Hallazgo sin precedentes: arqueólogos descubren un templo alineado con el Sol de casi 3000 años de antigüedad
La arqueología a veces saca a la luz lugares que nadie tenía en mente. Y en este caso no se trata de un detalle menor, sino de un templo alineado con el Sol y con casi tres mil años de antigüedad.
Según el estudio Gateway to the east: the Palaspata temple and the south-eastern expansion of the Tiwanaku state, dirigido por José M. Capriles, el hallazgo redefine la expansión tiwanakota hacia el sureste y abre una línea de investigación que no estaba siendo analizada en Bolivia.
Descubren el templo de Palaspata y su papel en la red tiwanakota
El complejo, conocido como Palaspata, se asienta en una cresta a unos 210 kilómetros al sureste del núcleo monumental de Tiwanaku. Desde fuera no llama la atención, pero al subir a la cima aparece un plano sorprendentemente regular: un rectángulo de unos 125 por 145 metros, organizado en 15 recintos que rodean un gran patio central.
La entrada mira hacia el oeste y coincide con la posición del Sol en el equinoccio, un detalle que Capriles y su equipo interpretan como una decisión deliberada.
El descubrimiento llegó gracias a imágenes satelitales. Los arqueólogos vieron rectángulos casi borrados en la superficie y empezaron a sospechar. Después usaron fotogrametría para reconstruir el relieve y detectar muros bajos, terrazas y variaciones mínimas de suelo. Ese trabajo confirmó que la estructura no era un conjunto de corrales recientes, sino un edificio de escala monumental.
El lugar encaja en un cruce esencial entre las tierras altas del Titicaca, el Altiplano frío y los valles fértiles de Cochabamba. Las rutas que unen estas zonas han servido durante siglos para mover bienes y caravanas. Palaspata controla ese paso natural desde una posición elevada, algo que da sentido a su tamaño y a su distribución interna.
Cómo es el templo y qué han encontrado en su interior
El perímetro combina arenisca roja y bloques de cuarzo blanco. Muchas piedras muestran marcas de tallado, aunque parte del material terminó reutilizado en construcciones agrícolas recientes.
Aun así, los restos permiten imaginar muros de unos tres metros que delimitaban recintos abiertos al cielo. Ningún indicio apunta a cubiertas, de modo que el patio central tuvo un papel clave en rituales estacionales y reuniones comunitarias.
Dentro de los módulos aparecen concentraciones de cerámica fina: keru para beber chicha, cuencos, quemadores de incienso y piezas decoradas con iconografía tiwanakota. La presencia de keru resulta especialmente reveladora, porque el maíz no prospera a esa altitud. Eso quiere decir que alguien subía desde los valles con bebida y recipientes para ceremonias concretas.
Junto a la cerámica también se ha encontrado turquesa, obsidiana y una concha marina procedente del Pacífico, lo que apunta a una red de intercambios que atravesaba desiertos, costa y meseta.
Por otra parte, los investigadores localizaron terrazas orientadas hacia el este con tumbas, restos domésticos y más material cerámico de estilos propios de los valles interandinos.
Todo esto enlaza Palaspata con el asentamiento cercano de Ocotavi 1, que conserva una secuencia arqueológica entre los siglos VII y X, la fase de mayor expansión de Tiwanaku.
Tiwanaku proyectó su autoridad hacia los valles con infraestructuras que controlaban el movimiento de bienes y personas, y Palaspata funcionó como ese portal donde ritual y logística se unían en una forma de poder propia del altiplano.