El Rey no acepta la petición de Moncloa de defender la nueva Ley de la Corona en el discurso de Navidad

Felipe VI discurso
El Rey Felipe VI a su llegada a la Conferencia de Presidentes en San Millán de la Cogolla.
Carlos Cuesta

El discurso de Navidad del Rey Felipe VI no eludirá su deber de exigir limpieza a todo el mundo. Sea quien sea y haya estado en la posición que haya estado, tal y como adelantó OKDIARIO. Pero el jefe del Estado no ha aceptado las presiones de Moncloa a Zarzuela para que su Majestad allane el camino de la futura Ley de la Corona, la norma que PSOE y Podemos quieren impulsar para modificar la actual regulación de la Monarquía en España, tal y como igualmente publicó este diario.

El Rey tenía ya la intención de hacer referencia a la necesidad de un comportamiento ético en la órbita pública. Pero el Gobierno quería una mención explícita al nombre del Emérito D. Juan Carlos e, igualmente, desde Moncloa se pretendió que Felipe VI se prestara a justificar, ante todas las familias de España y en el momento más hogareño imaginable, la necesidad de un cambio normativo dirigido a sustituir la actual regulación de la Corona por una norma diseñada por el actual Ejecutivo del PSOE y Podemos.

Pero, como adelantó este diario, el discurso no será del pleno agrado del Gobierno, aunque no le quede más remedio que decir públicamente que sí. Y es que el Rey no ha querido incluir en su discurso de Nochebuena o de Navidad -como habitualmente se le conoce- argumentos para defender la llegada de esa nueva Ley de la Corona. Y ello, pese a que el Gobierno de Pedro Sánchez consideraba conveniente que el monarca se implicara para evitar que la oposición se muestre más combativa con la futura norma. Algo, como se suele argumentar en estos momentos en La Moncloa, que era necesario para rebajar la “crispación” y evitar la “confrontación”. O, dicho de otra manera, algo conveniente para que Sánchez pueda seguir haciendo en cada faceta lo que a cada instante determine. El discurso definitivo del Rey ni incluye esta mención.

La petición se había deslizado a la Casa de su Majestad el Rey, al igual que se comunicó el agrado con el que el presidente del Gobierno acogería que el Rey Felipe VI mostrase en ese discurso aún más distancia de la actual con respecto al Emérito D. Juan Carlos.

Hay que recordar que esa “distancia”, término que ha empleado Moncloa en diversas ocasiones para referirse a este asunto ante Zarzuela, ha sido observada ya más que con dedicación por parte de D. Felipe. Y es que el Rey ha sacado de la asignación económica de la Casa al Emérito, ha renunciado a cualquier herencia procedente de Juan Carlos, y ha exigido la máxima transparencia sobre los movimientos de dinero.

De hecho, el análisis de la Fiscalía sobre el uso de tarjetas opacas por parte del Emérito ha confirmado que ninguna de esas tarjetas o pagos efectuados por medio de ellas benefició ni al actual Rey ni a su familia directa.

De hecho, la futura Ley de la Corona no parece una norma destinada a la relajación política, sino más bien a agradar a Podemos. Sectores del PSOE se han referido en público ya a ella como una norma que debe “despejar el futuro” de la Monarquía, que pretende “reforzar la transparencia”, “limitar las funciones del Rey” -cosa un tanto complicada ante el muy restringido ámbito de actuación de Felipe VI, que debe refrendar con el Gobierno cada paso-, y aclarar, por ejemplo, situaciones familiares de divorcio.

Fuentes del PSOE reconocen que se trata de una norma pensada para proteger la institución monárquica. Pero lo cierto es que el momento, la órbita de influencia podemita y los propios apartados descritos, parecen más destinados a esconder y dejar en el olvido pleno a la Casa Real que a su defensa como pilar constitucional.

Referencia a los escándalos de su padre

Lo que sí hará Felipe VI en su discurso de Nochebuena será una referencia a los últimos acontecimientos y escándalos que han rodeado al Emérito. Aunque la forma elegida para hacerlo, de nuevo, no será la preferida ni por Pedro Sánchez ni, desde luego, por Pablo Iglesias. Y es que el Rey hará una mención implícita a los capítulos de corrupción que han rodeado a la figura de D. Juan Carlos. Y una exigencia de limpieza y comportamiento ético en la vida pública, sin eludir en las menciones los comportamientos llevados a cabo por su padre.

De este modo, el Rey Felipe VI hablará de los principios que deben predominar en la vida pública y política. Mencionará la necesidad de mantener una órbita de limpieza totalmente ajena a cualquier atisbo de corrupción. Pero, hoy por hoy, y a expensas de las presiones que ejerce Moncloa, el Monarca no tiene previsto hacer un discurso en el que destaque de forma expresa la figura de su padre.

Muchas son las presiones que a estas alturas se han ejercido sobre Zarzuela para conseguir que el discurso de Nochebuena del Rey Felipe VI sea más parecido a lo que otros poderes han imaginado que a lo que el propio Rey desea. Es más, muchas han sido las presiones que a lo largo de este año 2020 ha tenido que soportar Zarzuela, procedentes de Moncloa, especialmente a través de la figura de la vicepresidenta Carmen Calvo, entre otras cosas, para que Juan Carlos abandonara España y para que regularizara sus finanzas ante Hacienda.

Pero Felipe VI sabe que el discurso de Nochebuena es su gran mensaje. Su principal cita anual con todas las familias españolas que, en estos días, no dejan de presenciar ataques a la Corona sin más propósito que el de debilitar uno de los pilares institucionales de nuestra Constitución en un momento especialmente grave para España.

Por eso el Rey ha optado por dejar claro que esta cita y momento de comunicación con los hogares españoles es suyo. Ni de Moncloa, ni de ninguno de esos partidos que aseguran que los españoles, ante la mesa familiar, se preguntarán de forma masiva por la forma de Estado -monarquía o república- que debe regir España.

Por eso, aunque Felipe VI no eludirá su responsabilidad de solicitar la máxima depuración y limpieza en las instituciones a todos los niveles, no ha aceptado asumir lo que algunos pretenden: dar la sensación de que lo ocurrido con D. Juan Carlos no es una cuestión personal de quien ya es sólo emérito y no jefe del Estado, sino que es responsabilidad y débito de la institución monárquica al completo.

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