Cónclave en la Capilla Sixtina: la elección del Papa bajo la joya que Miguel Ángel pintó a regañadientes
Miguel Ángel no quería hacer la que acabó siendo su mayor obra pictórica y la más monumental del Renacimiento
El artista tuvo numerosos problemas durante el proceso e incluso varios roces con el Papa
La gran obra de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina está llena de incógnitas y mensajes ocultos


Han pasado más de cinco siglos desde que Miguel Ángel pintó la gran joya del Renacimiento en la Capilla Sixtina, el testigo más discreto del cónclave en el que los cardenales eligen a un nuevo Papa, esta vez al sucesor de Francisco. Sin embargo, Miguel Ángel (Michelangelo Buonarroti) no quiso que su obra jugara ese papel. Es más, no quiso que jugara ninguno, porque el artista la hizo a regañadientes.
Posiblemente la de Miguel Ángel es la obra que más dolores cervicales ha provocado. Sus imponentes frescos embelesan a los visitantes de los Museos Vaticanos. Tiene sentido que los 133 cardenales elijan al nuevo Papa bajo esta bóveda, porque el artista renacentista convirtió la capilla en un lugar con el poder de la abstracción. De hecho, Juan Pablo II explicó que «contribuye a hacer más viva la presencia de Dios». Miguel Ángel logró comprender, captar y transmitir el alma humana y la divinidad.
Por qué Miguel Ángel no quiso pintar la Capilla Sixtina
Pero Miguel Ángel no sufrió menos dolores de cabeza que los turistas que contemplan su obra. Dolores de cabeza y un orgullo herido porque, cuando a principios del siglo XVI se le pidió que se encargara de los frescos del techo, el creador del David sintió que no sabían quién era: escultor y no pintor. Además, le inquietaba que sus rivales hubieran sugerido que se le pidiera a él para que fracasara con una obra de tal magnitud.
Sin embargo, Miguel Ángel no pudo negarse: se lo estaba pidiendo el Papa (Sixto IV), que buscaba las mejores manos para cubrir la decoración original -en azul con estrellas doradas- de la que era su capilla privada. Diseñó el dibujo a escala real. El proceso, que duró 4 años (1508-1510), tampoco estuvo exento de problemas.
La relación laboral entre Miguel Ángel y el Papa no comenzó con buen pie. El artista interrumpió su trabajo y lo mantuvo así durante casi un año por su desacuerdo con el Sumo Pontífice, entonces Julio II, en lo que se refería a los pagos. El escultor llegó a viajar dos veces en busca del Papa -que se había ido de Roma para encabezar una campaña militar-, para resolverlo.
Resuelto el problema económico, su labor no fue más cómoda. Todo lo contrario. Miguel Ángel notaba cada vez más el desgaste físico: realizó los frescos sobre un andamio -que él mismo diseñó-, de pie. De esa forma, pintó el techo con la cabeza inclinada hacia atrás, y ésta y su espalda se resintieron.
Por si no fuera suficiente, tuvo que rehacer varias partes de la obra poco después de terminarlas, obligado por el moho, que aparecía con frecuencia. Y todo ello teniendo en cuenta que, a medida que avanzaba, tenía que desmontar el andamio y montarlo de nuevo.
El ritmo de trabajo no le restó estrés: debía terminar en una misma jornada el área que le ocupara, ya que la técnica del fresco requiere pintar directamente sobre el yeso húmedo. De secarse, se tendría que rehacer desde el principio.
Escenas en la bóveda de la Capilla Sixtina
El conjunto de frescos de Miguel Ángel relata la historia de la creación del universo, desde su origen hasta la caída del hombre. Para ello, el artista se basó en pasajes bíblicos del Génesis:
- La Creación
- El Edén y la caída (Adán y Eva en el Jardín del Edén)
- El Diluvio Universal
Son más de 300 figuras concentradas en 460 metros cuadrados. La imagen de Dios extendiendo la mano y tocando con el dedo al hombre es la más icónica de la obra. Miguel Ángel fue el primero, con La creación, en representar a Dios con apariencia humana.
