El imponente paisaje de Aragón que conquista a los amantes de la naturaleza y el deporte de aventura
Aragón es sinónimo de naturaleza y diversión al aire libre. Sus paisajes, llenos de vegetación, están dotados de silencio y de bienestar, hasta los parajes aragoneses van los vistantes a buscar paz y disfrute.
En el Parque Natural del Moncayo, que tiene alrededor de 11.000 hectáreas, hay altitud –2.315 metros en el Pico de San Miguel– y aislamiento gracias a la presencia de una riqueza vegetal excepcional. Además, su proximidad a Zaragoza hace que muchas personas se animen a ir a la naturaleza cada fun de semana con el fin de disfrutar de este maravilloso espacio natural.
Este Parque Natural se extiende a lo largo de nueve términos municipales de la provincia de Zaragoza: Tarazona, San Martín de la Virgen del Moncayo, Lituénigo, Litago, Trasmoz y Añón de Moncayo, Talamantes, Calcena y Purujosa. Una cercanía que ha conseguido que Moncayo se haya convertido en uno de los espacios naturales preferidos de los aragoneses.
Y es que hay amplia diversidad de ambientes, desde zonas extremadamente secas hasta exuberantes hayedos y bosques. Estos ecosistemas sirven de hábitat a una nutrida fauna, como jabalíes, corzos, tejones, águila real y otras rapaces.
Para entrar en este parque, podemos entrar por Tarazona, San Martín de la Virgen del Moncayo o el Monasterio cisterciense de Veruela, donde destaca el claustro gótico levantino, con capiteles decorados con plantas como gustaba a los cistercienses, con presencia de un lavabo y un templete en el que los monjes se lavaban antes de cada comida.
Pasear por los senderos de Moncayo
Los aficionados al senderismo y la naturaleza, en este espacio hay decenas de caminos señalizados para hacer buenas caminatas por sus senderos. Uno de ellos parte de Agramonte, ofreciendo una subida a la cima del Moncayo. De Tarazona parte también un sendero con destino al santuario de la Virgen del Moncayo, aunque te proponemos realizar en coche el recorrido comprendido entre Tarazona y Agramonte y, a partir de aquí, a pie.
Y si por algo destaca también el Moncayo es por su riqueza micológica. Allí los hongos sirven como fuente de alimento para gran variedad de animales, pero también son un recurso cada vez más apreciado en la alta gastronomía en la zona. Eso sí, si nos vamos a animar a llenar nuestras cestas de hongos, lo mejor es que nos dejemos aconsejar para no tener disgustos.
Ordesa, el corazon de los Pirineos
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es el auténtico corazón de los Pirineos y uno de los primeros espacios naturales protegidos de Europa. Declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido incluye un conjunto de cuatro valles (Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta), que se extienden como brazos alrededor del Monte Perdido, el macizo calcáreo más alto de Europa.
Recorrer sus senderos, fundiéndote con el entorno, es una experiencia que se quedará en tu recuerdo para siempre, sobre todo porque la paz reina entre su vegetación y abraza a los visitantes. Miles de personas llegadas de todo el mundo admiran aquí, en cualquier época del año, maravillas como el Tozal del Mallo, la Cascada del Estrecho, las Gradas de Soaso o el Bosque de las Hayas.
Son infinitas las excursiones y ascensiones que podemos realizar en este valle en cualquier época del año, aunque la más apreciada es la cascada de la Cola de Caballo es todo un clásico, ya que a su belleza se añade una facilidad que la hace apta para todos los públicos.
Los aficionados a la fauna, podrán disfrutar de la presencia de buitres, águilas, quebrantahuesos, sarrios y marmotas, los cuales conviven en tupidos bosques de hayas y pinos; ríos e ibones transparentes, así como altas praderas de montaña y roquedos vertiginosos.
A la entrada del valle de Ordesa se emplaza Torla, un encantador pueblo típicamente pirenaico que proporciona al visitante del parque todos los servicios necesarios para que disfrute de su estancia.
