Historia

Faustino Chacón, el «hechicero» español que engañó a Houdini

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'Tragafuegos' de Goya

Faustino Chacón, natural de Toledo, no fue muy famoso en España. El propio rey Carlos IV prohibió a Chacón hacer sus trucos en España por considerar una profesión «inútil para el Estado y nociva para la salud». Por eso, Faustino Chacón, que ya desde pequeño despuntó con algunas habilidades especiales, se dio cuenta rápido que en Europa comprenderían mucho más su arte.

Aquí en España era considerado un sanador más, capaz de curar enfermedades con sus manos. Pero a Chacón le esperaba Francia. Cruzó los Pirineos pronto para desarrollar su actividad al  lado de otros grandes ilusionistas como Harry Houdini, que después hablaría del español en su título ‘Traficantes de milagros’ publicado en 1924.

¿Quién era Faustino Chacón?

Se sabe muy poco de la historia de este español que asombró a la Francia del siglo XIX. Sus padres ya sabían desde pequeño que Chacón no era un niño normal. Cuando se quemaba o se rozaba con algo, no aparecían heridas y pasó de ser un niño, a ser un hombre que controló el fuego y la ilusión.

En 1803 fue llevado a realizar una demostración a Madrid ante profesores, que después se lo llevaron a París para lo mismo. Chacón experimentaba con planchas de acero, con líquidos corrosivos y con todo lo que le pudiera causar dolor a través del calor a una persona normal. A él, no le afectaba en nada.

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Pronto de dio cuenta que el arte podría ser la mejor salida para experimentar y ganar un poco de dinero, por lo que decidió empezar a realizar espectáculos públicos en París, donde se le conocería desde entonces como Señor Lionetto.

En escritos de historiadores como Ramón Mayrata, experto en historia del ilusionismo, Chacón llegó a ser muy famoso en París. En una sesión donde hubo mucha gente, Lionetto experimentó con fuego, ácido y agua hirviendo, dejando asombrados a los presentes por su capacidad de no tener heridas.

El propio Mayrata explica que Chacón, desde pequeño, mostró habilidades con el fuego poco común, e incluso llegó a salvar a una familia de las llamas en Cádiz.

Aunque no se guardan grandes documentos de sus actuaciones, lo cierto es que Chacón puso una de las primeras piedras para que los espectáculos de ilusionismo tuvieran gran importancia durante el siglo XIX y bien entrado el siglo XX, con un espectáculo novedoso y lleno de riesgo para su salud. Nadie llegó a preguntarse cómo hacía aquello, y se convirtió en una de las atracciones del París de principios del siglo XIX.

Una ilusión engañosa

Cuando Señor Lionetto ya era poco más que una celebridad en Francia, el profesor Sementini, estudioso de la época, desenmascaró los engaños del español y cómo lograba poner sus pies en plomo derretido, o se lavaba pies y manos con aceite hirviendo, algo inaudito para los más doctos de la época a los que consiguió engañar de manera descarada con sus ilusiones y trucos.

Sementini se propuso desenmascarar al artista español y lo hizo mediante el sencillo mecanismo de prueba y error. El conocido como «hombre incombustible» se había ganado una fama con el engaño, ya que, ni poseía poderes especiales, ni era un hombre de otro mundo, simplemente utilizó la astucia para engañar a muchos y ganar dinero.

El profesor Sementini probó cada uno de los números de Faustino Chacón, y estableció que todo radicaba en un jabón que el español se frotaba por todo el cuerpo, incluso por la lengua, y que la acompañaba con azúcar granulado que le hacía inmune al fuego y a las altas temperaturas durante un determinado tiempo.

Esto no supuso que Faustino Chacón dejase de tener éxito en Francia. Un siglo después, el gran Houdini dedicó buena parte de sus estudios a desenmascarar a los farsantes de la profesión. Y lo hizo con lo que más les dolería: contando cómo hacían sus trucos.

A pesar de que la intención de Houdini era demostrar que Señor Lionetto no era un ser especial, más bien alguien listo que aprovechó su cuerpo para parecerse a un ilusionista, en su textos de ‘Traficantes de ilusiones’ lo mencionaba como uno de los mejores tragafuegos de la historia, sin quitarle demasiado mérito.

Houdini, en uno de sus pocos libros traducidos al español, habla de escupidores de fuego, tragafuegos, faquires, a todos ellos los desenmascaró contando sus secretos, aunque el libro, en realidad, se trata de un homenaje a todos aquellos amigos y compañeros de profesión que en algún momento se juntaron con Houdini para ayudarle o trabajar en sus trucos.

A Faustino Chacón poco se le ha recordado en nuestro país, ya que fueron  pocas las oportunidades que tuvo, pero en Francia se labró una carrera a base de convertirse en una leyenda  como el «hombre incandescente» uno de los primeros conocidos en Europa a lo largo del siglo XIX.

 

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