Restauración

Zalacaín inicia su liquidación: el juez hace oficial su concurso de acreedores

El Grupo La Finca presentó concurso de acreedores para Zalacaín y para Zalacaín LaFinca, por lo que la medida afecta a 50 empleados de la enseña.

Grupo Urrechu se adjudica la gestión del histórico y lujoso restaurante Zalacaín de Madrid
Zalacaín.

El mítico restaurante de alta cocina de Madrid Zalacaín entra en concurso de acreedores de forma oficial, después de que el juzgado de lo mercantil número 13 de Madrid haya declarado el concurso voluntario para el histórico recinto, que ha sido el primero en España en conseguir tres estrellas Michelin como premio a su alta labora gastronómica. Este jueves, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publica la apertura de la fase de liquidación del procedimiento.

El restaurante Zalacain dio a conocer justamente hace un mes que iba a realizar el cierre definitivo de la empresa, ya que no había podido adaptarse al nuevo escenario derivado de la pandemia del coronavirus y había tenido que solicitar concurso de acreedores.

Todos aquellos acreedores con los que Zalacaín tenga deudas tienen un mes para comunicárselo al juez desde este jueves, mientras que la gestión de Zalacaín la pierde su grupo propietario y la adquiere el administrador concursal, que buscará negociar con los deudores para plantear la liquidación de la empresa.

En concreto, el local, que pertenece al Grupo La Finca, presentó concurso de acreedores para el restaurante, así como para Zalacaín LaFinca, por lo que la medida afecta a más de 50 trabajadores.

Estado de alarma

El restaurante Zalacaín cerró este mes de marzo con el estado de alarma que decretó el Gobierno y en junio lanzó la marca ‘ByZeta’, su servicio de comida a domicilio, para poder ofrecer sus productos en envíos a domicilio. Sin embargo, este modelo no tuvo el suficiente éxito dado que al ser Zalacaín un templo de la alta cocina, la experiencia no era la misma con los envíos a casa.

Zalacaín fue creado en 1973 por Jesús María Oyarbide y adquirido por el fundador de Grupo LaFinca, Luis García Cereceda, en 1995.

En 2017, el equipo de arquitectura y diseño del Grupo LaFinca reformó todos sus espacios para ofrecer un nuevo concepto de calidad y estilo, informa Europa Press.

El restaurante, de la mano de Oyarbide, logró en 1975 su primera estrella Michelin, para seis años después, en 1981, conseguir la segunda estrella y en 1987 la tercera, convirtiéndose en el primer restaurante español en conseguir este máximo reconocimiento.

Otros templos en apuros

Zalacaín no es el único templo de la alta cocina en apuros por la nueva situación causada por la pandemia del coronavirus. Muchos grandes grupos de restauración tienen un volumen alto de costes fijos que les impiden reaccionar ante una situación de caída persistente de la demanda como la que tienen delante.

El restaurante Lhardy, presente en la Carrera de San Jerónimo -frente al Congreso de los Diputados- desde hace 181 años, también ha lanzado la voz de alarma sobre la situación tan difícil que vive: «Nuestra época buena es ahora, con el frío, cuando todo el mundo se acuerda del cocido o de los callos. Mientras sigamos sin turistas o sin hoteles será muy difícil. Especialmente los que estamos en el centro de Madrid lo tenemos peor. Somos negocios muy antiguos con muchos gastos, por ejemplo de mantenimiento de edificios tan antiguos. Antes dábamos 100 comidas cada fin de semana, ahora apenas servimos 30», decía su responsable a este periódico hace unas semanas.

Zalacaín ha caído, pero también afrontan una situación difícil otros templos de la gastronomía más clásica de Madrid como el restaurante Lhardy, especialista en cocidos y callos, o Sobrino de Botín, con horno de leña y que facturaba cerca de 8 millones

También afronta tiempos duros el restaurante Sobrino de Botín, reconocido por el libro Guinness de los récords como el más antiguo del mundo. Fundado en 1725, sin duda se está viendo impactado con fuerza por la desaparición del turismo en su área -junto a la Plaza Mayor de la capital-, las limitaciones que sólo le permiten un aforo al 50% (de más de 200 personas, a poco más de 100) y su carencia de terraza e imposibilidad de montar una. Botín es un establecimiento con horno de leña especialmente pensado para el consumo en interior durante los fríos días de invierno de la capital. Según sus cuentas, Botín facturaba cerca de 8 millones de euros y tenía 70 empleados antes de que la pandemia diera un volantazo a los hábitos gastronómicos del público. Ahora, sobran muchos salones que hace ocho meses estaban abiertos.

A escasos metros de Botín, se encuentra el Mercado de San Miguel, que abrió tras el confinamiento extremo y ha vuelto a cerrar ante la falta de demanda. Este mercado, en el corazón del Madrid de los Austrias, había alcanzado precios estratosféricos buscando sacarle dinero al turismo y ahora se aboca a una reconversión si quiere seguir funcionando.

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