Quesos

Definitivo: así debes deshidratar el queso

deshidratar el queso
Definitivo: así debes deshidratar el queso

El secado del queso es un paso importante para poder almacenar este alimento y seguir usándolo posteriormente. De hecho, es un procedimiento recomendable porque evitamos tener que comprar queso rallado en las tiendas. ¿De qué forma deshidratar el queso para guardarlo y utilizarlo?

Saber cómo realizar este truco es clave para que tu queso seco o deshidratado esté siempre recién rallado. Mejorará el sabor de tus recetas, y no estarás expuesto a posibles contraindicaciones de diferentes conservantes.

Cómo deshidratar el queso

Este procedimiento debe llevarse a cabo solamente con quesos duros. Son aquellos que tienen menos grasa y acumulan menos humedad que los quesos blandos clásicos.

Para realizarlo, debes cortar el queso en trozos pequeños, ya que al hacerlo ayudas a que las rebanadas se deshidraten más fácilmente. También puedes pasarlo por un rallador o procesador de alimentos y preservarlo ya rallado, aunque nuestra recomendación es secarlo en partes de 100 o 200 gramos y que lo ralles antes de echarlo a tus platos.

Luego  cubre una bandeja deshidratadora con toallas de papel gruesa, que absorberán sus aceites. Recuerda que todo el queso tiene que estar en contacto con la bandeja, por lo que no vayas a superponerlo.

Enciende el deshidratador y ponlo en la temperatura aconsejada para quesos que figura en el manual de usuario. Generalmente hablamos de una temperatura que debería oscilar los 55° o 60° C, aunque depende de cada tipo de este alimento.

¿Cómo congelarlo y cuándo rallarlo?

Transcurridos unos minutos y oscurecido un poco el producto, pruébalo para comprobar que se ha secado. Espera a que el queso deshidratado se enfríe y, una vez que lo haga, tienes dos alternativas para hacer.

La primera opción es rallarlo, si es que no lo has hecho previamente, y la segunda es almacenarlo así. Nuevamente, te recomendamos que lo guardes en trozos en un envase hermético o en una bolsa de congelador.

Cuando lo necesites, retira un trozo de tu queso secado y rállalo directamente encima de tu comida.

De esa forma este derivado lácteo estará menos expuesto a la humedad, que es uno de los factores decisivos pensando en su conservación en el mejor estado posible, y mantendrá sus características y propiedades.

Además, si lo que quieres es resguardar tus quesos blandos, el modo de hacerlo es otro y éste no te servirá. Ahora ya sabes de qué forma debes hacer este paso, nada complicado para tenerlo así en casa.

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