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La Universidad de Stanford pide perdón a un juez silenciado por una turba de estudiantes ‘woke’

Los estudiantes montan una revuelta contra la decana de Derecho que pidió perdón al juez

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Un ambiente insoportable se respira por momentos en la que hasta ahora era una de las universidades más prestigiosas de EEUU y del mundo. Cientos de activistas estudiantiles de la Universidad de Stanford organizaron en las últimas horas una revuelta en la Facultad de Derecho contra la decana, Jenny Martínez, que previamente se había disculpado ante un juez nombrado por Trump que asistió a dar una charla, pero un grupo de totalitarios de izquierdas o woke le boicotearon. Incluso, la vicedecana de Diversidad, Equidad e Inclusión, Tirien Steinbach, encabezó el acoso al juez silenciándolo y reprendiéndolo por su forma de pensar, trabajar y sus decisiones como magistrado.

Presión contra la decana

Cuando el lunes la decana llegó a clase donde imparte la asignatura de Derecho Constitucional lo que se encontró en el aula fue una pizarra cubierta de libelos donde atacaban al juez Kyle Duncan, silenciado días atrás: «el veto es también libertad de expresión» o «¿dónde están las disculpas del juez?», fueron algunas de las soflamas que se lanzaban.

«Nosotros los estudiantes de Derecho Constitucional, lamentamos ejercitar nuestros derechos de la Primera Enmienda», le lanzaron a la decana para hacer valer sus supuestas prerrogativas de libertad de expresión, si bien dicha universidad al ser un centro privado no está sujeta a la primera enmienda.

La misma decana tuvo ya que aguantar un fin de semana caracterizado por las presiones de los activistas que le hicieron llegar varias cartas abiertas a ella y al presidente de la Universidad de Stanford, Marc Tessier-Lavigne, tras disculparse al juez Duncan y condenar a los estudiantes que interrumpieron su charla y a los miembros universitarios que permanecieron en silencio.

Juez vilipendiado

Días atrás el juez acudió a la Universidad de Stanford a dar su conferencia, pero se encontró con un intento de boicot por parte de un grupo numeroso de estudiantes. Por ello, solicitó la presencia de algún miembro de la plantilla de la universidad para poner un poco de orden. Sin embargo, con lo que se encontró fue aún mucho peor. Apareció la vicedecana de Diversidad, Equidad e Inclusión, Tirien Steinbach, la cabecilla de todo el complot que en lugar de requerir a los estudiantes que se comportaran y dejaran hablar al magistrado, le reprendió, intimidó, silenció y cargó contra su derecho de libertad de opinión y expresión. Mientras todo eso ocurría, el juez Duncan permaneció de pie estoicamente teniendo que tragar las arengas de Steinbach.

«Estoy aquí para apoyar a los estudiantes. Juez Duncan, sus opiniones como juez son absolutas privaciones de derechos de los estudiantes», fue lo primero que la vicedecana le dijo ante la mirada atónita del escrache del que estaba siendo objeto. «Me siento incómoda y resulta incómodo tener que decirle como persona que para muchos de los que estamos aquí su trabajo ha causado daño, mucho daño. Y sé que debe ser incómodo para usted tener que oírlo», añadió.

La vicedecana Steinbach le privó diez minutos del tiempo de ponencia al magistrado cargando contra él, sosteniendo que posteriormente podría hablar, y cuando parecía que ya iba a darle el turno de palabra insinuó a sus estudiantes que podían abandonar el aula «porque nadie puede ser obligado a escuchar lo que no quiere oír», dijo. Sin embargo, el juez Duncan tuvo que tragarse toda la perorata de la vicedecana Steinbach y los gritos de los radicales.

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