Elecciones autonómicas y municipales

Casado no podrá contar con Aznar para la campaña del 26-M y Rajoy aún es duda

El ex presidente, José María Aznar, que participó activamente en la previa de las generales, se encuentra fuera de España "todo el mes", según explican fuentes de la dirección del PP.

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Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El PP no podrá contar con José María Aznar en su campaña para las elecciones municipales y autonómicas del próximo 26 de mayo, que arranca este mismo viernes. O, al menos, en buena parte de ella. El ex presidente, que participó activamente en la previa de las generales, se encuentra fuera de España «todo el mes», según explican fuentes de la dirección ‘popular’.

En Génova desconocen así, por el momento, si Aznar podrá participar en algún acto o mitin. Una duda que se extiende a Mariano Rajoy. En este caso, no consta que el ex presidente tenga problemas de agenda para respaldar a Casado, pero dependerá, aclaran, de «si se lo piden y si él quiere». La dirección ‘popular’ se desmarca de esa petición. Corresponde, aclaran, a las distintas organizaciones regionales, responsables últimas de la marcha de la campaña.

El caso es que, a tres días de que arranque la cuenta atrás para el 28-A -unas elecciones que en el PP consideran cruciales tras la debacle de las generales- ese tema no está ni mucho menos perfilado.

Gran protagonismo para el 28-A

Una indefinición que choca con la campaña del 28-A, cuando la participación de ambos ex presidentes estaba cerrada con bastante antelación.

Entonces, se reservó para Aznar uno de los actos centrales, el arranque en Cataluña, junto a la candidata por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo.

El ex presidente no defraudó, y, entre sus críticas, atacó a Sánchez por ser «el candidato preferido por los que no condenan a ETA». Afirmó también que los socialistas «están dispuestos a conceder la autodeterminación y a indultar a los golpistas» y consideró que «por eso no quieren hablar de Cataluña». Y arremetió contra los golpistas «fabricantes de la gran mentira independentista». «Sectarios, malversadores, los del insulto xenófobo, los que viven de la independencia, los nuevos supremacistas, los que alientan la violencia callejera y están por la batasunización de la sociedad», sentenció.

Aznar se volcó en respaldar a Casado, con quien mantiene una excelente relación desde los inicios políticos del ahora presidente. De hecho, Génova diseñó para él un ‘planning’ con parada en las circunscripciones más ‘sensibles’ para sus intereses electorales debido a la fragmentación del voto de centro-derecha, como Albacete, Almería o Burgos.

El ex presidente ‘popular’ representa el mensaje que Casado pretendió imprimir desde su llegada al cargo: una vuelta a los valores y principios del PP. Libertad, familia, seguridad, unidad. Su protagonismo, en cambio, no evitó el batacazo electoral. Y, aún más preocupante para la dirección: evidenció que la división del voto del centro-derecha, sobre la que venían advirtiendo, y sus temidas consecuencias, eran una realidad. Tampoco fue capaz de contener la fuga de voto a Vox.

Eso, pese a que Aznar se ha erigido en una de las voces más críticas contra esta formación. Ya antes del inicio de la campaña, acuñó una de esas frases que luego copan los titulares. «A mí nadie me habla de una derechita cobarde mirándome a la cara porque no me aguantan la mirada», dijo, en alusión a las declaraciones previas de Santiago Abascal.

Entonces -un acto en Valencia, en marzo- avisó de la necesidad de la unión del voto conservador, y el riesgo de un pacto entre un «PSOE que ha dejado de ser constitucionalmente fiable, los secesionistas, los cachorros de ETA y los podemitas chavistas». «No se trata de repartir armas a nadie sino de juntar votos», aseveró.

Rajoy, por su parte, imprimió a sus intervenciones un perfil más discreto. El ex presidente optó sobre todo por Galicia y regiones donde se sentía más cómodo. El mensaje se centró, sobre todo, en avisar sobre la herencia económica del PSOE y los logros de su Ejecutivo, y el peligro de «volver a las andadas» y arriesgarnos a estar «al borde de la quiebra».

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