El editor Pedro Serra es el único del trío formado con Munar y Cursach que no está en la cárcel
«No sólo estoy privada de la libertad física, sino que estoy muerta política, económica y socialmente». La que había sido la mujer más poderosa de Baleares, Maria Antònia Munar, pronunció estas palabras en el banquillo entre lágrimas y balbuceos. Tras su declaración, el tribunal la condenó a seis años de cárcel por cobrar una comisión de cuatro millones de euros en la adjudicación de una parcela pública edificable, Can Domenge, mediante un concurso amañado.
Alumna aventajada del corrupto Gabriel Cañellas, Munar había reinado durante 12 años como presidenta del Consell de Mallorca. Hoy, toda la cúpula de su partido, Unió Mallorquina (UM), está en la cárcel. Sus dirigentes han dejado un reguero de corrupción en toda la isla.
Tal como denunció El Mundo/El Día de Baleares bajo la dirección de Eduardo Inda, Maria Antònia Munar era la propietaria de la empresa que transportaba la grava para construir las carreteras que ella misma adjudicaba. Pronto se sentará de nuevo en el banquillo por otro caso de corrupción también destapado por El Mundo: el cobro de comisiones ilegales en la recalificación de los terrenos del Polígono industrial de Son Oms, situado junto al aeropuerto de Son Sant Joan.
El interminable catálogo de casos de corrupción de Maria Antònia Munar y su partido se produjo ante el silencio cómplice de los medios de comunicación controlados por el editor Pedro Serra, propietario del Grupo Serra, que tenía muy buenos motivos para mirar hacia otro lado. Munar fue siempre su niña mimada, su gran apuesta política. La mujer más corrupta que ha ejercido la política en España durante décadas.
Un pelotazo de 36 millones para el yerno
Este trío de poder se completa con un tercer nombre, el empresario discotequero y capo Tolo Cursach, que ejercía su propio reinado en la noche mallorquina. El juez Manuel Penalva mantiene en prisión a Cursach, al que acusa de tener comprados a decenas de agentes de la Policía Local, mandos policiales y políticos, a los que presuntamente sobornaba con regalos, dinero y favores sexuales de prostitutas para proteger sus negocios e intimidar a empresas de la competencia.
El empresario discotequero ingresó en prisión el pasado mes de marzo, acusado de violar medio Código Penal. Sus delitos incluyen la pertenencia a organización criminal, corrupción de menores, homicidio (todavía se investigan las circunstancias en las que murió uno de sus empleados que había sido citado a declarar como testigo por el juez), cohecho, extorsión, amenazas, coacciones, delito contra la Hacienda pública y contra el derecho de los trabajadores.
Como ha informado OKDIARIO, uno de los testigos protegidos de la causa recibió una salvaje paliza hace poco más de un mes. Así se las gasta, todavía, la mafia dirigida por Tolo Cursach. Y de nuevo, mientras El Mundo/El Día de Baleares denunciaba los casos de corrupción protagonizados por Munar y Cursach, los medios de comunicación propiedad de Pedro Serra contestaban con brutales ataques personales contra Eduardo Inda y sus redactores.
Todo tiene un motivo. El ex alcalde de Calvià Carlos Delgado ha relatado públicamente una comida, a la que también asistieron Pedro Serra y el ex presidente Jaume Matas, en la que la entonces presidenta Maria Antònia Munar le presionó para que recalificara una finca rústica de su municipio, Son Masot, para construir 500 viviendas. Después de que El Mundo publicara la noticia, Delgado abortó la operación urbanística que habría proporcionado un pelotazo de 36 millones de euros al yerno del editor, Jesús Boyero.
Investigado por fabricar facturas falsas
María Antonia Munar también ha sido condenada a otros cinco años y medio de cárcel en el llamado caso Maquillaje. Junto a su vicepresidente, Miquel Nadal, invirtió 300.000 euros para comprar a través de testaferros una empresa a la que luego adjudicó la gestión de la televisión pública del Consell de Mallorca.
Sendos informes de la Policía Judicial y la Agencia Tributaria acreditan que Munar alquiló, por un precio «seis veces mayor que el de mercado» la frecuencia de una radio local del Grupo Serra para montar Ona Mallorca, la radio pública del Consell. Según los mismos informes, gracias a esta operación el editor hizo un negocio de un millón de euros. A esta cifra hay que sumar los millones que el Grupo Serra recibió durante años en forma de publicidad institucional del Consell presidido por la corrupta Maria Antonia Munar.
Ya en 2005, el gerente del Grupo Serra fue investigado por utilizar facturas falsas que acreditaban compras ficticias de papel, por importe de 79,5 millones de pesetas, para defraudar a Hacienda. El responsable de la instrucción fue el juez José Castro, el mismo que ha instruido la causa del caso Urdangarin.
El editor es propietario de seis periódicos (uno en inglés, otro el alemán y otro dedicado a promover el independentismo), una televisión local y una cadena de radio. Logró que el Govern, el Consell de Mallorca y el Ayuntamiento de Palma le montaran un museo financiado con dinero público en un edificio histórico, Es Baluard, para exhibir su disparatada colección de arte.
La ex presidenta María Antonia Munar y el capo Tolo Cursach constituyen dos de los vértices del trío de poder que ha reinado en Mallorca durante las últimas décadas. El editor Pedro Serra es el único miembro de este triángulo que no ha pisado la prisión.