Un aviso a aquellos que quieran disfrutar de la Senda de Los Cazadores y la Faja de Pelay, deben saber que permanecerán cerradas por riesgo de hielo y bajada de la cota de nieve hasta mayo de 2024. Por su parte, las Fajas Racón y Canarellos están actualmente practicables con riesgo de desprendimientos y caída de rocas, hasta que próximamente pasen a estado invernal.
Sorprendentes valles y cañones
Sorprendentes son el Cañón de Añisclo, al que se accede desde Escalona, que es como una profunda brecha que corta la montaña de norte a sur; y las Gargantas de Escuaín, a las que se puede llegar desde el pueblo del mismo nombre, así que no podemos dejar de verlo.
También Escuaín, que es el valle más pequeño de los cuatro que componen el parque nacional y, posiblemente, el menos transitado, así que es ideal para aquellos que buscan espacios naturales llenos de paz, y donde, además, podréis observar diversas especies de aves protegidas.
Aquellos que adoráis los espacios naturales, encontraréis en el Valle de la Pineta un lugar apacible y bucólico, cuenta con forma de U, de origen glaciar, está rodeado de poderosas crestas y boscosas laderas, y termina ante la mole de las Tres Sorores: Monte Perdido, el Cilindro de Marboré y el Soum de Ramond. Todos ellos, tan imponentes, nos obligarán a levantar la vista hasta sus más de 3.000 metros. A este valle se accede por Bielsa, famoso por su carnaval, el más popular y con más tradición del Alto Aragón.
Los especiales mallos del paisaje aragonés
Los conocidos como mallos, extraordinarias formaciones geológicas de color rojizo características de la Hoya de Huesca, también tienen presencia en este paisaje tan especial de Aragón. Tan conocidos y apreciados son, que los mallos están protegidos bajo la figura Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Aguero y Peña Rueba.
Y es que fueron levantados por la orogenia alpina, iniciada hace unos 65 millones de años, cuando se formaron los Pirineos. La posterior erosión del agua los ha ido aislando y modelando, dando lugar a las actuales paredes rocosas gigantes que se reparten por la cara sur de las sierras exteriores del Prepirineo.
Los mallos de Riglos, situados a orillas del río Gállego y junto a la localidad del mismo nombre, son los más famosos, pero en esta misma zona encontrarás también los de Agüero, Vadiello, Murillo de Gállego y el Salto de Roldán, entre otros. Os recomendamos que los visitéis al atardecer, cuando su característico color rojizo se acentúa. Las vistas y la sensación son espectaculares. Otro de los encantos de este territorio es observar cómo los buitres y otras aves rapaces sobrevuelan las cimas de las montañas.
Terreno especial también para los aficionados a la escalada y el senderismo, contáis con 200 vías de escalada, la mayoría de elevada dificultad; así como diversos itinerarios senderistas que recorren estas impresionantes moles que llegan a alcanzar los 300 metros de altura.
El Parrizal de Beceite, impactantes parajes
Los Puertos de Beceite son un macizo montañoso que separa el valle del Ebro del Mediterráneo y se extiende entre las provincias de Tarragona, Castellón y Teruel. Sus abruptas montañas, horadadas por numerosos ríos y barrancos, esconden impactantes parajes como el Parrizal de Beceite, las Rocas del Masmut, la Pesquera y el Salt de la Portellada.
De todos los parajes de esta zona de Aragón, el más conocido es el Parrizal de Beceite, que ofrece un paseo fantástico entre paredes de piedra y que se recorre por el mismo lecho del río Matarraña. Adentrarse en el Parrizal es una experiencia fantástica, apta para todas las edades dada su facilidad. La ruta comienza muy cerca de Beceite y discurre paralela al río Matarraña. Durante el recorrido cruzararéis el río en varias ocasiones con la ayuda de pasarelas que te llevarán por encima de pequeñas pozas de aguas transparentes.