‘El Juicio Final’
En este caso, la pintura no se puede ver en el techo, sino que viste la pared situada tras el altar de la Capilla Sixtina. Miguel Ángel pintó El Juicio Final 20 años después de encargarse de la bóveda, cuando él ya tenía más de 60, esta vez a petición del Papa Pablo III. De hecho, el paso del tiempo queda plasmado en la obra, mucho más sombría que la anterior.
El Juicio Final está dividido en tres planos que representan el alma, la redención y la condena y recogen más de 300 figuras humanas. Se muestra el cielo, la escena del juicio final y el infierno, con Cristo como juez supremo, impartiendo justicia, en la composición central. Éste aparece flanqueado por la Virgen María, los santos y los apóstoles; por encima, los ángeles llevan los símbolos de la Pasión y, finalmente, la parte inferior muestra a los condenados arrastrados al infierno.
Los misterios de la obra en la Capilla Sixtina
Mucho se habla de los misterios y enigmas que esconde el legado de Leonardo Da Vinci, pero Miguel Ángel no se quedó atrás con la que fue su primera gran obra pictórica. Han pasado más de cinco siglos y siguen apareciendo sorpresas en las pinturas de la Capilla Sixtina.
El autorretrato de Miguel Ángel
La imagen del propio Miguel Ángel aparece en su monumental obra, concretamente en la de El Juicio Final. En ella se representa, entre tantos otros personajes, a San Bartolomé, que sostiene una piel en la que se puede apreciar el rostro del artista. Los expertos en Historia del Arte entienden este autorretrato como una forma de dejar su firma en la obra.
Desafío de Miguel Ángel a la Iglesia
El primero en apreciarlo fue un neurocirujano estadounidense que visitó la Capilla Sixtina en 1975: un cerebro humano en La creación de Adán. El manto de Dios, justo en la zona en la que aparece alargando el dedo para tocar al hombre, coincide con el contorno del cerebro. A este detalle se le han dado dos interpretaciones: la de un símbolo, por la relación obvia entre la vida del hombre y el órgano, y una segunda con algo más de intención, la del desafío de Miguel Ángel al Papa, con el que tuvo desacuerdos por el dinero, y la crítica a la Iglesia. Así, estaría diciendo que, en realidad, Dios está en la cabeza del hombre. Un mensaje que logró ocultar gracias a las formas geométricas que utilizó.
María Magdalena
María Magdalena, la figura femenina que más leyendas ha desatado en el cristianismo, también aparece en la Capilla Sixtina. Se le identificó en El Juicio Final, junto al Cristo Redentor. El hallazgo corresponde a la restauradora Sara Penco.
El cáncer de mama en ‘El Diluvio Universal’
Todo parece apuntar a que una de las figuras femeninas de la obra pictórica es una mujer que padece cáncer de mama. El personaje aparece en el fresco de El Diluvio Universal, postrada, como una forma de simbolizar su condena a muerte, ya que se encuentra fuera del Arca de Noé.
Los investigadores han analizado el pecho derecho de la figura, que muestra signos propios de la enfermedad y en el que se aprecian, incluso, tres bultos y una cicatriz, según publicó en The Breast. Además, compararon ésta con el resto de mujeres creadas por Miguel Ángel, para corroborar que nunca antes había plasmado un pecho así en ninguna de sus obras.
Cada día más de 20.000 personas pasan por la Capilla Sixtina, que no sólo cuenta con la obra de Miguel Ángel. Antes de que él lo hiciera, algunos de los muros habían sido decorados por otros grandes artistas del Renacimiento, como Rafael (que diseñó los tapices) o Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio y Pietro Perugino, que plasmaron en las paredes de la nave los pasajes de la vida de Moisés y de Jesucristo.
Los restos mortales del gran estudioso de la anatomía humana descansan en la Iglesia de la Santa Cruz de Florencia. Pasados más de 500 años, sólo con la Capilla Sixtina se entiende que el artista, responsable de obras de culto como el David, la Piedad o el Moisés, fuera conocido entre sus contemporáneos como Il Divino.