La militancia tiene memoria. Y son conscientes de que en los últimos años, si el PSOE es lo que es, es gracias al que fuera secretario de Organización y Ministro de Transportes, Agenda Urbana y Movilidad, José Luis Ábalos. Pese a los intentos de la nueva dirección socialista para invisibilizarle en el congreso de Valencia que él mismo dirigió hasta su dimisión, su llegada al mitin final de Pedro Sánchez ha provocado una de las grandes ovaciones del fin de semana, comparada únicamente con la que se llevó la también defenestrada Carmen Calvo o el propio presidente.
Sin explicaciones convincentes por parte del líder que motiven la decisión de prescindir de Ábalos y Calvo, los afiliados del PSOE han dejado claro que ambos perfiles siguen siendo muy queridos en el partido. El entusiasmo con el que han sido recibidos ambos contrasta, por ejemplo, con la irrelevancia de la número dos y el número tres de la organización, Adriana Lastra y Santos Cerdán, o la de gran parte de los ministros que ocupan el cargo desde el pasado mes de julio.
Esas muestras de cariño, sobre todo hacia Ábalos, han sentado mal en Ferraz. La cena que el exdirigente socialista mantuvo el viernes por la noche en Valencia con casi 200 personas, en un acto de agradecimiento y reconocimiento por su labor en primera línea política en unos años tan complicados, causó un profundo malestar en el núcleo duro de la dirección del PSOE. Un enfado que se entiende al ver la configuración de la nueva ejecutiva de Sánchez, con una única valenciana realmente cercana a él. Y Valencia es, hoy, el territorio más fuerte del partido.