Sánchez remodela el Gobierno

Iván Redondo pasa de tirarse «a un barranco por Sánchez» a dejarlo porque «hay que saber parar»

Iván Redondo
Iván Redondo y su mensaje de despedida
Agustín de Grado
  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

«Un asesor se tira a un barranco por su presidente. Estaré con Sánchez hasta el final», dijo el pasado 27 de mayo en el Congreso de los Diputados. Mes y medio después, Iván Redondo (San Sebastián, 1981), principal consejero áulico de Pedro Sánchez desde que el socialista le fichó para recuperar la secretaría general del PSOE, abandona la Moncloa donde estos años ha ejercido como auténtico vicepresidente desde su todopoderoso Gabinete de la Presidencia.

El consultor político se ha despedido con un mensaje de puño y letra: «A veces en la política, en la empresa, como en la vida, además de saber ganar, saber perder, hay que hacer algo mucho más importante: saber parar. Muchas gracias por todo. Ha sido un honor. Nos volveremos a ver».

Redondo deja su cargo sin que el presidente haya pronunciado su nombre entre los agradecimientos a los ministros salientes, a los que ha ido nombrando uno a uno. Detalle significativo sobre su salida después de tres años en los que había ido ganando cada vez más poder en Moncloa (Carmen Calvo bien lo ha sufrido), así como influencia en el diseño de las estrategias políticas y electorales del PSOE, algo que preocupaba en el aparato del partido y los barones socialistas, que han recibido con alborozo la caída del Rasputín sanchista.

«El PSOE no puede aceptar cambiar un Redondo, Nicolás, por otro Redondo, un tal Iván», dijo Alfonso Guerra tras el apoyo del histórico socialista vasco a Isabel Díaz Ayuso en la campaña electoral del pasado 4 de mayo. Al ‘tal Iván’ le sustituirá como jefe de gabinete Óscar López, un hombre de profunda y dilatada trayectoria orgánica, donde llegó a desempeñar el cargo de secretario de Organización en el PSOE de Rubalcaba. Los analistas monclovitas interpretan el relevo como un giro de Sánchez hacia el partido en busca de fortaleza para apuntalar su Gobierno y preparar las próximas elecciones. Adiós a los spin doctors, es hora de volver a confiar en los apparatchiks.

«El PSOE no puede aceptar cambiar un Redondo, Nicolás, por otro Redondo, un tal Iván», dijo Alfonso Guerra

Licenciado en la Universidad de Deusto en Humanidades y Comunicación, y con una especialización en «Dirección en campañas electorales» supuestamente cursada en la Universidad George Washington que se cayó su currículum en cuanto fue nombrado director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, Redondo acumula una ya larga trayectoria de asesoramiento político. La orientación ideológica del cliente nunca fue obstáculo para él. Asesoró a Xavier García Albiol en la campaña municipal de 2011 que permitió al dirigente del PP alcanzar la Alcaldía de Badalona, y logró que un candidato del PP presidiera la Junta de Extremadura por primera vez, en cuyo Gobierno participó como director de gabinete de José Antonio Monago de 2012 a 2015.

También estuvo contratado por Génova. La contabilidad del PP revela que Redondo cobró 340.000 € coincidiendo con los años de la ‘caja B’, según adelantó OKDIARIO. Llegó a percibir 207.088 euros en 2009 -una cantidad muy superior al salario anual de Mariano Rajoy- y de 129.590 en 2008.

Sánchez recabó sus servicios cuando decidió asaltar el liderazgo del PSOE en la primarias de 2017 y sus destinos no se volvieron a separar hasta hoy. Se dice de él que fue el muñidor de la moción de censura a Rajoy y tras el triunfo, el líder socialista se lo llevó a Moncloa, donde ha ejercido con unos poderes sólo por debajo de los del presidente del Gobierno.

La influencia de Iván Redondo llegó demasiado lejos. Se enfrentó al aparato socialista de Ferraz e impuso al PSOE estrategias electorales que acabaron en fracaso, como la de implicar a Sánchez en las elecciones de Madrid en las que arrasó Isabel Díaz Ayuso. Más reciente aún está el ridículo de su negociación con el gabinete de Joe Biden: anunció a bombo y platillo una cumbre que acabó reducida a un paseíllo de 29 segundos.

Ahora asegura que deja el Gobierno por razones personales que apuntan al cansancio acumulados en estos años tan intensos. Pero nadie olvida lo que en mayo había dicho en sede parlamentaria: «Estaré con Sánchez hasta el final». Lo que, sumado a la particularidad de que haya sido el único de los cesados al que Sánchez no ha citado en sus palabras de agradecimiento por los servicios prestados, se abre a una única interpretación: que su salida de Moncloa no haya sido tan voluntaria como su relato pretende hacernos creer.

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