El agente jubilado por la brutal agresión tras la sentencia del 1-O: «Di todo por la Policía, siento rabia”

Uno de los agentes de la UIP jubilados anticipadamente por Interior habla en exclusiva para OKDIARIO tras saber que lo retiran por “enfermedad común”

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Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

“Mi vida ha cambiado 100%. Yo era un tipo deportista que hacía deporte todos los días y ahora lo he dejado y paso el día pendiente de mis hijas y prácticamente aislado”. Luis apenas sale de casa por la sensación de poder cruzarse con alguno de los violentos que hace 18 meses le arruinaron la vida. Sus secuelas psicológicas tienen previsión médica de ser crónicas y las físicas no tiene mejor pronóstico. Su oftalmóloga no descarta que la pedrada que recibió en Urquinaona le deje definitivamente ciego de un ojo con el paso del tiempo. La historia de este agente propuesto para ser jubilado por causa común tiene de todo menos común.

“Siento rabia, incomprensión e impotencia. Yo lo di todo por la Policía y ahora me proponen jubilarme como si hubiera sufrido un accidente. Lo que nos pasó a mí y a mis compañeros nos pasó estando de servicio y nos pasó por ser policías”. Ya han pasado varios días desde que Luis recibió la noticia y aún se le quiebra la voz repasando todo lo que ha sucedido hasta llegar al día de hoy. Tiene 15 días para recurrir una jubilación que no tiene en cuenta las graves lesiones y el trauma que le dejó ser víctima de los disturbios que se desencadenaron en Barcelona en octubre de 2019 tras conocerse la sentencia del golpe de Estado del 1-O.

A veces regreso a aquella calle en mis pensamientos. Es involuntario. Ni el tratamiento psiquiátrico ni los fármacos pueden impedirlo. Y siento el miedo de ser consciente de que podía haberme quedado allí”, explica el agente propuesto para ser jubilado.

Luis se propuso ser policía con 19 años, nada más acabar la mili. Trabajó de noche y estudió de día durante meses para prepararse las oposiciones y así poder entrar al Cuerpo. Lo consiguió a la primera, como su hermano. “Es vocación auténtica, y desde que ingresé siempre vi entrar en la UIP como una aspiración, un reto. Y lo conseguí”.

Por eso, tras 18 meses fuera del Cuerpo, ha sido especialmente duro este golpe. “Todo este tiempo vivo prácticamente aislado. No puedo salir a la calle por si me cruzo con los radicales y me reconocen. Mi vida anterior en la Policía era siempre superarme y de repente me pasó todo eso y hoy en día no sería capaz de controlar ciertas situaciones según los propios médicos”.

Luis va a ser agente jubilado con 42 años, pero a simple vista sufre un severo envejecimiento prematuro. Se emociona cuando habla de sus hijas y su mujer y lo hace porque sabe que aquel día en aquella acera pudieron quedarse huérfanas y viuda. Como para que ahora le vengan con que lo que padece no le sucedió en acto de servicio.

Yo lo he dado todo por la Policía y ahora lo que siento sobre todo es rabia porque no consigo entender esta decisión. Para colmo todo el país pudo ver en televisión lo que sucedió aquel día, lo que nos hacían. Me gustaría que los que ven esos vídeos y tienen que tomar decisiones se pregunten si ellos hubieran superado algo así”, sentencia Luis.

Aquellos días los violentos hirieron a más de 200 policías. Poco a poco todos se fueron recuperando, pero tres ya no volverán a ponerse el uniforme. “Al principio los jefes estuvieron muy atentos y nos llamaban casi a diario para saber cómo estábamos. Fue cuando vinieron el presidente y el ministro del Interior, pero poco a poco las llamadas dejaron de llegar hasta que ya no hubo más”, recuerda Luis sin el mínimo rencor, porque era lógico que no hubiera más llamadas.

Se aferra al precedente

Los heridos fueron recuperándose a buen ritmo y según la gravedad de sus lesiones, y no fue hasta hace unos meses que uno de los más graves, Iván, miembro de la UIP de Galicia, tuvo que jubilarse. Lo retiraron como consecuencia de las heridas sufridas en acto de servicio. Todo en orden. No ha lugar a intervenir para reconducir nada.

Sin embargo, en el caso de Ángel, antidisturbios gallego también como Iván, Francisco Pardo Piqueras, el director general de la Policía, sí que tuvo que descolgar el teléfono para resolver un entuerto incomprensible. Tal y como contó OKDIARIO a este agente le inutilizaron el brazo en las mismas protestas en las que atacaron a Luis. Lo jubilaron hace unos días por “enfermedad común”. Pardo Piqueras se enteró y pidió su expediente para modificar una baja que siempre debió ser por acto de servicio.

Luis se aferra a la esperanza de que alguien recapacite. “Yo ni he visto venir que iba a tener que dejar de ser policía. Es un todo que te acaba llevando a eso. Lo que se hace imposible de entender es por qué tengo que dejar de ser Policía como si nada hubiera pasado. Mis secuelas no se van a marchar. Y si las tengo es porque yo ese día, allí, estaba trabajando como Policía”.

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