Libia arresta a siete terroristas vinculados a Al-Qaeda

Libia Al Qaeda
La región de Jufra (Libia) ha sufrido u n nuevo atentado del ISIS.

El sábado, Ahmed al-Mismari, portavoz del Ejército Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés), comunicó de manera oficial el arresto de siete integrantes del grupo terrorista yihadista Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y el norte de África tras una intervención llevada a cabo en la región de Ubari, en el suroeste del territorio libio.

En un comunicado oficial, Ahmed al-Mismari reseñó que diversas unidades de los cuerpos de operaciones especiales ligados a Tariq bin Ziyad y las 116 Brigadas de Infantería lanzaron una operación sobre los vecindarios de Al-Taraqin Al-Sharib en el suroeste de Libia, con los escondites de la organización terrorista Al-Qaeda en el Magreb Islámico como objetivos principales.

Al-Mismari señaló que siete terroristas de AQMI fueron arrestados, entre ellos Hassan al-Washi, comandante de Al-Qaeda que regresó de Mali durante la semana pasada, y Omar al-Washi. También explicó que las fuerzas del LNA se hicieron con grandes cantidades de municiones, armas y documentos muy importantes de elementos insurgentes.

El portavoz del LNA también aseguró que esta operación se enmarca en las estrategias de seguridad destinadas a perseguir y eliminar células terroristas, hacer cumplir la ley, mantener el prestigio del Estado en todo su territorio geográfico, asegurar la integridad de sus ciudadanos y lograr y preservar la seguridad nacional.

El Ejército Nacional de Libia, comandado por el mariscal Jalifa Haftar, siempre ha manifestado que su principal reto en la guerra civil que se desarrolla en Libia es terminar tomando Trípoli, sede del poder del rival Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) del primer ministro Fayez Sarraj, para dar por terminado el enfrentamiento bélico, pacificar el país, acabar con los milicianos ligados al terrorismo yihadista alojados en la zona y poder celebrar elecciones posteriormente.

La guerra civil libia se desarrolla desde 2014 entre el GNA de Fayez Sarraj y el LNA de Jalifa Haftar, asociado este a su vez al otro Ejecutivo oriental de Tobruk. El conflicto bélico en el país norteafricano se ha convertido desde hace ya mucho tiempo en un tablero de juego en el que participan varias naciones foráneas con intereses creados sobre la importancia geopolítica de Libia en el Mediterráneo y sobre sus recursos petrolíferos.

En este escenario, el GNA es reconocido por la Organización de Naciones Unidas (ONU) desde 2016 y recibe el apoyo militar de Turquía (incluidos mercenarios provenientes de Siria y vinculados a grupos ligados en el pasado con organizaciones terroristas yihadistas como Al-Qaeda o Daesh) y el sustento financiero de Qatar. Mientras, el LNA es apoyado por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto (estos tres grandes rivales del Estado qatarí, al que impusieron un bloque económico y político en 2017 tras acusarle de dar soporte el terrorismo transfronterizo), Rusia y Francia.

La entrada de Turquía en la guerra varió el curso de esta, que tenía como favorito al Ejército de Haftar tras la ofensiva final lanzada en abril del año pasado sobre el bastión tripolitano, y el GNA recuperó posiciones hasta amenazar incluso con tomar núcleos importantes como Sirte o Jufra.

En este contexto, llegaron los últimos contactos diplomáticos llevados a cabo en Marruecos, Egipto y Suiza para poder llegar a un acuerdo de paz. Algo que parece que sigue avanzando tras los últimos entendimientos alcanzados entre las partes enfrentadas sobre organización política e institucional una vez se ponga fin a la disputa armada. Incluso, los contactos materializados en Ginebra (Suiza) por los representantes militares de ambas facciones significaron la materialización de un alto el fuego permanente orientado a facilitar la evolución de las conversaciones entre las partes.

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