Especie invasora

En Canarias están acostumbrados a verla, pero es una dañina especie invasora que compite con la flora nativa

Agave americana, planta, especies invasoras
Agave americana. Imagen: Alvesgaspar.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En España se han identificado cerca de 200 especies invasoras. Algunas destacan por el impacto económico que causan, otras por su capacidad de arrasar vorazmente con especies autóctonas, y hay incluso unas cuantas que se pueden comer y están sabrosas.

Cada una tiene su peculiaridad, y muchas (la mayoría) pasan desapercibidas. Es lo que ocurre en Canarias, donde hay una planta que está por todas partes: decora, resiste la sequía… pero mientras tanto va ganando terreno. Y lo hace a costa de las especies autóctonas, que acaban desplazadas.

Esta es la planta invasora que compite con la flora nativa

Esta planta invasora se llama agave americana, aunque también se conoce como pita, maguey o pitera. Suele llamar la atención por su tamaño: sus hojas pueden superar los dos metros, espinas afiladas como cuchillas y una roseta que parece diseñada para sobrevivir en el desierto. Se introdujo en España en el siglo XVI, traída desde el este de México, primero como planta ornamental y luego por su utilidad como fuente de fibra.

Hoy está presente en casi toda la franja litoral mediterránea y atlántica, desde Gerona hasta Huelva, pasando por Baleares y Canarias. En el interior peninsular se encuentra en los lugares más abrigados de Aragón, Castilla-La Mancha o Madrid. En las Islas Canarias se ha convertido en una amenaza silenciosa, sobre todo en zonas áridas, costeras, barrancos, pinares y hasta en bosques húmedos.

Lo más peligroso de esta planta no es sólo su resistencia al calor y la sequía, sino su capacidad para reproducirse. Lo hace por semilla, pero sobre todo por estolones rizomatosos que echa bajo tierra. De ahí salen nuevas rosetas que colonizan a gran velocidad. Cuando una florece (lo hace una única vez, a los 10 o 20 años), muere… pero ya ha dejado a su alrededor muchos descendientes.

¿Cómo es la amenaza de esta planta en los ecosistemas canarios?

El agave americano no es una planta agresiva a simple vista, pero silenciosamente va cambiando todo el ecosistema. En Canarias se ha registrado su presencia en todas las islas principales. Se ha colado incluso en espacios naturales protegidos, en hábitats prioritarios de la Red Natura 2000 y zonas de especial conservación.

En playas, dunas o laderas, puede formar comunidades tan densas que impiden el desarrollo de la vegetación nativa. Desplaza a especies endémicas, algunas muy frágiles, simplemente por ocupar su sitio y robarles la luz. Con sus grandes hojas crea sombra permanente. Además, su sistema de raíces modifica la estructura del suelo y su química.

Ya se ha constatado que afecta directamente a especies como Euphorbia bourgeana, Aeonium ciliatum, Crambe laevigata o Thesium subsucculentum, por mencionar algunas.

En lugares como Isla Grossa (Murcia) ha competido incluso con arbustos autóctonos que viven en dunas costeras. Su avance no sólo es un problema ecológico, pues por su tamaño y espinas, también puede resultar peligrosa para personas y animales.

¿Qué medidas se están tomando ante su expansión?

El problema para mantenerlo a raya es que el agave americano no se corta y ya, sino que hay que arrancar también todos los rizomas si se quiere evitar que vuelva a brotar. Y eso, en suelos pedregosos o en zonas protegidas, complica mucho las cosas.

Por eso, el método más eficaz hasta ahora ha sido una combinación de control mecánico (tala) y químico. El uso de herbicidas como glifosato o triclopyr ha dado resultados puntuales, aunque requiere un seguimiento constante.

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