Basílica de la Purísima Concepción de Barcelona: arquitectura y tradición religiosa
La basilica de la purisima concepcion en barcelona es un monumento religioso de Barcelona que guarda una historia tan curiosa como poco conocida.
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Cuando se habla de iglesias o templos en Barcelona, lo primero que viene a la mente es la Sagrada Familia, esa magnífica obra arquitectónica de Gaudí, que además es uno de los monumentos más visitados de España (se pelea los primeros lugares con la Alhambra, y con la Mezquita-Catedral de Córdoba), pero hay otros espacios religiosos que vale la pena conocer.
Una de estas iglesias que no podemos dejar de visitar si nos encontramos en Barcelona es la Basílica de la Purísima Concepción y Asunción de Nuestra Señora, que se encuentra en las calles Aragón y Roger de Llúria, en el Ensanche de Barcelona. Una iglesia que originalmente no estaba donde ahora se encuentra.
No está rodeada del bullicio monumental de otras iglesias célebres, pero quizá por eso mismo tiene un encanto particular: parece un remanso que se ha quedado ligeramente al margen del ritmo acelerado de la ciudad. Este monumento religioso Barcelona guarda una historia tan curiosa como poco conocida, lo que aumenta aún más su atractivo.
Una iglesia viajera
Seguramente hemos escuchado hablar de ciudades viajeras, poblaciones que fueron fundadas en un punto y que luego debieron trasladarse a otro por ser más saludable o fácil de defender. O de ciudades que cambiaron de nombre a lo largo de su historia.
Pero no es tan común escuchar de edificios que cambiaron de lugar y de nombre, aunque no de propósito.
Es el caso de esta edificación, consagrada como basílica por el papa Benedicto XVI en 2009, pero cuya historia, o al menos la historia de algunas de sus secciones, se remonta a la Edad Media. Su origen se remonta al siglo XIX, cuando se tomó la decisión de trasladar piedra a piedra la antigua iglesia del monasterio de Santa María de Jonqueres.
Las reformas urbanísticas de la época amenazaban con hacerla desaparecer, y la única manera de salvarla fue desmontarla con una precisión casi quirúrgica. Cada bloque, cada ventanal y cada detalle ornamental viajaron hasta el Eixample, donde serían reconstruidos con paciencia y mimo. Gracias a ese esfuerzo, podemos disfrutar todavía del aire gótico del templo, aunque ahora repose en un barrio moderno y perfectamente cuadriculado.
El ayuntamiento tomó una decisión sabia al decidir trasladar la construcción religiosa, bloque por bloque, a un lugar en el nuevo sector de la ciudad, que a su vez el obispado decidió dedicar a la Inmaculada Concepción.
La nueva iglesia comenzó a levantarse en 1870, en parte con materiales nuevos y en parte con secciones enteras trasladadas desde el claustro de Santa María de Jonqueres, y aunque las obras no concluyeron hasta 1892, la iglesia fue inaugurada en junio de 1871.
La construcción que no cesa
Pero los trabajos con la futura basílica no concluyeron en 1892. No es nada excepcional en la iglesia católica, donde algunas catedrales tomaron varios siglos para concluirlas, como la Catedral de Milán, o Notre Dame en París o, sin ir más lejos, como la Sagrada Familia, en Barcelona, todavía inconclusa.
En 1906, el arquitecto Antonio Serrallach se hizo cargo de nuevos trabajos relacionados con los contrafuertes y las fachadas de la iglesia, y entre ese año y 1930 se construyó la capilla de Monserrat.
La iglesia no fue perdonada por la Guerra Civil, y fue destrozada e incendiada entre 1936 y 1939, y los trabajos de restauración no concluyeron hasta 1957.
El resultado es un templo que parece mucho más antiguo que el barrio que la rodea, y que a su vez está compuesto por partes de otros monasterios e iglesias que ahora integran la basílica, como es el caso también de la torre.
Se trata del campanario de la iglesia de San Miguel, un templo de arquitectura gótica que se encontraba detrás del ayuntamiento, en el Barrio Gótico, donde actualmente se ubica la plaza de San Miguel.
La iglesia desapareció con la ampliación del ayuntamiento, pero se decidió que el campanario podía trasladarse y ser usado en la nueva iglesia dedicada a la Virgen.
Características principales
Ya desde fuera, la iglesia atrapa la mirada con su campanario gótico, que se eleva con una elegancia silenciosa entre las fachadas del Eixample. No es un edificio que busque imponerse, pero su presencia tiene algo de firme y acogedor. La fachada, sobria, prepara al visitante para un interior donde se mezcla la arquitectura medieval con la luz suave que entra a través de los ventanales restaurados.
Una vez dentro, la iglesia Purísima Concepción Barcelona transmite una calma que sorprende incluso a quienes no suelen visitar templos. Las bóvedas altas, los detalles de piedra y el altar presidido por la figura de la Inmaculada crean un ambiente íntimo, casi suspendido en el tiempo. Las capillas laterales, cada una con su propio carácter, han ido acumulando imágenes y elementos devocionales que hablan de historias personales y de generaciones enteras.
Otro detalle que muchos agradecen son los jardines laterales, un pequeño paréntesis verde en medio del Eixample. Allí, el ruido del tráfico se atenúa y uno puede sentarse un momento antes de volver al ritmo cotidiano.
En conjunto, esta iglesia trasladada del pasado y perfectamente encajada en la Barcelona actual se ha ganado un lugar especial en la memoria de quienes la visitan. La Basílica de la Purísima Concepción no solo es arquitectura: es un testimonio de la voluntad de preservar lo valioso y de la manera en que un templo puede seguir haciendo hogar, siglo tras siglo.
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