Felipe VI hará una referencia implícita a la corrupción de su padre en el discurso de Nochebuena

Don Felipe mencionará la necesidad de mantener una órbita de limpieza totalmente ajena a cualquier atisbo de corrupción

El Rey dará prioridad en su discurso al recuerdo a las víctimas del coronavirus

El Rey Juan Carlos admite en un libro que la relación con su hijo Felipe VI
El Rey Felipe VI junto a su padre, el Rey emérito Juan Carlos I.
Carlos Cuesta

Felipe VI hará en su discurso de Nochebuena una referencia a los últimos acontecimientos y escándalos que han rodeado al emérito. Aunque, posiblemente, la forma elegida para hacerlo, no sea la preferida, ni por Pedro Sánchez ni, desde luego, por Pablo Iglesias. Y es que el Rey pretende hacer una mención implícita a los capítulos de corrupción que han rodeado a la figura de D. Juan Carlos.

De este modo, el Felipe VI hablará de los principios que deben predominar en la vida pública y política. Mencionará la necesidad de mantener una órbita de limpieza totalmente ajena a cualquier atisbo de corrupción. Pero, hoy por hoy, y a expensas de las presiones que ejerce Moncloa, el Monarca no tiene previsto hacer un discurso en el que destaque de forma expresa la figura de su padre.

Muchas son las presiones que a estas alturas se han ejercido sobre Zarzuela para conseguir que el discurso de Nochebuena del Rey Felipe VI sea más parecido a lo que otros poderes han imaginado que a lo que el propio Rey desea. Es más, muchas han sido las presiones que a lo largo de este año 2020 ha tenido que soportar Zarzuela, procedentes de Moncloa, especialmente a través de la figura de la vicepresidenta Carmen Calvo, entre otras cosas, para que Juan Carlos abandonara España y para que regularizara sus finanzas ante Hacienda.

Pero Felipe VI sabe que el discurso de Nochebuena es su gran mensaje. Su principal cita anual con todas las familias españolas que, en estos días, no dejan de presenciar ataques a la Corona sin más propósito que el de debilitar uno de los pilares institucionales de nuestra Constitución en un momento especialmente grave para España.

Por eso Felipe VI, a falta de escasos días para la retransmisión de ese esperado discurso, mantiene el propósito de dejar claro que esta cita y momento de comunicación con los hogares españoles es suyo. Ni de Moncloa, ni de ninguno de esos partidos que aseguran que los españoles, ante la mesa familiar, se preguntarán de forma masiva por la forma de Estado -monarquía o república- que debe regir España.

Por eso, aunque Felipe VI no quiere eludir su responsabilidad de solicitar la máxima depuración y limpieza en las instituciones a todos los niveles, no está por la labor de asumir lo que algunos pretenden: dar la sensación de que lo ocurrido con D. Juan Carlos no es una cuestión personal de quien ya es sólo emérito y no jefe del Estado, sino que es responsabilidad y débito de la institución monárquica al completo.

La solución a este complejo sudoku la dará un discurso donde se mencionarán los principios que deben mantener toda institución o poder público para evitar caer en la corrupción; donde se señalarán las exigencias máximas de transparencia y responsabilidad; donde se dejará constancia de que todo aquel que cometa una infracción, fraude, o acto de corrupción deberá soportar el peso de la ley, pero donde no se destacará a una figura por encima del resto de escándalos que han sucedido en los últimos años en España.

Dejar constancia de lo ocurrido al padre

De este modo, nadie podrá pensar que el Rey Felipe VI ha pasado de puntillas sin dejar constancia de lo ocurrido con su padre, pero tampoco nadie podrá deducir de sus palabras que su nuevo reinado es partícipe, ni medianamente responsable, de los actos personales del emérito en los últimos años.

Mucho se ha debatido internamente en Zarzuela con respecto a este discurso. Y mucho se ha hablado sobre la conveniencia de mostrar una actitud de dolor y condena por los escándalos de corrupción en los que se ha visto inmersa la figura de D. Juan Carlos. Pero también se ha reflexionado muy seriamente sobre el ataque que soporta la Casa del Rey en estos momentos, procedente principalmente de un conglomerado de partidos que rodean a Pedro Sánchez y que garantizan su gobernabilidad; unos partidos que han dejado constancia expresa de su deseo de tumbar a la Monarquía y dar paso a una extraña república alejada de los más elementales mecanismos de estabilidad y seguridad jurídica.

Postura de Zarzuela

La postura de Zarzuela, en estos momentos, pasa por no aceptar que sea ese conglomerado político quien determine los indicios, pruebas o incluso veredictos sobre la limpieza o no de los comportamientos de una persona que, además, ya no representa la Jefatura del Estado. Deberán ser los jueces, y no Podemos, quienes determinen la naturaleza y calificación de esos actos.

El Rey, además, dará prioridad en su discurso al recuerdo a las víctimas del coronavirus, al agradecimiento al personal sanitario y fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado por su labor en la lucha contra el Covid, y a mostrar su cercanía con todos aquellos trabajadores, autónomos, o empresarios que han sufrido, sufren, y seguirán sufriendo los enormes coletazos de una crisis económica mezclada con la humanitaria que en estos momentos asola España. Esta última parte sí deberá tener un claro protagonismo. Mitad para demostrar la cercanía y cariño de la Corona hacia el pueblo español, mitad porque, moleste a quien moleste, es la realidad de la nación que reina Felipe VI.

Lo último en España

Últimas noticias