Erdogan declara el Estado de emergencia en Turquía durante tres meses
Aprovechando las resonancias del frustrado golpe de Estado del pasado viernes, y tras realizar una purga de decenas de miles de jueces, policías, militares, funcionarios y empleados públicos de la Enseñanza, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado este miércoles el Estado de emergencia en todo el territorio nacional durante tres meses.
«Hemos decidido declarar el estado de emergencia durante tres meses», ha dicho en una comparecencia pública, después la reunión de casi cinco horas que ha mantenido con el Gobierno. Esto era «necesario para erradicar rápidamente todos los elementos de la organización terrorista implicada en el intento de golpe de Estado», ha agregado.
Sorprende que el presidente de Turquía diga que el Gobierno necesita una medida tan drástica para eliminar todo rescoldo de la frustrada asonada, cuando en sólo cinco días ha suspendido o despedido a cerca de 55.000 personas, especialmente policías, profesores o militares. Además, más de 9.000 han sido arrestadas.
Según el presidente turco, la democracia no se verá comprometida en Turquía por el Estado de emergencia, ya que este último «busca proteger y reforzar» los valores de «la democracia, la ley y las libertades». Erdogan se ha empeñado en recalcar que ésta es una de las medidas previstas por la Constitución turca para situaciones extraordinarias como la que vive la nación euroasiática.
El presidente ha justificado su decisión asegurando que el intento de golpe de Estado «puede que no haya terminado», cinco días después que un grupo de militares rebeldes intentaran derrocar su régimen. Según ha dicho Erdogan, «podrían haber otros planes», indicó sin dar más detalles.
El presidente turco incluso ha asegurado que «otros países» podrían estar implicados en el intento de asonada militar. «Puede que otros países estén implicados» en la sublevación que acabó con más de 400 muertos y miles de detenidos, ha insinuado, sin citar ningún nombre ni dar ninguna pista, el jefe del estado turco en una entrevista en Al Jazeera.
En ese sentido, Erdogan ha exigido al canciller francés, Jean-Marc Ayrault, que «se ocupe de sus asuntos», después que este advirtiera contra la represión en el país tras el intento de golpe de Estado.
«Él debería ocuparse de sus asuntos. ¿Tiene la autoridad para hacer esas declaraciones sobre mi persona? No, no la tiene. Si quiere una lección de democracia, puede tenerla fácilmente de nosotros», ha concluido.
El ‘sultán’ Erdogan
El pasado sábado, el presidente compaerció como un sultán ante sus súbditos en una multitud de personas que reclamaban la reinstauración de la pena de muerte en el país a raíz del frustrado levantamiento militar para perseguir a sus responsables. Erdodogan dijo entonces que debía ser el Parlamento el que aborde esta posibilidad, pero admitió que «una democracia no puede dejar de escuchar el clamor del pueblo».
Con aire distendido y sonriente se dirigió a las masas en Estambul asegurando que el golpe de Estado había sido perpetrado por una minoría del Ejército. “Eran como un tumor dentro del Ejército y ahora este tumor está siendo extirpado“, apostilló. Días después procedió a la purga de todos los estamentos públicos y ahora, antes de designar a sus decenas de miles de sustitutos, ha declarado un Estado de emergencia que otorga poderes ilimitados al Gobierno.
El estado de emergencia, que entra en vigor después de su publicación en el Boletín Oficial de Turquía, permitirá que el presidente y el gabinete eludan al Parlamento en la aprobación de nuevas leyes, además de limitar y suspender los derechos y las libertades que consideren necesarios.
A pesar de que la República de Turquía tiene un sistema parlamentario en el que el presidente es un mero símbolo de la unidad del país sin apenas atribuciones, Erdogan lleva ejerciendo el poder en la sombra desde que dejó de ser primer ministro en agosto de 2014 tras ganar a las elecciones presidenciales.
Su verdadero objetivo era cambiar la Constitución para acumular todo el poder Ejecutivo en la persona del jefe del Estado, pero su objetivo se vio frustrado en las dos elecciones generales que se celebraron en 2015, pues ni en la primera ni en la segunda, provocada por la imposibilidad de formar mayorías para un Gobierno estable, el partido que él fundó en 2003, el de la Justicia y el Desarrollo (AKP) logró la mayoría cualificada que exige la Carta Magna para su modificación.