dentro, sin hacer mucho ruido.
En este caso, se trata de una planta invasora con una capacidad de resistencia sorprendente, que se ha asentado en Canarias. Muy pocos sabrían ponerle nombre si la ven en el campo, pero no deja de ganar terreno.
Esta es la especie invasora que resiste y se extiende en Canarias
Esta planta se llama Atriplex semilunaris, aunque en las islas la conocen como «amuelle». No tiene colores llamativos ni formas extravagantes. Es una planta discreta, baja, ramificada desde la base, que puede alcanzar los 60 centímetros de altura. De lejos, se confunde fácilmente con la maleza común.
Originaria de Australia Occidental, esta planta vive en zonas costeras, suelos arcillosos y arenales salinos. Es resistente por naturaleza, habituada a entornos extremos. Llegó a Europa accidentalmente, adherida a lana de oveja importada desde Australia.
En países como Alemania, Suiza o Reino Unido, no logró establecerse. En Canarias, en cambio, encontró su sitio. En Fuerteventura y Lanzarote se instaló primero en terrenos degradados, como bordes de carreteras y solares, y luego comenzó a avanzar hacia áreas más sensibles.
A esta planta le basta con encontrar un espacio abierto, soleado y con poco movimiento para empezar a prosperar. Tolera suelos pobres, arcillosos o arenosos, y aunque se beneficia de la salinidad, no la necesita estrictamente para desarrollarse. Eso le permite saltar de ambientes costeros a otros más interiores.
En Canarias, no sólo ha colonizado playas o márgenes de saladares, sino que también se ha detectado en jardines, zonas verdes urbanas y hasta en campos agrícolas abandonados.
En función del entorno, puede actuar como una planta anual o mantenerse como perenne. Madura deprisa, en apenas unos meses, lo que le permite reproducirse varias veces al año si las condiciones lo permiten. Lo hace por semillas, que además son muy resistentes.
Ensayos realizados en Fuerteventura han mostrado que estas semillas pueden germinar incluso a temperaturas bajas, o bajo el agua. En laboratorio, se ha registrado una tasa de germinación del 100 % en condiciones favorables, un dato que explica su expansión constante.
¿Cuál es la amenaza de esta planta invasora en Canarias?
El problema de esta planta invasora es que no sólo ocupa espacio, sino que entra en competencia directa con especies autóctonas adaptadas a suelos salinos, como Polycarpaea nivea, Frankenia o el Lotus lancerottensis, modificando el equilibrio de los hábitats.
Puede alterar el régimen hidrológico y los ciclos de nutrientes del suelo. Y cuando eso ocurre, los patrones de regeneración vegetal empiezan a desviarse.
Desde 2013, figura en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. Su inclusión fue específica para el archipiélago canario. Sin embargo, no existe normativa autonómica para su gestión, ni hay estrategias activas de erradicación o control.
Tampoco se conocen con certeza los costes ni la dificultad de eliminarla, lo que complica cualquier intento de actuar de forma coordinada.
Las recomendaciones actuales son genéricas. Para focos pequeños, se aconseja arrancarla antes de que fructifique, extrayendo todas las raíces. En zonas más amplias, y sólo si el impacto ecológico no es elevado, se pueden aplicar labores agrícolas profundas.
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