Desalojan a los carteristas bosnios que okupaban el piso de una anciana en Madrid
Los residentes del edificio tuvieron que instalar cámaras de seguridad con su propio dinero debido a los frecuentes altercados
"Había niños de todas las edades, pequeños, medianos, adolescentes", describe una testigo.
Un reportaje de OKDIARIO ha conseguido poner fin a más de un año de pesadilla para los vecinos del número 5 de la calle Sisebuto, a pocos metros del Paseo de Extremadura en Madrid. Los okupas, un grupo de carteristas de origen bosnio, han sido finalmente desalojados tras la presión mediática y vecinal.
«Nos ha quitado un estrés que no veas», comentaba aliviada una de las vecinas tras confirmar el desalojo. La situación se había vuelto insostenible para la comunidad, que llevaba meses denunciando no solo la okupación, sino también las actividades delictivas de los okupas, la mayoría de ellos bosnios con hijos sin escolarizar que se dedicaban a robar a pasajeros en el Metro de Madrid.
La investigación de OKDIARIO destapó que el inmueble, propiedad de una señora mayor, había sido convertido en una especie de guardería ilegal donde llegaron a concentrarse hasta 20 menores sin escolarizar. «Venían niños de todas partes. Estaban al cuidado de otros niños que iban al parque y volvían del parque. Este verano ha sido horrible», relata una vecina que inicialmente intentó ayudar con donaciones de ropa, desconociendo la verdadera naturaleza de la situación.
Los residentes del edificio tuvieron que instalar cámaras de seguridad con su propio dinero debido a los frecuentes altercados y robos dentro del portal. Durante su estancia, los okupas causaron importantes destrozos en la vivienda, incluyendo ventanas rotas y daños en las instalaciones. Los vecinos relataron cómo en verano se producían constantes altercados y peleas en plena calle. «Había niños de todas las edades, pequeños, medianos, adolescentes», describe una testigo.
Durante la investigación, se encontraron evidencias de las actividades delictivas, incluyendo las mantillas utilizadas habitualmente para el hurto, que las carteristas empleaban para ocultar sus acciones durante los robos.
El desalojo representa un alivio para la comunidad, aunque los vecinos expresan su preocupación por la posibilidad de nuevas okupaciones. «Ojalá no aparezcan más», manifestaba una vecina, mientras otros residentes la pasividad y hasta complicidad del Gobierno de Pedro Sánchez con los delincuentes.
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