Uno de los policías jubilados por las heridas sufridas en Urquinaona: “Me jugué la vida para nada”
Los nueve indultos concedidos a los líderes del Procés han provocado un profundo malestar entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Los policías que estuvieron destinados en Cataluña durante el referéndum ilegal y en las protestas tras conocerse la sentencia de la Audiencia Nacional se muestran indignados.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha indultado a los nueve líderes del ‘procés’ condenados por el Tribunal Supremo hace menos de dos años y su decisión ha supuesto una grave división en España. OKDIARIO ha querido preguntar su opinión a los policías que literalmente perdieron algo en Cataluña durante las fechas más duras y violentas de las protestas callejeras. Primero durante los preparativos y la celebración del referéndum ilegal de independencia y después durante las protestas que se produjeron en Barcelona después de que el Supremo condenara a los líderes del ‘procés’ con Oriol Junqueras, líder de ERC, a la cabeza. Hemos preguntado a los policías que estuvieron allí destinados.
OKDIARIO ha contactado con Ángel, uno de los miembros de la Unidad Central Operativa de la Policía Nacional que a sus 45 años ha tenido que colgar el uniforme para siempre como consecuencia de las graves lesiones sufridas en el entorno de la Plaza Urquinaona en Barcelona. El 18 de octubre de 2019 este agente fue apedreado con tal violencia que varios clavos quirúrgicos en su brazo lo hacen «no apto» para el servicio. Sólo por eso su opinión merece ser escuchada. Así que a la pregunta de ¿Qué te parecen que los hayan indultado? la respuesta es tan obvia como contundente.
«¿Pues qué me va a parecer? ¡Qué estuvimos el 1-O en 2017 metidos en un barco 70 días para nada!, ¡y que me jugué la vida en octubre del 2019 para nada!». El policía responde a OKDIARIO camino de una nueva sesión de rehabilitación. Hace tiempo que la mutua dejó de pagar las consultas y ahora ya se las paga de su bolsillo para devolver su brazo a un estado que le haga la vida algo más fácil y sobre todo sin dolor. «Estoy asqueado de toda esta inmundicia», asegura Ángel.
Tal vez a los que no han estado nunca cerca de aquellas protestas violentas en Barcelona les convendría ahora refrescar la memoria con el relato que el propio Ángel hace del momento exacto en el que unos violentos separatistas le obligaron a dejar de ser policía para siempre: «Nos tiraban de todo. Cócteles molotov, petardos, botellas con líquido corrosivo, rodamientos. En un momento dado, mientras estábamos aguantando la posición ante el ataque de los violentos, una piedra del tamaño de media baldosa cayó verticalmente dándome en mi antebrazo derecho, brazo en el que llevaba la bocacha (la escopeta detonadora usada para dispersar multitudes). La piedra me impactó en la zona del velcro, donde la codera no me protege, y en aquel instante sentí un fortísimo dolor. De repente noté como perdía toda la fuerza del brazo y dejaba de tener sensibilidad hasta la mano. Ahí supe que me habían fastidiado bien».
Año y medio después de aquello, tras haber pasado dos veces por quirófano y tener que abandonar el cuerpo a mitad de su vida laboral, este policía no piensa tragar con las presuntas bondades de los indultos.
No fue el único cuyas heridas en aquellos días le hizo dejar de ser policía para siempre. Hubo más heridos graves y hubo más jubilaciones. Algunos callan, otros secundan a Ángel, pero todos coinciden en que nadie ha valorado su sacrificio a la hora de debatir sobre la conveniencia de estos indultos.
Cientos de policías fueron enviados a Cataluña en 2017 para detener un proceso manifiestamente ilegal y otros tantos regresaron dos años después para sofocar a los violentos que no aceptaron el imperio de la Ley. Por eso estos policías no pueden esconder su indignación. Lo hacen de forma particular, sí, pero también de manera colectiva.
«Una falta de respeto»
Jupol, el sindicato con mayor representación en el Cuerpo, también ha querido mostrar su malestar por los indultos: «Fue un proceso ilegal en el que cientos de agentes de la Policía Nacional fueron desplegados en Cataluña, para preservar y garantizar el orden constitucional y que además tuvieron que intervenir en diversos disturbios que provocaron múltiples lesiones a los funcionarios policiales, así como una serie de destrozos tanto en el mobiliario urbano como en el material policial».
Por eso esta asociación entiende que los policías en particular y la Policía en general merecían algo más que nueve indultos que califican como «una falta de respeto de este Gobierno que ahora activa toda su maquinaria propagandística para perpetrar unos indultos que no se acogen a ninguno de los preceptos legales y deja en el olvido a los agentes de la Policía Nacional que participaron en la llamada Operación Copérnico y en posteriores intervenciones relacionadas con el independentismo catalán».
Cuando Ángel se despidió de la Policía lo hizo entre los aplausos de sus compañeros. Se derrumbó y lloró en el hombro de uno de ellos porque sabía que jamás volvería a vestir el uniforme de Policía. Ese día casi todo el mundo se volcó con Ángel cuando este diario hizo pública su despedida. Un mosso independentista vinculado a Puigdemont escribió en sus redes sociales: «Estoy a punto de ponerme a llorar». Ángel ya contaba de antemano con el desprecio de los independentistas. Lo que le duele es otro tipo de desprecios menos obvios y más inesperados.