Las 28 provincias donde la división de PP, Ciudadanos y Vox llenarán las urnas de votos inútiles
Por primera vez en 40 años de democracia, cinco partidos alcanzarán más del 10% de los votos. No es ya que el bipartidismo haya saltado por los aires, algo que sucedió en 2015, sino que la fragmentación se ha acentuado con una nueva formación en la derecha que tendrá consecuencias al entrar en combustión con un régimen electoral que exhibe un acusado déficit de proporcionalidad en 28 de las 52 circunscripciones en liza.
Hay 21 provincias españolas que sólo reparten cuatro escaños. Dicho de otra forma, hay 21 provincias donde uno de los cinco partidos en liza no tendrá representación. Todos los votos que vayan a parar al partido que quede en quinto lugar serán votos tirados a la basura. Absolutamente estériles. Incluso el cuarto puede quedarse fuera si el primero le duplica en votos.
En las siete provincias que reparten hasta cinco escaños la representación será muy difícil para quien quede en la última posición. Y también para el cuarto si el primero y segundo le doblan en apoyos.
103 escaños en liza
El asunto no es baladí. Estas 28 circunscripciones representan el 21,4% del censo electoral y eligen casi el 30% de los diputados al Congreso: 103 escaños.
De las 28 provincias que reparten cinco o menos escaños, 12 votaron bipartidismo en 2016 y cinco de ellas (Palencia, Cáceres, Ciudad Real, Cuenca y Teruel) llevan haciéndolo desde 1977. Son, pues, territorios muy poco permeables a los nuevos partidos.
El PP salió fortalecido en 2015 y 2016 porque tanto Podemos como Ciudadanos robaron votos al PSOE. Sin embargo, ahora, con la irrupción de VOX y el PSOE concentrando el voto útil de la izquierda, es el PP quien teme verse perjudicado en esta batalla concreta de la cita electoral del 28-A.
Un dato ilustra las dificultades que tendrán los de Santiago Abascal para traducir en escaños sus votos en estas 28 provincias: en 2016, Ciudadanos sólo logró tres escaños en todas ellas, pese a ser la cuarta fuerza política más votada en el conjunto de España. En Ávila, Segovia y Salamanca ni siquiera le valió quedar tercero para conseguir escaño.
Si VOX no transforma su apoyo electoral en escaños y a la vez erosiona el respaldo al PP, el PSOE se frota las manos, porque aspira a invertir los resultados de 2016
Si VOX no transforma su apoyo electoral en escaños y a la vez erosiona el respaldo al PP, el PSOE se frota las manos, porque aspira a invertir los resultados de 2016. Entonces, de los 103 asientos repartidos en esas circunscripciones, la primera fuerza, el PP, se llevó más de la mitad (53); el PSOE, segundo, obtuvo tan solo 25. Podemos se fue con las manos vacías en la mitad de esas provincias a pesar de su tercer puesto en muchas de ellas; y la mayoría de los votos de Ciudadanos fueron inútiles, ya que solo sacó los tres diputados anteriormente citados.
Son estas las 28 provincias en las que Casado llegó a pedir a VOX que retirara su candidatura porque el sistema electoral es determinante frente al voluntarismo político. Hay dos provincias andaluzas entre ellas, donde VOX cosechó un éxito en las elecciones autonómicas del pasado 2 de diciembre. Extrapolemos, por ejemplo, el caso de Jaén. El PSOE obtuvo cuatro escaños, el PP, tres; Cs, dos; Adelante Andalucía, uno; y Vox, con el 8,7%, de los votos, obtuvo el último diputado por Jaén.
Aplicando el resultado de las pasadas elecciones autonómicas a unas generales, en las que sólo hay cinco escaños en juego y no once (lo que aumenta la proporcionalidad), el resultado sería bien distinto. El PSOE obtendría dos escaños, el PP sacaría un diputado -perdería uno sobre las generales de 2016-, Ciudadanos ganaría uno -ahora no tiene ninguno-, Unidos Podemos repetiría con un escaño -pese a perder apoyos- y VOX se quedaría fuera del Congreso.
¿Voto útil o voto de convicciones? Este es el dilema al que se enfrentarán muchos electores de la derecha española en las provincias pequeñas el próximo 28-A.