Geología

Los científicos no salen de su asombro: descubren una red de túneles cuyo origen no es humano ni geológico

Red de túneles
Ilustración ficticia de la red de túneles hallada en Brasil. Foto: ilustración propia.

La aparición de otra intrigante red de túneles de grandes dimensiones en regiones del Cono Sur reabrió interesantes debates sobre la interacción entre fauna extinta y paisaje. Los conductos, visibles en cortes de carreteras y laderas, muestran patrones repetidos que no encajan con la erosión ni con obras antrópicas conocidas.

Bastante lejos de ofrecer una respuesta inmediata, los estudios apuntan a un proceso prolongado en el tiempo. La red de túneles que estamos por desvelar se distribuye en distintos tipos de roca y presenta evidencias de reutilización, lo que sugiere una historia compleja vinculada a dinámicas biológicas hoy desaparecidas.

Así es la red de túneles de Sudamérica que desconcierta a la geología

El primer rasgo que llama la atención de esta red de túneles es su morfología. Los pasadizos mantienen secciones casi circulares o elípticas, con pendientes suaves que suben y bajan, y ramificaciones laterales que recuerdan a un sistema planificado. Estas características no coinciden con las cavidades kársticas ni con fracturas naturales.

Según señala el estudio realizado al respecto y publicado en la revista Taylor & Francis, muchos tramos superan los 550 metros de longitud y alcanzan alturas cercanas a 1,8 metros, permitiendo el paso erguido de un adulto.

Además, atraviesan areniscas, arenas consolidadas y rocas volcánicas alteradas, materiales difíciles de excavar, incluso con herramientas modernas. La ausencia de restos de extracción o señales de uso industrial descarta la minería.

El geólogo Heinrich Frank, de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, ha señalado que «No existe un proceso geológico capaz de producir túneles largos, ramificados y con marcas de garras en las paredes». Esta observación ha sido clave para orientar las hipótesis hacia un origen biológico.

El arduo proceso de mapear una red de túneles prehistórica

Durante la última década, los equipos liderados por Frank han catalogado más de 1.500 estructuras de este tipo solo en el sur y sureste de Brasil. A ellas se suman hallazgos similares en Argentina, donde la red de túneles aparece cruzándose en algunas colinas con una densidad notable.

Los estudios muestran techos colapsados y pasajes superpuestos, indicios de ampliaciones sucesivas. Las paredes conservan surcos paralelos, a menudo en grupos de tres, que recorren largas distancias. Estos detalles permiten reconstruir fases de uso y abandono a lo largo de miles de años.

La disciplina que analiza estas estructuras se conoce como paleomadrigueras o paleoburrows. A diferencia de los fósiles óseos, estas huellas de actividad conservan información sobre comportamiento, tamaño corporal y adaptación al entorno. En conjunto, la red de túneles funciona como un archivo subterráneo del Pleistoceno.

¿Quiénes pueden haber habitado estos túneles?

La identificación de los posibles excavadores se basa en la comparación entre dimensiones de los túneles y restos fósiles hallados en las mismas regiones. Los conductos mayores reducen las opciones a grandes mamíferos extintos, principalmente perezosos terrestres y algunos armadillos de gran tamaño.

Las marcas observadas son anchas y poco profundas, coherentes con garras largas y curvadas. Este patrón encaja mejor con los perezosos gigantes que con otros excavadores. Entre ellos destaca Megatherium, un herbívoro del Pleistoceno tardío que podía alcanzar varias toneladas de peso y más de tres metros de altura al erguirse.

Su anatomía, con extremidades anteriores robustas y una cola que aportaba estabilidad, habría permitido excavar de forma repetida en sedimentos compactos. En este mismo sentido, la complejidad de la red de túneles sugiere que no fue obra de un solo individuo, sino el resultado de generaciones que ampliaron y mantuvieron los refugios.

Humanos, refugios subterráneos y clima

La cronología sitúa estas estructuras en un periodo en el que humanos y megafauna coincidieron en América. En yacimientos como White Sands, en Nuevo México, se han documentado en un estudio publicado en Science Direct huellas humanas siguiendo rastros de perezosos, interpretadas como episodios de caza.

David Bustos, científico del parque, señaló en ese mismo sentido que: «Las interacciones humanas con los perezosos se interpretan mejor como acecho o caza».

Este contexto refuerza la hipótesis de que la red de túneles ofrecía protección frente a depredadores, grupos humanos y cambios bruscos de temperatura. Bajo tierra, los animales encontraban estabilidad térmica y un espacio seguro en paisajes abiertos.

Hoy, estas paleomadrigueras ayudan a entender cómo la desaparición de la megafauna alteró suelos y vegetación tras el final de la última glaciación. Cada nuevo tramo identificado amplía el mapa de una red de túneles que no solo desafía explicaciones simples, sino que aporta claves sobre la relación entre animales extintos, seres humanos y el territorio sudamericano.

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