La dictadura ‘woke’
Leo con asombro en no pocos periódicos que el asesinato a martillazos de una mujer a un hombre en Bétera (Valencia) no es violencia de género porque la víctima era un hombre y no había relación afectiva entre la víctima y su presunta asesina. Me quedo atónito cuando un reconocido columnista de asuntos viscerales en nuestro país deseaba la muerte a Miguel Bosé por su discurso de confrontación con las vacunas frente al Covid. El periódico en donde salió semejante invectiva ha acabado pidiendo perdón a la semana de su publicación después de la ola de críticas recibidas.
Todo ello no tendría mayor recorrido si fuera el clásico comentario de barra de bar entre dos clientes, pero no, asistimos al lamentable espectáculo de medios de comunicación que se han subido al carro de la dictadura ‘woke’, tan de moda en el mundo anglosajón, para decir mamarrachadas a todos quienes se desmarcan de la versión oficial del pensamiento único y que tanto se ha promocionado desde el gobierno de Pedro Sánchez y su cuchipanda progre.
Salió esta semana la ministra de Desigualdad, la ‘chiringuitera’ Irene Montero, para decir que a partir del año que viene el Observatorio de Violencia de Género cambiará de nombre para llamarse Observatorio del Feminicidio donde se quiere contabilizar la muerte de cualquier mujer por el hecho de serlo, eso sí, siempre que el autor criminal sea un varón. Es decir que si una mujer es víctima de otra mujer no será contabilizada en las mismas estadísticas, ni qué decir de las víctimas masculinas. Tampoco hará falta la existencia de lazos entre la mujer y el hombre. Un hombre que suelte un improperio a su vecina podría ser acusado de violencia machista, lo mismo que si la trifulca se produce en el lugar de trabajo entre un compañero y una compañera de trabajo.
Podría seguir exponiendo ejemplos de situaciones surrealistas que se van a dar en nuestro país con esa narrativa delirante que se pretende imponer desde el ala más radical del Ejecutivo. Es muy grave que el que debiera ser el gobierno de todos lo españoles y máximo guardián de los preceptos constituciones se dedique al activismo político más sectario con el dinero de todos. Es como si los de Black Lives Matter llegasen a la Casa Blanca y se dedicasen en territorio estadounidense a considerar en los índices de criminalidad como víctimas sólo a aquellos individuos negros que son atacados a manos de hombres de raza blanca.
Casi todo el mundo ‘woke’ tiene un mismo patrón. Dicen luchar contra la injusticias o formas de discriminación, pero verdaderamente viven del rédito que éstas les generan. La Ley de Violencia de Género, por seguir con el ejemplo, es una legislación mal planteada que ha sido incapaz de reducir el lamentable número de víctimas en nuestro país. Cualquier norma que no logra el fin propuesto merece ser modificada. Pero a los ‘woke’ no les vale con poner punto final a un problema, de lo contrario tendrían que bajar la persiana de las redes clientelares que han generado a su alrededor con centenares de chiringuitos y miles de apesebrados.
Por ello, los inquisidores de la cultura ‘woke’ siempre buscarán ensanchar la base de un problema para crear una espiral infinita que no encuentre nunca un final y seguir viviendo del erario público. El poderío ‘woke’ ha encontrado en el Gobierno de ‘Napoleoncito’ Sánchez el ambiente propicio para echar raíces y seguir dividiendo a los españoles, seguir enfrentándonos, seguir tensionando la calle como dijera el blanqueador mayor del chavismo en Europa, Rodríguez Zapatero, otrora presidente del Gobierno del Reino de España. Pero lo que termina de exasperar a cualquier ciudadano de bien es la gran cantidad de gozquecillos subidos a la maquinaria propagandística de la dictadura ‘woke’ del sanchismo.