La senda termina en Los Estrechos, donde el río se encañona por vertiginosas paredes que alcanzan una anchura imposible de 1,5 m. por 60 m. de altura y sobrecogedoras agujas de piedra conocidas como Les Gubies.
Las Rocas del Masmut, un impresionante roquedo rojizo
Otro gran atractivo de la zona son las Rocas del Masmut, un impresionante roquedo rojizo de más de 100 metros de altura próximo a Peñarroya de Tastavins, con una nutrida colonia de buitres. Y no os olvidéis de contemplar la preciosa cascada de 20 metros de El Salt, a escasos kilómetros de la localidad de La Portellada.
Además, una gran densidad de vegetación sirve de refugio a numerosos animales, como la cabra hispánica, el águila real, el halcón peregrino y el búho real. Por dsu parte, en los barrancos horadados por aguas cristalinas, entre los que destacan el barranco de la Pesquera y el de Escresala, con abundantes cangrejos autóctonos y truchas, que son también el hábitat del mirlo acuático.
Naturaleza salvaje en el río Pitarque
De naturaleza salvaje, caminamos hacia el hermoso rincón del Maestrazgo: el nacimiento del río Pitarque. Éste constituye uno de los escenarios que no puedes perderte si quieres practicar senderismo en un entorno natural único. Es un río vivo de aguas cristalinas que mana a borbotones de la misma roca a través de dos ‘ojos’ o surgencias kársticas.
El Monumento Natural del Nacimiento de este río, además, protege una importante población de buitre leonado y cabra montés, bosques mixtos bien conservados, además de animales tan sensibles como la nutria
Un sendero que parte del mismo pueblo os conducirá por esta hermosa ruta que discurre paralela al río. Y es que, a nivel geológico, este lugar representa la dinámica de las aguas subterráneas y los procesos hidrogeológicos vinculados a los manantiales y la génesis de travertinos o tobas. Las calizas cretácicas transportan por sus grietas internas a velocidades ínfimas el agua que se infiltra en las cumbres y laderas de las sierras del entorno.
Sierra de Guara, el paraíso del barranquismo
Y cerramos esta aventura llena de naturaleza en la Sierra de Guara, el paraíso de los aficionados al barranquismo y uno de los espacios naturales protegidos de mayor extensión de Aragón.
Sus barrancos, situados en parajes de naturaleza salvaje y espectacular belleza, son un auténtico oasis para los aficionados a los deportes de aventura. Es, de hecho, un referente mundial del barranquismo, ya que sus cañones están calificados como los más atractivos de Europa.
Con sus más de 80.000 hectáreas, abarca los términos municipales de Abiego, Adahuesca, Aínsa-Sobrarbe, Alquézar, Arguis, Bárcabo, Bierge, Boltaña, Caldearenas, Casbas de Huesca, Colungo, Huesca, Loporzano, Nueno y Sabiñánigo.
Sus barrancos atraen cada año a miles de personas que hacen barranquismo, pero también a excursionistas, senderistas y amantes de la naturaleza. Hay decenas de empresas de turismo activo de la zona que os guiarán si queréis realizar el descenso de un barranco o cualquier otra actividad. Para los senderistas, hay dos rutas clásicas: la que llega hasta el Tozal de Guara (2.077 m) o el sendero de la ermita de San Martín de la Val d’ Onsera.
Todo el territorio se caracteriza por la belleza y espectacularidad de sus paisajes, fruto de una compleja estructura geológica y de los procesos de erosión asociados a la red hidrográfica. Posee, además, profundas y estrechas gargantas de caliza recorridas por ríos como el Flumen, Guatizalema, Vero, Mascún o Alcanadre; mallos de conglomerado como los de Vadiello o el Salto de Roldán; barrancos, cuevas, valles, etc. conforman una impresionante arquitectura natural.
A todo esto, se añade el atractivo del Parque Cultural del Río Vero, que se solapa con el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara. Sus numerosos abrigos con pinturas rupestres han sido declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO.