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Dónde se celebra la verbena de la Paloma en Madrid

verbena Paloma
Blanca Espada

En Madrid, agosto huele a fiestas y a verbena. Primero, tenemos las fiestas de San Cayetano, luego llegan las San Lorenzo y, cuando parece que el verano ya no puede dar más de sí, nos encontramos con la fiesta más castiza de todas: la Verbena de la Paloma. Basta darse una vuelta por La Latina para verla y sobre todo disfrutarla. Farolillos colgando de balcón a balcón, claveles rojos en el pelo y un organillo que suena al fondo mientras la gente se arremolina en las plazas para bailar el chotis. La fiesta empieza temprano y se alarga hasta altas horas de la madrugada, ya que además de la tradición o de la veneración a la Virgen de la Paloma, también tenemos talleres, actividades y como no, conciertos.

Pero, ¿dónde se celebra exactamente la Verbena de la Paloma? Acabamos de mencionar que el barrio de la Latina acoge estas fiestas, pero es importante repasar las plazas y lugares dónde se lleva a cabo el programa de festejos, ya que puede que si no eres del barrio te pierdas algo interesante, no sepas dónde se celebra el torneo de mus, o dónde se ofrecen los mencionados conciertos. Repasemos entonces a continuación, todos los lugares en los que tienen lugar los actos de las Fiestas de La Paloma.

Dónde se celebra la Verbena de la Paloma

La Latina no es sólo el escenario, es el alma de la fiesta. Sus calles empedradas y sus plazas pequeñas, que el resto del año respiran calma, se convierten en un laberinto lleno de música y olor a fritura. En esta verbena no encuentras hay entradas ni vallas: sino que está en cada esquina con vecinos que visten con el traje tradicional de estas fiestas, y en la que el mantón de Manila cobra protagonismo.

Además, las fachadas se engalanan como si compitieran entre ellas: los mencionados mantones de Manila cuelgan también, así como los banderines de colores y la imagen de la Virgen presidiendo balcones. Hay bares que improvisan barras en la puerta y sirven calamares, gallinejas y entresijos sin parar. Y como no, por la mañana podemos desayunar los tradicionales churros con chocolate o merendar los famosos barquillos.

Plaza de la Paja y alrededores

Si hay que buscar un epicentro, este es uno de ellos. La Plaza de la Paja bulle. Escenarios con música en directo, casetas con bebida fría y el inevitable aroma a chocolate con churros que, a partir de medianoche, empieza a tentar a cualquiera. Un paso más allá, en la Cava Baja y la Cava Alta, las tabernas se llenan. Dentro, algún músico se arranca con una guitarra; fuera, hay quien improvisa un chotis.

La calle de la Paloma y la procesión

El 15 de agosto la calle de la Paloma es el corazón palpitante. Allí está la iglesia que guarda la imagen de la Virgen. La misa de la mañana reúne a los más devotos, y después llega uno de los momentos más esperados: la procesión. Los bomberos, que la custodian con especial cariño, llevan el paso mientras suenan aplausos y caen pétalos desde los balcones. Es solemne, pero también cercano, de barrio.

Cuando la imagen regresa a la iglesia, la fiesta retoma su pulso. Suenan los primeros acordes y entonces sabemos hacia donde dirigirnos para disfrutar de los mejores conciertos.

Jardín de las Vistillas y otros rincones

Aunque el corazón está en La Latina, la fiesta se extiende a otros puntos como el Jardín de las Vistillas, con vistas espectaculares de Madrid y un ambiente animado hasta la madrugada. Aquí suelen celebrarse conciertos, bailes y actividades para toda la familia. En concreto por ejemplo este año podremos ver a medianoche a Pol 3.14, el 15 de agosto y a Café Quijano, el 16 de agosto.

También la Plaza de San Francisco y la calle Toledo se llenan de vida, con puestos, juegos infantiles, competiciones de mus y actuaciones que rescatan canciones de zarzuela y cuplé.

La música y el baile como protagonistas

La música es la banda sonora de la verbena. No faltan los chotis, que se bailan en pareja al ritmo del organillo, ni los pasodobles, que hacen que todo el mundo (sin importar la edad) marque unos pasos. Junto a ello, grupos actuales y orquestas tocan como ya hemos dicho, hasta altas horas, mezclando lo tradicional con lo moderno.

En definitiva, La Verbena de la Paloma no es solo una celebración religiosa o una excusa para salir; es parte de la identidad madrileña. Aquí se mezclan tradición y modernidad, fe y diversión, vecinos de toda la vida y turistas que llegan atraídos por esa imagen de Madrid de mantón y clavel.
Es, además, una cita que marca el final de las grandes fiestas de agosto en el centro histórico. Después, el barrio vuelve poco a poco a su ritmo habitual hasta el póximo año.

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