Felipe VI sobre Juan Carlos I: “Los principios éticos nos obligan a todos por encima de cuestiones familiares”

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Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Felipe VI ha firmado este año su discurso de Nochebuena más delicado desde la llegada al trono. Un mensaje precedido de una gran expectación, dada la situación del Emérito. El monarca no ha eludido su deber de exigir limpieza a todo el mundo y ha marcado implícitamente las distancias con el reinado de su padre. «Ya en 2014, en mi Proclamación ante las Cortes Generales, me referí a los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas», ha recordado el Rey. «Unos principios», ha proseguido, «que nos obligan a todos sin excepciones; y que están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares».

«Así lo he entendido siempre, en coherencia con mis convicciones, con la forma de entender mis responsabilidades como Jefe del Estado y con el espíritu renovador que inspira mi Reinado desde el primer día», ha subrayado el jefe del Estado.

Plenamente consciente de que el mensaje de este año estaría, más que nunca, en la lupa de los ciudadanos, el monarca, como había adelantado OKDIARIO, no ha esquivado su obligación de exigir un comportamiento ético en la órbita pública. Unos principios que, ha destacado Don Felipe, deben regir, por encima de cualquier cosa, toda conducta.

No cede a las presiones

Aunque el mensaje ha conservado la mesura propia de las citas de este tipo, no ha hecho falta leer entre líneas. No se esperaba un pronunciamiento mayor, ni mucho menos una alusión directa a Don Juan Carlos, pese a que así se requería desde Moncloa.

El discurso ha sido elaborado en Zarzuela, aunque supervisado por Presidencia, concretamente por Carmen Calvo, encargada de las relaciones institucionales con la Casa Real. Sin embargo, aunque PSOE y Podemos lo disimulen en público, no será del agrado de ninguno de los dos, especialmente de Pablo Iglesias.

En estos meses, el jefe del Estado ha recibido infinidad de presiones, procedentes del propio Ejecutivo, para que Don Juan Carlos abandonase España y regularizase su situación fiscal.  En las últimas semanas, esas presiones han tratado de moldear una de las intervenciones más especiales para Don Felipe, la que cada año le da la oportunidad de dirigirse personalmente a las familias españolas. Muchas, esta vez, en una situación especialmente difícil, y absolutamente todas, sumidas en la incertidumbre de la crisis sanitaria y económica de la pandemia.

Por ello, Felipe VI ha cuidado, más si cabe, sus palabras, preservando su gran momento de las pretensiones del Gobierno. La aspiración de Moncloa era que el Rey abundase en la presunta necesidad, esgrimida por el Gobierno, de una ley que modifique el actual marco regulador de la Corona.

Pero el mensaje ha sido un claro desplante a las ambiciones de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias. Felipe VI, como había avanzado este periódico, ni ha aludido a ese cambio normativo, ni tampoco ha accedido a extenderse mucho más en la polémica que rodea a su padre. En definitiva, no ha concedido ni un milímetro a lo que algunos pretenden: dar la sensación de que lo ocurrido con Don Juan Carlos trasciende a su figura e implica a la institución monárquica al completo.

Eso sí, con delicadeza, el monarca ha sabido marcar las distancias oportunas con el reinado precedente. Cabe recordar que ya en su día renunció a la herencia de Juan Carlos y le retiró la asignación económica. Tampoco hay sombra alguna de duda en la actuación del actual Rey ni su familia directa -la Reina Letizia, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía- en el marco de la investigación sobre el uso de tarjetas opacas.

En 2014, como ha recordado, Don Felipe ya dejó claros los principios que dirigirían su reinado. «La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social», reflexionó entonces. «Sólo de esa manera», añadió, «se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones».

«Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de los ciudadanos», afirmó hace seis años. Los mismos principios que hoy Felipe VI mantiene intactos.

Defensa de la Constitución 

El grueso de la intervención, como no podía ser de otra forma, la ha centrado Don Felipe en la pandemia de coronavirus. Pese a las sombrías circunstancias, el Rey ha querido enviar un mensaje de esperanza y superador de las dificultades. «La situación es grave. Pero, aún así, tenemos que afrontar el futuro con determinación y seguridad en nosotros mismos, en lo que somos capaces de hacer unidos, con ánimo y esperanza, con confianza en nuestro país y en nuestro modelo de convivencia democrática», ha señalado.

En este contexto, Felipe VI ha realizado un reconocimiento expreso a la Constitución, con un claro aviso a quienes, como Podemos, quieren erosionarla.

«En un tiempo en el que la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales provocan tanta incertidumbre, nuestra Constitución nos garantiza nuestro modo de entender la vida, nuestra visión de la sociedad y del ser humano; de su dignidad, de sus derechos y libertades», ha advertido el jefe del Estado. «Una Constitución», ha proseguido, «que todos tenemos el deber de respetar; y que en nuestro días, es el fundamento de nuestra convivencia social y política; y que representa, en nuestra historia, un éxito de y para la democracia y la libertad».

Don Felipe se ha detenido especialmente en el desolador panorama económico, en el desempleo que golpea a muchas familias -sobre todo a los jóvenes- y en la incertidumbre de la crisis. Y, aunque de forma velada, ha lanzado otra advertencia al Gobierno: «Es decisivo fortalecer el tejido empresarial y productivo, industrial y de servicios. El reconocimiento y el apoyo a nuestras empresas, la protección a nuestros autónomos y comerciantes, tan golpeados en estos meses, será imprescindible para crear empleo, ese empleo que tanto necesita nuestro país. Necesitamos, por tanto, consolidar las bases que nos den un horizonte claro de impulso, estabilidad y confianza económica, que anime a la inversión y la creación de puestos de trabajo».

De hecho, el monarca ha tenido un cariñoso agradecimiento hacia la sociedad civil. Especialmente hacia los sanitarios, las Fuerzas Armadas, los Cuerpos de Seguridad, Protección Civil y Servidores de Emergencias «y otros muchos servidores públicos, que han demostrado su vocación de servicio y su plena sintonía con nuestra sociedad». Ni una referencia a la clase política, lo que bien podría interpretarse como un toque de atención hacia aquellos que han demostrado su incapacidad para gestionar la crisis y ofrecer soluciones a los ciudadanos.

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