Ni rastro de revuelta interna en el PSOE por el pacto con golpistas y proetarras: “Hemos asegurado los cargos”

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Pedro Sánchez y su barón castellano-manchego, Emiliano García-Page (Foto: EP).
Carlos Cuesta

La rumoreada oposición de los barones del PSOE a los pactos de Pedro Sánchez con separatistas y proetarras se ha quedado en eso: en rumor. Desde las filas socialistas supuestamente críticas -especialmente las de Castilla-La Mancha, Andalucía, Extremadura o Aragón- no salió ni un diputado con valor para votar en contra o abstenerse en la investidura de Sánchez.

Pero es que, además, “la corriente crítica ya no cuenta ni con un número representativo de militantes y cargos. Lo cierto es que los primeros no tienen tanto problema con un pacto que impida gobernar a la derecha, y los segundos tienen claro que han asegurado sus cargos. Y esos son factores difíciles de sortear”, señala un conocido socialista inmerso en esa corriente crítica.

Lo cierto es que Sánchez tiene poder pleno y manos libres en su partido para hacer lo que quiera. Porque los factores críticos no cuentan con un respaldo real en la formación.

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, advirtió antes de la investidura a Pedro Sánchez de algo que “ya sabe”, y es que los socialistas aragoneses no van a admitir “transacciones” con el separatismo, al que hay que combatir por la vía política, judicial y cultural. Las transacciones han llegado y se han firmado oficialmente y lo cierto es que no ha habido respuesta de Lambán de ningún tipo.

Desde Castilla-La Mancha, Emiliano García Page también mostró su preocupación por la deriva de su partido y los pactos por mantenerse en La Moncloa. Alertó de que esa no era la vía que debía tomar el PSOE y señaló que «no hay en España espacio para el privilegio; los que quieren más lo quieren a costa de que los demás tengamos menos. Por lo tanto, yo voy a pelear mucho por los símbolos que nos hacen más iguales, los que reflejan la Constitución del 78”, afirmó en clara alusión a los pactos con los separatistas.

«Lo de Cataluña no puede acabar arreglándose con un cheque, yo creo que ni siquiera ellos lo quieren porque sería inmoral», señaló el presidente castellanomanchego. Una postura que se mantuvo en su discurso de fin de año, donde defendió que la Constitución une a todos, «incluso a los que le dan patadas». Pero, de nuevo, el pacto de Sánchez con los separatistas ha llegado, y García-Page no ha hecho nada.

Los mismo se puede decir de Guillermo Fernández Vara y de Susana Díaz, barones socialistas en Extremadura y Andalucía que filtraron su rechazo a las alianzas por la dificultad de vender a su electorado un trato de favor a los independentistas catalanes. Y, una vez más, su supuesta crítica se ha quedado en agua de borrajas.

Pero los factores, lo cierto, es que no sólo tienen que ver con su falta de valor para hacer valer lo que reivindicaron cuando consiguieron forzar en el pasado a Sánchez a no cerrar acuerdos con separatistas. También tiene que ver y mucho con el hecho de que sus propios cuadros no están dispuestos a perder lo que han conseguido con Sánchez: mantener cargos no sólo en las administraciones autonómicas, sino también en las nacionales y contar con más fondos del partido para sus puestos.

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